19 Historias de amor tan caóticas como un paseo en montaña rusa sin cinturón

Pareja
hace 3 horas
19 Historias de amor tan caóticas como un paseo en montaña rusa sin cinturón

Dicen que el amor es un juego. Pero curiosamente, nunca viene con un manual. Al final, uno acaba apretando todos los botones al azar, y solo después se da cuenta de que está jugando una especie de “Batalla naval” con los traumas ajenos. Estas historias hablan de esos “jugadores sin reglas” con los que intentamos construir una relación, pero en algún momento algo simplemente dejó de funcionar. Y para muchos, fue justo ahí cuando empezó lo más interesante.

  • Con mi ex terminamos en buenos términos. Al principio pensé que había sido de mutuo acuerdo: él fue quien lo propuso, pero yo lo acepté con alivio, porque claramente teníamos visiones muy distintas del futuro. Pero dos semanas después, explotó gritándome que yo nunca lo había querido y que, en resumen, lo usé y lo dejé. Me sorprendí:
    —¿Y de dónde sacaste eso?
    —¡Reaccionaste muy tranquila cuando te propuse terminar!
    Me reí mucho. Poco más de un año después, me volvió a escribir:
    —Perdón, fui un idiota. No sabía lo que decía. Quería seguir hablando contigo.
    —Ok, hablemos.
    —¿Cómo estás?
    —Pues... me casé hace un mes.
    Y otra vez resulté ser una cualquiera, una perdida, y que le daba lástima por haberme atrevido a casarme con otro hombre. © Shelob / Pikabu
  • Llevaba seis meses pidiéndole a mi novio que atornillara un rodapié en el armario. El rodapié ya estaba cortado, todas las piezas listas, ni siquiera había que taladrar: solo tomar unos tornillos y atornillar. Llegué a casa y lo vi muy orgulloso, diciendo que ya lo había hecho. Me asomé al armario, y me fui deslizando lentamente por la pared. ¿Esquinas? Ni idea de qué era eso (y eso que venían pegadas al paquete del rodapié). Un rodapié estaba atornillado de frente a la pared, y el otro puesto justo al lado; la unión se veía fatal. Me puse histérica y empecé a gritar. Él me respondió a la defensiva, que si podía hacerlo mejor, entonces estaba listo para empacar sus cosas. Agarré el destornillador, lo arreglé todo, puse las esquinas y las tapas de los extremos (que también se le olvidaron), le armé la maleta y lo mandé al diablo. © l.aufer / Pikabu
  • Una noche fuimos con mi novia al cumpleaños de uno de sus compañeros de trabajo. Hablando con algunas personas en la fiesta, me enteré de que, durante los seis meses que llevaba trabajando ahí, ella les había dicho a todos que estaba soltera. Todos en esa fiesta creían que yo era un simple conocido. Lo más fuerte es que, en realidad, llevábamos varios años viviendo juntos y estábamos criando a nuestro hijo. La situación me impactó tanto que, a la mañana siguiente, terminé con ella. © creepy-rob / Reddit
  • Mi amiga y yo empezamos a salir con chicos que también eran amigos. Naturalmente, pasábamos mucho tiempo juntos, salíamos y convivíamos seguido. Lo de mi amiga fue rápido: al año se casaron y Anya quedó embarazada de inmediato. Cuando ya tenía unos siete meses de embarazo, su novio empezó a coquetearme en un taxi, pero no armé escándalo. Pensé que quizá lo había malinterpretado. Anya dio a luz sin problemas. El bebé tenía seis meses cuando nos reunimos para celebrar su cumpleaños. La estábamos pasando muy bien y llegó el momento del té. Anya fue a acostar al bebé y yo fui a la cocina a poner el agua y sacar la vajilla. Entonces entró su esposo y me dijo: “Lo mío con Anya ya no va tan bien, y tú me gustas desde hace tiempo. Si quisiera menos a mi esposa, te habría coqueteado aquí mismo”. Me quedé sin palabras. Y lo peor fue que lo dijo con tal seguridad, como si esperara que eso me impresionara. © kadya79 / Pikabu
