20 Personas hablan de cuando la pobreza les hizo valorar muchas cosas

Historias
hace 10 meses

Solo aquellos que vivieron situaciones complicadas, saben apreciar el valor de las cosas. Desde una madre que deja de comer por sus hijos hasta un empleado que no puede ni comprarse zapatos nuevos para el trabajo, estas personas saben lo que es seguir adelante sin apoyo alguno. Y es por eso que compartimos algunos testimonios que nos dejaron los lectores para mostrar las cosas que uno es capaz de hacer cuando falta el dinero.

  • Vivo con mi mamá con discapacidad. Tenemos por costumbre (porque a ella le encanta) salir a comer un día del fin de semana a los comedores cercanos (no son restaurantes, sino locales de venta de comida donde se puede sentar uno a comer). Un día fue que no tenía nada de plata, pero ella insistió tanto que quería ir que no tuve corazón para decirle que no podía pagar para las dos. En esos lugares sirven el plato principal y sopa. Hacía algo de frío, así es que aproveché, le dije que pediríamos solo su menú, que yo había estado sufriendo de mi estómago y solamente me tomaría su plato de sopa. Así hicimos. Ella no se dio cuenta y yo me sentí satisfecha de que al menos ella pudiera comer algo rico sin sufrir por el dinero. © Guada Tejerina / Facebook
  • Hace tres años adopté una hija más, pero tengo problemas económicos porque su cumpleaños se me junta con los de mis hijas, que son tres, y sigue ella. Ando sacando de donde puedo para poder celebrar su cumpleaños, ya que se quedó sola a sus 13 años y siempre digo que ella si es una bendición. © Natividad Tadeo / Facebook
  • Desde muy joven me tocó sostener la casa con mis hermanos y después con mis hijas. Desde ese entonces mi madre me guardaba la comida con la carne y pollo más grande. Una de mis hijas me contó que ella no comía proteína para que yo comiera, entonces le dije que por favor partiera de mi plato para las dos, que me sentiría incómoda si ella no comía. © Maria Jimenez / Facebook
  • Pase por una racha muy triste hacía tiempo y si no quedaba nada, decía que no tenía hambre. Pero ellos se daban cuenta porque, ahora que son adultos, platicamos de esos tiempos y ellos dicen que me dejaban un poquito. Gracias a dios todo pasó y ahora estamos bien, pero vi que a mi hijo mayor se le quedó muy grabada esa situación. Cuando sabe de alguna mujer sola con niños, siempre trata de ayudar y dice: “Me acuerdo de ti, mamá” © Josefina Herrera / Facebook
  • Trabajaba en una tienda de autoservicio y cuando tocaba quedarse más tarde, nos daban para taxi. Me iba caminando y en el camino le compraba una pizza pequeñita a mi hijo. Se ponía feliz, me daba fuerzas para resistir el cansancio de regresar a casa caminando sola, porque era de noche y era una distancia larga. Pero valía la pena al ver su alegría, dentro de carencias y problemas, tiempos difíciles. © Elizabeth Gaytán Morales / Facebook
  • Fueron etapas muy difíciles, pero no me rendí. Iba a los mercados a recoger merma, fruta, verdura... incluso llegué a pedir a mis vecinas la harina de maíz, el frijol con gorgojos, las lentejas que ellas tiraban... en fin. Me levantaba más temprano y cocía el frijol y, con la harina de maíz, les hacía tortillas y atole. Y cerca de la lumbre les hacía su comedor, el baño volteado y bloques de sillitas. Quizás había carencias, pero amor si había. © Sily Lalo / Facebook
  • Yo pedía dinero a mis compañeros de escuela supuestamente para pagar el camión, pero en verdad era para comprar tortillas para comer, porque muchas veces no tenía ni para eso. © Angie Sirena Tadeo / Facebook
