7 Pensamientos tóxicos que pueden envenenar nuestras vidas y cómo deshacernos de ellos

Psicología
hace 4 años

A veces, nuestros propios pensamientos pueden dañar seriamente nuestra salud mental, nuestra autoestima y nuestro bienestar general. Por eso es importante reconocer ciertos tipos de pensamientos que no son buenos para nosotros. Por ejemplo, si alguien nos felicita por nuestros logros, no deberíamos ignorarlo y decir que no es tan importante. En cambio, debemos aceptar el cumplido y admitirnos a nosotros mismos que realmente lo merecemos.

En Genial.guru, nos damos cuenta de que nuestros propios pensamientos pueden ser más poderosos de lo que pensamos. Así que es bueno que estés atento a estos pensamientos tóxicos, ¡y posiblemente verás algunos cambios positivos en tu vida!

1. Pensar en los extremos

Tener pensamientos que se enmarcan en “todo o nada” se conoce como pensar en los extremos. Sientes que tienes que ser perfecto: o tienes éxito en el trabajo o eres un completo fracaso. En casa, tienes que ser la mejor madre o esposa posible, y si hay un aspecto menor de estos roles que no estás cumpliendo, empiezas a sentirte culpable y decepcionado de ti mismo.

Permítete ser imperfecto, comenzando por no usar más términos “blancos o negros”. Por ejemplo, si te da vergüenza bailar mientras hay otras personas cerca, no pienses: “Soy un bailarín terrible. Todos me mirarán fijamente y pensarán que parezco un tonto”. En lugar de eso, piensa: “Me gusta bailar, así que me divertiré. Y probablemente no volveré a ver a estas personas de todos modos, así que no importa lo que piensen”.

2. Sobregeneralizar las cosas

A veces, un par de resultados negativos pueden hacerte pensar que todo lo que sigue será igual de terrible. Por ejemplo, si no recibes ninguna oferta de trabajo después de varias entrevistas seguidas, podrías llegar a pensar: “Soy un perdedor. Nunca conseguiré un trabajo”.

En su lugar, trata de verte a ti mismo y al mundo que te rodea de una manera más realista. Acepta que los contratiempos ocurren y que no definen quién eres ni qué sucederá a continuación en tu vida. Recuerda que las habilidades que tienes son importantes y que sigues siendo una persona valiosa a pesar de esos rechazos.

3. No aceptar comentarios positivos

Es posible que sientas que no lo mereces cuando alguien elogia tu trabajo. Entonces, cuando alguien dice: “¡Has hecho un gran trabajo!”, dices: “Gracias, pero cualquiera podría haberlo hecho igual de bien”. O simplemente das las gracias, pero en realidad piensas: “Ella solo lo dice para ser amable, pero en el fondo, no lo dice en serio”. Y al pensar eso, refuerzas tu creencia de que no eres digno de elogios.

Aprende a aceptar comentarios positivos y a no devaluar tu autoestima. Entonces, en lugar de perpetuar una imagen negativa de ti mismo en tus pensamientos, confía en que quienquiera que te haya felicitado realmente lo dijo en serio y trata de sentirte halagado al respecto.

4. Dejar que tus emociones controlen tus decisiones

Llegar a conclusiones sobre ti mismo o las cosas que te rodean basándote en las emociones es otro tipo de pensamiento que puede impedirte hacer lo que quieres y lograr tus metas. Por ejemplo, deseas iniciar un negocio, pero tienes miedo de que no funcione y te sientes abrumado por todo el proceso. Por lo tanto, podrías llegar a pensar que, si ya estás asustado y confundido, en realidad no estabas destinado a ser un hombre o una mujer de negocios.

Sin embargo, la forma en que algo te hace sentir no siempre define cómo realmente es. Si tienes pensamientos negativos desde el principio, te estás preparando para el fracaso. Por lo tanto, es importante eliminar esas preocupaciones, enfrentar tus miedos y pensar de manera más positiva sobre tus habilidades o acerca de la situación actual.

5. Culparse a sí mismo regularmente

Todos queremos sentirnos en control de lo que sucede en nuestras vidas, por lo que cuando algo no sucede como esperábamos, podríamos culparnos a nosotros mismos, incluso si no somos responsables de ello. Por ejemplo, si tu hijo saca malas notas en la escuela, podrías pensar que eres un mal padre. O si reservaste una mesa en un restaurante para cenar con tus amigos, pero cuando llegaste al lugar no tenían un registro de tu reserva, entonces comienzas a culparte por no ser lo suficientemente responsable como para verificar si la reserva se realizó, y piensas que todos tus amigos también te culpan por arruinarles la noche. Si bien, en realidad, probablemente no fue tu culpa en absoluto, tal vez la persona que verificó las reservas simplemente la perdió o hubo una falla en el sistema.

Entonces, en lugar de castigarte y pensar: “Todo es culpa mía, podría haberlo evitado”, acepta que hay algunas cosas que simplemente están fuera de tu control y que no eres responsable si algo sale mal.

6. Utilizar expresiones como “tener que”, “debería” y “habría que”

En algunas situaciones, usar estas palabras significa establecer metas poco realistas. Y si no las logras, te sientes mal por ello y te ves a ti mismo como un fracasado. Por ejemplo, piensas para ti mismo: “Debería hacer ejercicio 5 veces a la semana”. Y luego, si no lo haces, te sientes realmente culpable por ello y piensas que nunca tendrás suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

En su lugar, piensa “Puedo elegir hacer ejercicio 5 veces a la semana”. Si usas este tipo de expresiones, no te sentirás tan limitado en tus acciones. Te darás más libertad para elegir lo que puedes y quieres hacer. Y no te sentirás mal si decides no hacer ejercicio en un determinado día.

7. Sacar conclusiones precipitadas

Nunca se puede saber realmente lo que está pensando otra persona. Sin embargo, a veces estar ansioso o inseguro puede llevarte a hacer suposiciones sobre lo que otros piensan de ti, y rara vez es algo positivo en tu mente.

Por ejemplo, es posible que te sientas cohibido cuando notas que alguien te está mirando. Piensas que tal vez hay algo en tus dientes o que tu cabello se ve extraño cuando, en realidad, esa persona podría no estar mirándote en absoluto. Puede que solo esté mirando a la distancia, absorta en sus pensamientos. Y si realmente te está mirando, tal vez quiera felicitarte por tu atuendo, pero no se atreve a hacerlo.

No dejes que tu ansiedad controle cómo piensas y sientes. Cuando notes que tu cerebro está leyendo la mente de alguien más y seleccionando solo los peores escenarios de lo que otros podrían estar pensando, detente e imagina el mejor de los escenarios.

¿Alguna vez te has sorprendido teniendo este tipo de pensamientos? ¿Cómo te afectan en tu vida diaria? ¿Has intentado deshacerte de ellos? ¡Cuéntanos en la sección de comentarios!

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