  • Estaba saliendo con una chica. Un fin de semana no teníamos nada que hacer, así que decidimos salir a dar una vuelta en auto por los alrededores. Comimos antes de salir y también durante el camino. Por la tarde, pasamos a una gasolinera. Al bajar a pagar la gasolina, le pregunté si quería algo del café de la estación. Ella dijo que quería un café. Pues bien, café entonces: pagué la gasolina, le compré su café y, para mí, un hot dog. Al volver al auto, me esperaba un gran reproche: ¿cómo me atreví a comprarme un hot dog y a ella solo un café? Le pregunté: “¿Por qué no dijiste que tenías hambre? Mira, toma la mitad del mío o, si quieres, bajo y compro otro”. Pero se dio la vuelta, ofendida. Resulta que, según ella, yo debí haber pensado que le iba a doler que yo comiera solo sin preocuparme por ella. Y que, en general, no se imaginaba seguir saliendo con alguien tan egoísta. Al final, tiré ese hot dog a la basura, volvimos en completo silencio y la relación terminó ahí. Hasta el día de hoy no entiendo: ¿quién estuvo mal y por qué? © EugeneCrowley / Pikabu
  • Tenía 21 años. Volvía a casa en un auto compartido. El conductor me hablaba con tanta ternura sobre su esposa, que pensé: “Vaya, sí que existe ese tipo de amor”. Pero cuando llegamos a mi casa, no lo podía creer: de repente, sin el menor pudor, me pidió mi número de teléfono. "Eres guapa", dijo, "vives cerca, me resulta cómodo para vernos". © Poushistik / Pikabu
  • Un amigo me contó que conoció a una chica y quiso organizarle una cita especial. Se dio cuenta de que ella no conocía bien la ciudad, así que decidió mostrarle los lugares más bonitos. Se esforzó, planeó toda la ruta con cuidado. Pasearon, y al final le preguntó qué era lo que más le había gustado o lo que más recordaba de todo lo que habían visto. Y ella respondió: “¡El refresco de frutas! ¡Estaba riquísimo!”. No paraba de quejarse cuando me lo contó: “¡Me esforcé tanto! ¡La llevé a lugares increíbles! ¡Monumentos, edificios históricos! ¡Y lo que más le gustó fue un refresco!”. Después de eso, terminó con ella de inmediato. © TheKate / Pikabu
  • Según mi ex, me divorcié por una taza de té. Pero lo comprendí: eso solo fue la gota que colmó el vaso. Los dos trabajábamos hasta las 5 de la tarde. Luego yo preparaba la cena (mientras él veía la televisión), alimentaba a mi esposo y a nuestro hijo, recogía y me sentaba a trabajar en mi segundo empleo. Todo ese tiempo, él estaba ocupado en sus propios asuntos. Después acostaba a nuestro hijo y, cuando ambos se dormían, continuaba con el trabajo. Así era casi todos los días. Mi salario era el doble del de él. Por supuesto, no siempre me daba tiempo de mantener la casa en orden, y aun así tenía que soportar las quejas de mi suegra, que acostumbraba llegar de visita temprano por la mañana, justo en mis días libres.
    Una tarde estábamos sentados después del trabajo. La cena estaba lista y yo, por fin, me senté a comer tranquila. Él, después de comer, dijo: “Hazme un té”. En ese momento lo comprendí con claridad: ¿para qué seguir así? ¿Para seguir cargando con todo esto, sin siquiera poder comer en paz? Olvidémonos del descanso; a él no le importaba si yo estaba cansada o si siquiera había comido. Y así fue como terminamos divorciándonos por una taza de té. © Unknown author / Pikabu
  • Un día, estaba absorto en mis pensamientos: quería comprarme un mouse y un teclado especiales para jugar en la consola, pero costaban caro. Tenía el dinero, pero igual me daba pena gastarlo. Se lo comenté a mi esposa y ella dijo: “¡Qué caro! Y además, yo todavía necesito unas botas”. Yo casi no gastaba en mí, y ese mes ella se había comprado ropa por un monto 10 veces mayor. Me sentí un poco molesto, discutimos, y ella puso una condición: a partir de ahora, tendríamos presupuestos separados. Insistió en eso. Y, en realidad, fue lo mejor que pudo pasar.
