Cómo sería el mundo si todos los océanos se secaran
Un nómada, que camina por un desierto, siente el sol abrasador como nunca antes. Se le puede ver de lejos gracias a su ropa brillante. Su larga sudadera con capucha está cubierta de papel aluminio. Refleja la luz del sol y lo protege del calor. El suelo está tan caliente que las suelas de los zapatos pueden derretirse en él. Por eso sus botas están cubiertas de material resistente al calor.
Un cielo sin nubes, una tierra árida y el calor... ¡Pero el nómada no está en el desierto! Está caminando en el fondo del océano. No sabe por qué ocurrió, pero todos los océanos de la Tierra se secaron. Sucedió casi instantáneamente, y ni siquiera las mentes más brillantes del mundo saben por qué. El vagabundo solo sabe una cosa. Cuando ocurrió, su familia estaba al otro lado del océano. Durante varios meses, ha estado viajando a través de esta tierra sin vida. Y no se detendrá hasta encontrarla.
El paisaje de los alrededores es espectacular. Por fin se han descubierto los secretos de las profundidades del océano. El fondo marino está formado por enormes cordilleras y volcanes. Se han quedado dormidos para siempre después de que el agua desapareció. Además, hay enormes zanjas que conducen a las profundidades inexploradas del planeta. La gente tuvo que construir puentes para superar estas enormes grietas en el suelo. Pero la mayor parte del fondo del océano son llanuras planas. Sin límites, sin vida, sin piedad.
El caminante está atravesando un enorme cañón. Una vez, fue un enjambre de vida marina. El hombre se pone una máscara antigás, pero no por una tormenta de arena. Muchos peces y otros habitantes marinos solían vivir en esos cañones. Ahora, lo único que queda es un terrible olor. El nómada pasa junto a enormes esqueletos de ballenas. Entre ellos, observa tiendas de campaña sucias. La gente se esconde ahí del calor. La temperatura en la zona es mucho más alta que en el desierto del Sahara. Una de las principales funciones del océano era distribuir el calor por todo el planeta. El Sol emite calor y radiación. El océano absorbía esta energía. Muchas corrientes eran cálidas y llevaban este calor por todo el mundo. El agua se calentaba en el ecuador; entonces se evaporaba y se convertía en nubes. Cuando el aire caliente se elevaba, arrastraba el aire más frío de abajo. Esto permitía que la energía se distribuyera uniformemente. En palabras sencillas, el océano enfriaba los lugares calientes y llevaba el calor a los fríos. Ahora no hay nada de esto. Cada día el Sol quema el ecuador y seca el resto del planeta.
El nómada no se acerca a las tiendas. Lleva el tesoro más valioso del mundo y no quiere que la gente se fije en él. Los habitantes de la Tierra solo intentan sobrevivir. Y muchos se han olvidado de algo tan importante como la moral. Afortunadamente, él aún la recuerda. Los pensamientos de su familia le ayudan a seguir siendo una buena persona. A veces, le complica la vida. Como ahora, por ejemplo. A lo lejos, ve a una joven. No tiene buen aspecto. No hay nadie alrededor, y el nómada decide ayudarla. Saca de su mochila algo que vale más que todo el oro del planeta: una botella de agua.
La chica da unos sorbos. Pero en lugar de agradecer al vagabundo, empieza a gritar. ¡Es una trampa! Sus cómplices aparecen por distintos lados. Saqueadores. Van a llevarse todo. El vagabundo huye. No ha comido durante varios días, y sus fuerzas le están abandonando. No podrá seguir mucho más tiempo. Los merodeadores se acercan a él. El nómada arroja la botella a un lado. Sus perseguidores se lanzan a ella como locos. Se olvidan del hombre y luchan entre sí por la botella. Las posibilidades de supervivencia del vagabundo han disminuido mucho. ¡Esta botella podría durar al menos varios días! Además, también perdió muchos líquidos por haber corrido.
Al principio, no había pánico por la falta de agua. El océano se secó, pero sus aguas eran saladas de todos modos. La gente seguía teniendo mares, lagos y ríos. Pero el problema era que el océano los alimentaba. Cuando el agua del océano se evaporaba, formaba nubes. Estas nubes se desplazaban por todo el mundo y enriquecían los lagos y los ríos con lluvia. Ahora, casi no hay nubes. El sol empezó a calentar mucho más la Tierra. Los lagos y los mares se secaron con una rapidez alarmante. En ese momento, comenzó el verdadero caos. El sol se está poniendo en el horizonte. La puesta de sol está cerca. Ya no hace tanto calor. El agotado vagabundo sigue caminando. A lo lejos, nota algo que le hace detenerse, sacar una pequeña pala y empezar a cavar rápidamente. No hay ningún refugio en los alrededores, solo una llanura.