  • Yo y mi esposo llegamos a otra ciudad de México, en la frontera, y ahí llegué a vivir en una casa que tenía miles de cucarachas. Apagábamos la luz y parecía que tenían fiesta, pero le agradezco a la persona que me ofreció su casa en ese momento. Luego nos movimos y empezamos a trabajar en maquilas. Hubo tiempos que solo comíamos arroz con una lata de elote. Yo estaba embarazada y fue duro, pero gracias a Dios salimos adelante y ahora le contamos eso a mis hijos para que vean que la vida tiene altas y bajas. © Janeth Virgen Guillen / Facebook
  • Cuando le tocó recorte a mi esposo de su trabajo, el refrigerador estaba vacío, con una pequeña de dos añitos que no entendía el porqué no había nada. Y nosotros aprendimos de esa experiencia. Hice una venta de garaje para sacar a mi hija adelante y animar a mi esposo. Siempre nos apoyamos en todo. © Sam SJ Castañeda / Facebook
  • Con tal de graduarme me quedaba sin dinero trabajando y estudiando, no tenía más que un solo par de zapatos para ir a estudiar e ir a trabajar. En resumen, era mi único par de zapatos, en temporada de lluvia no me daba tiempo de secarlos. ¡¿Ni como, verdad?! Para el colmo, me salieron hongos en dos uñas, han pasado años y no logro limpiarlas. Me gradué, pero cada vez que veo mis uñas me da rabia de pensar que por el maldito dinero y no tener para comprar zapatos tengo así mis uñas. © Suceth Ruíz / Facebook
  • Tenía una amiga que iba a visitarme con sus dos niños, yo les ofrecía un sándwich y una limonada. Los niños a veces decían: “No, gracias”. La mamá, que los escuchaba, les decía: “Mejor que lo acepten, acuérdense que no tenemos nada en la casa”. © Josefina Calderon / Facebook
  • Mi esposo estuvo fuera de contrato 8 meses y peleando una liquidación. Trabajó en chambitas, como pagaba la casa con eso, él juntaba para la mensualidad y mi salario era para el resto de gastos: comida, agua, luz, internet, gas, gasolina y gastos extras. Nos acabamos los ahorros y nos apretamos el cinturón para que nuestros hijos almorzaran, comieran y cenarán. Y nosotros una comida bien dada al día. Gracias a Dios salimos de esa mala racha, hoy trabajamos los dos y seguimos echándole ganas por y para ellos © Ortiz Brns / Facebook
  • Mi esposo, sin ser el padre biológico de mis hijos, se quitaba el alimento de la boca por mis hijos, quería que comieron ellos primero. Su mamá le traía un taco, siempre con chile, muy picosa. Mi esposo lavaba la carne para quitarle lo picante, para que mis hijos comieran. © Chata Alba / Facebook
  • Pues yo recuerdo con mucho cariño y satisfacción que pasaba momentos económicos difíciles con cuatro hijos. Siempre pasaba por mi casa un niño muy pobre que iba a la escuela, tenía hasta el uniforme roto. Y yo cuando podía le ofrecía un taquito para que no se fuera a la escuela sin comer, aunque fuera de pura sopa, pero siempre que podía lo hacía y el niño se iba muy contento a la escuela. Mis hijos siempre recuerdan eso y siempre me dicen que jamás olvidarán que yo le invitaba de comer al niño, aunque nosotros estábamos bien limitados. © Iliana Sanchez Cruz / Facebook
  • Yo comía en el comedor de la empresa dónde trabajaba y comía la mitad. La otra parte la llevaba a casa con el postre y las latitas de gaseosa. Eso cenaba con mi esposa e hija. Fue duro, pero me enseñó a ahorrar y después darme con todos los gustos. © Ramiro Zarate / Facebook
  • Me embaracé muy joven y todos me dieron la espalda. Solo Dios sabe lo que pasé para poder comprarle los pañales y las cosas a mi bebé. Un amigo me ofreció trabajo y con lo que ganaba le compraba sus cosas. Pero no tenía dónde vivir, vivía arrimada. Gracias a Dios todo eso pasó y puedo dar testimonio de que cuando nadie estuvo, solo Dios estaba y está. Todo eso es cosa de un pasado que hoy me hizo más fuerte. © FrayDana VZ / Facebook

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