    Empecé a tener dinero para mí. Al final, me compré ese mouse y lo usé con gusto un buen tiempo. Una o dos semanas después, ella empezó a insinuar que se había apresurado y que quería volver a como estábamos antes. Pero yo ya me había acostumbrado a tener dinero propio y entendí que también podía gastarlo en lo que quería. En general, este fue uno de los factores que llevaron a mi esposa a convertirse en mi ex. © KaiKadaskas / Pikabu
  • Conocí a una chica casada, una de esas mujeres tímidas y reservadas. Su vida era la rutina de siempre: un esposo pegado a la computadora, un trabajo sin futuro, tareas domésticas. Durante el poco tiempo que tuvimos una relación a escondidas de su marido, la ayudé a encontrar un pasatiempo que le gustara, la presenté con gente nueva y le conseguí un trabajo interesante.
    La chica floreció, desplegó sus alas. Ahora es feliz, y yo no entiendo por qué sigue con alguien que en tres años no pudo lograr lo que yo conseguí en solo unos pocos meses. © Overheard / VK
  • Un chico me cortejaba, y en todos los sentidos parecía perfecto. Salimos durante un año y me propuso matrimonio. De repente, mi madre empezó a insistir en que viviéramos juntos antes de la boda. Nos mudamos y ahora estoy destrozada. No, no es un inútil para la vida doméstica, es peor: resultó que es alérgico a los animales. Y yo tengo dos gatos de siete años y un beagle algo loquito de cuatro. ¡Él sabía de ellos! Me dijo que podía llevar a los animales a casa de mis padres si de verdad lo amaba. No sé qué me asusta más: si lo tenía planeado desde el principio o la idea de pasar toda la vida sin animales, y que mis hijos tampoco puedan tenerlos. Pero terminar con él ahora sería como arrancar una parte de mí. ¿Por qué empezó una relación conmigo, sabiendo de su alergia y de mis mascotas? © Overheard / VK
  • Mi novia constantemente me acusaba de serle infiel. Soñaba que yo la engañaba y, según ella, esos sueños eran tan realistas que no podían ser casualidad. Yo, siempre llegaba a casa directo del trabajo, nunca me detenía en ningún lado para evitar problemas. Mientras tanto, ella pasaba las noches saliendo con sus compañeros y nunca contestaba el teléfono cuando yo la llamaba en esos momentos. Un día me cansé de todo eso y la dejé. Ella me rogó que empezáramos de nuevo y, sin querer, confesó que me había engañado. Por supuesto, no volvimos a estar juntos, aunque seguimos en contacto. Hasta hoy estoy convencido de que terminar con ella fue una decisión muy acertada. © EerieArizona / Reddit
  • Conocía a una pareja: ella tenía 28 años y él 33. No lograban tener hijos, y él se fue con una mujer más joven. Ella quedó embarazada y el hombre pidió el divorcio. ¿Qué otra opción tenía la esposa? Se separaron. Ella lloró un tiempo, pero todos quedaron sorprendidos cuando mi amiga comenzó una relación con el padre de aquella muchacha que le había quitado al marido. Ese hombre también pidió el divorcio. Al final, ella terminó siendo la suegra de su exesposo. Y tuvo un hijo. La exesposa —y a la vez madre de la joven— estaba furiosa. Mientras tanto, mi amiga y su nuevo esposo viven felices, sin dar importancia a la diferencia de edad. Él resultó ser un padre ejemplar y no se cansa de demostrarles amor a su esposa y a su hijo. © MutluTilki / Pikabu
  • Mi ex tenía una amiga que llevaba a su hija a clases de baile en un estudio dentro de nuestro edificio. Dejaba a la niña y luego se iba a nuestra casa con mi esposa a charlar en la cocina; esas visitas se extendían unas dos horas, tres veces por semana. A mí me molestaba no poder entrar a la cocina en calzoncillos a beber agua por culpa de esa invitada. Pero la amiga era atractiva, de buen físico, y decidí actuar. Un día le dije a mi esposa que había soñado que tenía algo con María, y que en el sueño me había gustado mucho. Después de eso, nunca más volví a ver a María en nuestro departamento. © BanPObespredelu / Pikabu
  • Cuando mi exesposa se fue del departamento, se llevó toda la vajilla, absolutamente toda. Su argumento fue que eran regalos de su familia en la boda. Yo no tenía idea de quién había regalado qué, habían pasado ya seis años desde la boda. Bueno, está bien. La noche que me di cuenta, comí con las manos como pude, y al día siguiente compré un juego básico de vajilla. Una semana después, cuando mi ex volvió a recoger lo que le quedaba de cosas, también se llevó toda la vajilla nueva que yo había comprado. Su argumento: “Decidí que la vez pasada olvidé algo y no me llevé todo”. Yo solo quería terminar con todo aquello cuanto antes, así que no discutí. Compré otra vez la vajilla y asunto cerrado. © Anykeyman78 / Pikabu
  • Mi esposo y yo llevamos casi 18 años casados, y de repente se encaprichó con una colega de otra sucursal. Le compró un coche e incluso la llevó al mar. Me propuso separarnos de manera pacífica: a mí me quedaría el departamento de tres habitaciones donde vivíamos y la casa de campo, y el resto sería para él. No sé en qué estaba pensando, porque el departamento y todo lo demás se compró durante el matrimonio, y la casa de campo la usa principalmente su madre.
