13 Personas vieron el teléfono de sus familiares y después desearon no haberlo hecho

Todos conocemos las señales de alarma más comunes que auguran problemas matrimoniales: discusiones constantes, falta de confianza o infidelidad. Pero, ¿qué hay de las señales sutiles e inesperadas que la mayoría de la gente pasa por alto? Investigadores y expertos en relaciones de pareja han identificado factores sorprendentes que podrían indicar discretamente que un matrimonio se tambalea, mucho antes de que surjan problemas graves.
Un romance relámpago puede parecer el comienzo perfecto para un matrimonio duradero, pero los estudios sugieren lo contrario. Las parejas que comienzan sus relaciones con una pasión desbordante y una intensidad propia de un cuento de hadas suelen tener dificultades para mantener ese nivel de entusiasmo con el paso del tiempo.
Cuando la fase de luna de miel se desvanece inevitablemente, estas parejas pueden sentirse desilusionadas, confundiendo la evolución natural de la relación con una pérdida de amor. Paradójicamente, los matrimonios que empiezan a un ritmo más lento y estable -sin el drama cinematográfico- suelen tener unos cimientos más sólidos y más posibilidades de perdurar en el tiempo.
Puede parecer que evitar las discusiones es señal de una relación sana, pero en realidad puede ser un asesino silencioso del matrimonio. Esconder los problemas bajo la alfombra no hace que desaparezcan, sino que permite que el resentimiento se acumule con el tiempo.
Si te tragas constantemente tus sentimientos para mantener la paz, es posible que estés sacrificando tus propias necesidades y tu bienestar emocional, lo que en última instancia puede erosionar los cimientos de tu matrimonio.
La edad puede desempeñar un papel importante en el éxito matrimonial. Un estudio de la Universidad de Utah sugiere que la edad ideal para casarse oscila entre los 28 y los 32 años, ya que las personas que se encuentran en esta franja tienden a tener una comprensión más madura del compromiso.
Los que se casan demasiado jóvenes suelen contraer matrimonio antes de comprender plenamente lo que implica, ya sea la gestión de las finanzas, la resolución de conflictos o simplemente la comprensión de su propio crecimiento personal. Aunque algunas parejas jóvenes consiguen que funcione, precipitarse en el matrimonio sin un fuerte sentido de sí mismos puede aumentar la probabilidad de divorcio.
Compartir la cama puede parecer una parte innegociable del matrimonio, pero para algunas parejas puede ser una fuente de tensiones. Las diferencias en los horarios de sueño, los ronquidos o la inquietud pueden provocar un sueño deficiente, que a su vez fomenta el resentimiento y la irritabilidad.
Muchos expertos recomiendan el “divorcio del sueño”, o dormir por separado, como solución práctica y sana para las parejas que luchan contra las interrupciones nocturnas. A pesar de su engañoso nombre, esta práctica no es señal de problemas matrimoniales, sino una forma de garantizar que ambos miembros de la pareja descansan lo necesario para funcionar bien durante el día.
Pocas cosas son tan tóxicas para un matrimonio como el desprecio. Cuando uno de los miembros de la pareja habla o actúa constantemente desde un lugar de superioridad -ya sea a través del sarcasmo, los insultos o un lenguaje corporal despectivo- se socavan los cimientos del respeto mutuo.
Poner los ojos en blanco, burlarse o hacer comentarios degradantes puede parecer insignificante en un momento dado, pero estos comportamientos indican un resentimiento más profundo. Según los expertos en relaciones de pareja, el desprecio es uno de los factores que más predicen el divorcio, ya que envenena la comunicación y dificulta cada vez más la reconciliación.
El matrimonio no es solo amor: es amistad, compañerismo y disfrutar de la compañía del otro. Si bien es normal que las parejas tengan pasatiempos independientes y tiempo a solas, una señal de alarma importante es cuando uno o ambos cónyuges comienzan a evitar activamente pasar tiempo juntos.
Si ya no te apetece salir por la noche, conversar o incluso pasar momentos informales con tu cónyuge, suele ser un signo de desconexión emocional. Sin intereses compartidos o un deseo de estar cerca del otro, la relación puede empezar a sentirse más como una carga que como una asociación.
Las entrevistas de trabajo ya son de por sí angustiosas, pero ¿y si los seleccionadores de personal te pusieran a prueba en secreto sin que te dieras cuenta? Descubra el método de la “silla”, una táctica sutil, pero reveladora que los jefes de contratación utilizan para evaluar a los candidatos sin que ellos lo sepan.