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La maxifalda es un básico del armario porque es capaz de adaptarse a distintos estilos y tipos de cuerpo. Su versatilidad permite que parezca una prenda completamente distinta cada vez, dependiendo de cómo la combines. Para lograr ese efecto transformador, solo necesitas conocer algunos principios clave que cambiarán para siempre la forma en la que ves —y usas— estas faldas usadas desde tiempos ancestrales.
Las maxifaldas son una auténtica cápsula del tiempo en la historia de la moda. En la década de los 60 y los 70 eran un boom, pero hay evidencia de que ya se usaban en la era minoica, entre los años 3000 y 1100 a.C., donde se vislumbraban estructuras acampanadas y rígidas elaboradas en pieles.
Mucho más adelante, durante el Renacimiento, España trajo el verdugado, una falda acampanada armada con aros visibles, que más tarde se ocultarían bajo la tela, aportando volumen y teatralidad al vestuario femenino.
Luego, en el siglo XVII, Francia llevó esta silueta al extremo con el “guardainfante”, logrando un efecto de mesa que dejaba ver, por primera vez, el calzado. Estas faldas eran auténticas obras de arte con pliegues, frunces y ornamentos que marcaban estatus y estilo. A lo largo del Barroco y hasta la era victoriana, las maxifaldas continuaron transformándose: primero con la crinolina y luego con el polisón, que acentuaba el volumen en la parte trasera, logrando una silueta dramática y sofisticada.
Hacia finales del siglo XIX, la alta costura comenzó a coquetear con formas exageradas, telas nobles y detalles exquisitos. El siglo XX lo simplificó todo y las faldas dejaron de ser incómodas para volverse más funcionales y discretas, siendo un claro reflejo de los cambios sociales y el rol de la mujer. Sin embargo, fue en los años sesenta cuando las maxifaldas volvieron con fuerza, impulsadas por el espíritu libre del movimiento hippie y la visión de diseñadores como Yves Saint Laurent.
Tiene sentido que Lana del Rey haya revivido ese legado en el MET Gala y que Billie Ellish también la interprete de esta manera tan moderna y poderosa, recordándonos que esta prenda es tan versátil como atemporal. A continuación, te mostramos 5 formas de llevar una maxifalda para verte chic y lo que no debes hacer cada vez que la uses.
Este outift no falla en elegancia; después de todo, fue Carolina Herrera quien lo hizo popular. La diseñadora venezolana creó una fórmula tan simple como efectiva: una blusa blanca impecable combinada con una maxifalda sofisticada que le otorga a quien la lleva un estilo atemporal y extraordinariamente versátil.
La blusa blanca, por su neutralidad y estructura, actúa como un lienzo en blanco que puede transformarse según los accesorios y la falda con la que se combine. Ya sea una maxifalda negra clásica, una con estampados llamativos o una de gala que roza el suelo, este dúo puede ser tan sobrio o tan dramático como lo desees.
Anne Hathaway, por ejemplo, recurrió a esta fórmula infalible en su aparición en la MET Gala 2025, donde deslumbró con una impresionante maxifalda diseñada por Wes Gordon, bordada con más de 200000 cuentas y apliques. La actriz complementó el conjunto con una camisa blanca clásica, en un claro guiño al estilo icónico de Carolina Herrera.
Si quieres verte elegante, pero casual y al mismo tiempo dar la impresión de que no te esforzaste mucho para lograr un outfit deslumbrante, tienes que probar este look inspirado en lo retro que te hará lucir completamente actual.
Una maxifalda combinada con un top y un cinturón es todo lo que necesitas para marcar la pauta como Beyoncé, quien apareció en la gala de La Mujer del Año 2024 con una blusa de manga corta en tono amarillo mantequilla pálido, metida dentro de una falda larga estilo columna en seda dorada que caía suavemente hasta los pies.
El conjunto se completó con un cinturón ancho color crema, rematado con una hebilla cuadrada plateada, que marcaba la cintura y equilibraba perfectamente las proporciones. Por suerte, no necesitas adquirir el conjunto de la colección Primavera/Verano 2025 de Sergio Hudson para capturar la esencia de este look: con una camiseta o blusa de corte similar, una maxifalda tipo columna y un cinturón grueso, podrás replicar este estilo y cautivar más de una mirada.
En pleno verano, esta es una de las mejores opciones para mantenerte fresca sin sacrificar el estilo. Una maxifalda larga, suelta y de tela suave puede convertirse fácilmente en un vestido. Solo tienes que subirla hasta el pecho para transformarla en un vestido tipo strapless, ideal para los días cálidos, pero también adaptable al otoño o invierno con unos simples ajustes.
Aunque este look tiene un aire veraniego, puedes adaptarlo a climas fríos añadiendo mallas o leggings debajo, combinándolo con botas altas y sumando capas como un cárdigan, una chaqueta de mezclilla o incluso una gabardina.
Un consejo útil para que esta transformación luzca favorecedora es anudar un cinturón o una camisa a la cintura, lo que ayuda a definir la silueta y darle estructura al conjunto. Y así es como conviertes una falda en un vestido chic, cómodo y versátil. Usar la ropa de maneras inesperadas y darles funciones fuera de lo común amplía tu armario sin necesidad de comprar más piezas.
Usar una maxifalda sobre pantalón puede sonar arriesgado a primera vista, especialmente si viviste la moda de principios de los 2000, pero hoy este combo se reinventa como una fórmula chic, funcional y moderna. La buena noticia es que solo hay dos maneras de hacerlo: una correcta y otra incorrecta.
La tendencia ha regresado con un giro sofisticado, combinando la ligereza femenina de una falda larga con la estructura práctica del pantalón para lograr un efecto estilizado. Es perfecta para las épocas de transición, cuando aún hace frío para mostrar pierna, pero ya quieres empezar a sacar tus looks primaverales del clóset.
¿La clave? Elegir prendas con intención. Una maxifalda vaporosa o con abertura, sobre pantalones rectos o ligeramente acampanados, puede ser tan favorecedora como cómoda. Además, te permite jugar con las proporciones y las capas sin perder el equilibrio del outfit. Si quieres una referencia clara de cómo lograrlo con estilo, siempre puedes mirar cómo lo ha hecho Beyoncé.
La mezclilla clara y los tenis o zapatillas retro son como la miel y los panqueques: una combinación perfecta. Si quieres lucir moderna, cómoda y con un toque fresco y urbano, sin complicarte con fórmulas rebuscadas, esta es una opción que debes probar.
Esta apuesta ganadora funciona porque la silueta clásica y de perfil bajo de estas zapatillas combina a la perfección con la estructura firme del denim, sin competir visualmente con ella. Puedes alargar tus piernas visualmente eligiéndolas en tonos neutros o de bajo contraste con tu piel.
Este pequeño detalle marca una gran diferencia, especialmente cuando llevas una prenda tan llamativa y con tanta presencia como una maxifalda de mezclilla. Además, la camisa holgada aporta un aire de sobriedad que equilibra el protagonismo de la falda.
Como puedes ver, la maxifalda es camaleónica y no para de evolucionar mientras juega a favor de tu estilo personal. Aprender a jugar con sus proporciones, texturas y capas amplía las posibilidades de tu armario y tu forma de expresarte a través de la moda. Después de todo, si Carolina logró convertir prendas básicas en sinónimo de elegancia y buen gusto, no dudes de que tu también puedes hacerlo.