Científicos finalmente revelan una sorprendente respuesta al dilema del “huevo o la gallina”

Curiosidades
hace 1 día

Un reciente descubrimiento da una fascinante vuelta de tuerca a la clásica cuestión del “huevo o la gallina”, que ha intrigado a la humanidad durante siglos. Sugiere que los procesos biológicos necesarios para el desarrollo embrionario ya estaban en marcha mucho antes de que aparecieran los primeros animales o sus huevos. Este hallazgo cambia lo que creíamos saber sobre la cronología de la evolución y demuestra lo compleja que era la vida en la Tierra.

Según un grupo de investigadores, un organismo unicelular que habita en el sedimento de mares poco profundos muestra notables similitudes con los embriones animales durante la reproducción. Su método de autodivisión refleja fielmente el proceso de división celular embrionaria.

Se trata de un microbio llamado Chromosphaera perkinsii. Su existencia durante más de mil millones de años, antes de la aparición de los primeros animales, implica que la vida ideó el marco biológico de los huevos mucho antes de que los huevos mismos aparecieran.

Omaya Dudin, bioquímico del Instituto Federal Suizo de Tecnología, explicó: “Aunque C. perkinsii es una especie unicelular, este comportamiento demuestra que los procesos de coordinación y diferenciación multicelulares ya están presentes en la especie, mucho antes de que aparecieran los primeros animales en la Tierra”.

Todos los animales pluricelulares comienzan su existencia de manera similar. Dos gametos se unen y fusionan, iniciando un proceso de división y desarrollo celular. La primera fase de este proceso, conocida como escisión, implica una rápida división celular que se produce en rápida sucesión sin que aumente el tamaño, es un proceso conocido como palintomía. El resultado de este proceso es un grupo de células con un centro hueco, parecido a una frambuesa, conocido como blástula.

Curiosamente, un proceso similar se observa en organismos unicelulares como método de reproducción. En estos casos, el organismo se divide en varias células hijas, que luego se separan y funcionan de forma independiente. Los científicos ya han observado paralelismos entre estos fenómenos.

De hecho, un estudio publicado a principios de este año sugería que los ictiospóreos podrían servir de valioso modelo para explorar los orígenes de los animales. Esto se debe a que los ictiospóreos pertenecen a un grupo de organismos unicelulares que se ramificaron hace más de mil millones de años a partir del linaje que finalmente dio lugar a los animales. Aunque no están clasificados como animales, comparten una estrecha relación evolutiva. Las similitudes entre los ictiospóreos y los animales son probablemente rasgos heredados de un antepasado común antes de la divergencia de sus caminos evolutivos.

A principios de este año, un equipo de científicos dirigido por la bioquímica Marine Olivetta, de la Universidad de Ginebra, publicó un estudio que demostraba que C. perkinsii se reproduce mediante un proceso denominado palintomía, similar a la división de las células animales durante la mitosis.

Mientras tanto, Dudin y su equipo se centraron en C. perkinsii —uno de los pocos ictiospóreos que no es parásito— y lo compararon con otros organismos del mismo grupo para encontrar más similitudes entre la reproducción palintómica y las primeras etapas del desarrollo animal.

Descubrieron que, tras dividirse por palintomía, C. perkinsii forma un grupo de células similar a una blástula animal. Este grupo contiene al menos dos tipos distintos de células. La colonia permanece en esta forma similar a la de una blástula durante gran parte de su vida antes de que las células acaben separándose y moviéndose de forma independiente.

El proceso es sorprendentemente similar a la forma en que se desarrolla un embrión animal. Esto indica que este desarrollo podría ser un rasgo ancestral compartido entre los animales y los ictiospóreos, lo que sugiere que el modelo genético para el desarrollo embrionario existía incluso antes de que evolucionaran los propios embriones.

Sin embargo, a la naturaleza se le da muy bien reutilizar ideas exitosas. A veces, rasgos o procesos similares aparecen en organismos completamente diferentes por casualidad, un fenómeno llamado evolución convergente. La forma en que C. perkinsii se desarrolla y forma grupos de células es inusual y no se ha observado en otros ictiospóreos. De hecho, aparte de algunas observaciones dispersas, ningún pariente cercano de los animales muestra un desarrollo como el de un embrión animal o C. perkinsii. Esto plantea la posibilidad de que la evolución convergente pueda explicarlo, aunque también es posible que compartan un antepasado común.

En cualquier caso, este descubrimiento es apasionante. C. perkinsii podría ayudarnos a comprender cómo evolucionaron los animales por primera vez, o podría demostrar que la vida primitiva disponía de herramientas genéticas mucho más flexibles de lo que creíamos.

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