    Le recordé cuánto me quiere su mamá, lo bien que me llevo con su hermana y lo mucho que me adoran sus sobrinos. Les dolería profundamente si nos divorciamos y yo desapareciera de sus vidas. También le recordé el respeto que le tienen nuestros amigos en común, que no aceptarían a su nueva amante de 20 años, así como las buenas conexiones que mantiene en el trabajo, porque muchos de sus colegas son mis excompañeros de estudios y amigos. Sin mencionar que tengo pruebas de su infidelidad y que pelearía en los tribunales hasta el último centavo, incluido el coche de su amante, que compró con dinero familiar. Él claramente no había pensado en todo eso, porque durante mi discurso se veía completamente perdido. Al final, la chica lo dejó porque de pronto ya no le alcanzaba el dinero para mantenerla. Casi todos los bienes compartidos ahora están a mi nombre gracias a donaciones. En público fingimos ser pareja, pero en la vida real no le dirijo la palabra ni le plancho una camisa. Así llevamos ya dos años. La verdad, estoy cansada. Pienso divorciarme cuando nuestros hijos se vayan a estudiar. © Overheard / VK
  • Cuando me divorcié de mi esposo, el 90% de sus amigos corrieron a coquetear conmigo. Su argumento: “Bueno, ahora ya eres libre, entonces se puede, porque mientras estabas casada no era correcto fijarse en la mujer de un amigo”. A mis preguntas: “¿Y no importa que yo sea amiga cercana de tu esposa? ¿No temes que se lo diga?” la respuesta era: “Tú no eres así, no harías algo así”. Ajá, yo no soy así. ¡Pero tú sí lo eres! ¿Cómo se le puede ocurrir tener un romance con la exesposa de un amigo y, al mismo tiempo, amiga de su propia esposa? Lo que sentí después fue una gran decepción. O sea, ¿todo ese tiempo en que hacíamos parrilladas juntos, nos visitábamos en casa o paseábamos con los niños, él me estaba mirando con otros ojos? Qué asco. Yo lo consideraba un amigo. Y no fue solo uno, no. Fueron como seis los que se animaron a acercarse en la primera semana después de mi mudanza. © ryzayazaya / Pikabu
  • Hoy me enteré por mi mamá de que, cuando yo tenía 3 años, mi papá la engañó. Cuando discutieron, todo apuntaba a un divorcio. Entonces mi papá le dijo que aceptaría lo que ella decidiera. Mi mamá le respondió que no le daría el divorcio, que se quedara viviendo con una mujer a la que no amaba y que sufriera con eso. Desde ese día cambió por completo su actitud hacia él. Han pasado 15 años y ella lo sigue recordando, sin intención de perdonar a un infiel. ¡Y pensar que llevan 22 años juntos! © Overheard / VK
  • Terminé con un chico porque, a sus 26 años, no estaba listo para una relación seria. Decía: “Soy demasiado joven, todavía no he disfrutado la vida, espérame, yo volveré y me casaré contigo, de verdad, de verdad”. Un año después conocí a quien sería mi esposo. Salimos durante cuatro años, nos casamos y luego nació nuestro hijo. Ese verano me escribió aquel ex: “Ya estoy listo para casarme, para Año Nuevo voy a ir. ¿Cómo que estás casada? ¿Cómo que tienes un hijo? ¿Y yo qué?”. Y de hecho viajó dos mil kilómetros, muy sorprendido de que yo aún no me hubiera divorciado ni tuviera intención de hacerlo. © Kotiki / Dzen

Y si te gustan las historias con drama, aquí tienes un artículo sobre cómo un simple trayecto en ascensor puede convertirse en una tragicomedia.

Imagen de portada Poushistik / Pikabu

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