El nómada acelera, de lo contrario, podría ser demasiado tarde. El hoyo está finalmente listo. El hombre salta y se cubre la cabeza con un manto. Unos segundos después, una fuerte tormenta de ceniza atraviesa toda la llanura. Las partículas más pequeñas de esta pueden penetrar a través de la ropa y llegar a los pulmones. El viento es tan fuerte que puede derribar a cualquiera. Cuando los océanos se secaron, el sol comenzó a quemar la superficie del planeta. Esto provocó grandes incendios forestales. Las llamas destruyeron casi todos los árboles. Se formaron enormes nubes de dióxido de carbono y cenizas. Impulsadas por el viento, recorren el mundo y envenenan todo a su alrededor. El vagabundo está sentado en el agujero mientras un terrible huracán barre sobre su cabeza. Piensa en su familia y se duerme lentamente.
El frío lo despierta. El aire helado lo enfría hasta los huesos. Ya es de noche. El vagabundo sale del pozo y se encuentra bajo las brillantes estrellas. En cuanto se secó el agua, desaparecieron casi todas las nubes. Las fábricas dejaron de funcionar, los carros dejaron de emitir dióxido de carbono. Gracias a esto, los cometas y las estrellas más lejanas pueden verse en el cielo. El nómada las ha visto mil veces, pero aún no se ha acostumbrado a esta impresionante imagen. Es como si mirara el cielo a través de un telescopio. Una ráfaga de viento helado lo devuelve a la realidad. No sobrevivirá a la noche si no encuentra un lugar más cálido. Antes, las noches eran más cálidas gracias a la energía del océano. Ahora, en cuanto se pone el sol, las temperaturas bajan drásticamente.
El vagabundo necesita moverse para mantenerse caliente. Comienza a caminar más rápido. Pronto, nota unas luces en la distancia. Probablemente sean otros saqueadores. El nómada se adentra en el valle. Las estrellas y la Luna iluminan su camino. Por desgracia, se está quedando sin energía. Saca una barra de proteínas de su bolsillo. Pero necesita al menos un poco de agua para comerla. Para digerir alimento, su cuerpo necesita líquido. Si ingiere la barrita, solo conseguirá tener más sed. No puede caminar y cae al suelo. Revisa sus bolsillos y encuentra una pequeña pastilla de queroseno.
La enciende con un cerillo. Una pequeña llama lo protege del frío. Para distraerse de la sed, el vagabundo saca un viejo reproductor de MP3. Lo ha cargado durante el día con los paneles solares de su mochila. El hombre se pone los auriculares. La música clásica lo tranquiliza. Se tumba en el suelo junto a la tabla en llamas. Necesita tomar fuerzas para continuar su viaje al día siguiente. Es por la mañana. Dentro de una hora, el sol volverá a quemar el suelo. Es crucial encontrar agua mientras le quede algo de tiempo. El vagabundo inspecciona el territorio y observa un punto donde el suelo es más oscuro. En su vida anterior, el nómada trabajó como topógrafo. Da unos pasos y toca el suelo. Está fresco. Aquí hay un manantial subterráneo. Empieza a cavar.
El suelo se está mojando. El agua comienza a filtrarse del suelo. El nómada llena sus botellas vacías. Las cosas ya no se ven tan mal. Cada día es más difícil respirar. En el pasado, el fitoplancton y las algas producían hasta el 70 % de todo el oxígeno del planeta. Pero ya no. Han pasado varios días. El vagabundo vuelve a quedarse sin agua y sin comida. Afortunadamente, no por mucho tiempo. Ahora camina entre enormes barcos hundidos. Ve modernos portaaviones, transatlánticos e incluso antiguos barcos piratas. A lo lejos, divisa enormes montañas. Las cimas de estas rocas son lo que antes se llamaba la costa. El fondo del océano se acaba. Los pensamientos sobre el reencuentro con su familia le dan más fuerzas.
El hombre llega a la cima y se encuentra en medio de una ciudad en ruinas. Está vacía. “¿A dónde fue toda la gente? ¿Dónde está mi familia ahora?”, se pregunta el nómada. El hombre camina por las calles abandonadas y se encuentra con un anciano. Le dice que casi toda la gente que vivía aquí dejó la ciudad y se fue a la Antártida. El vagabundo tiene un nuevo objetivo. Va a llegar al continente helado pase lo que pase. ¡Él VA a encontrar a su familia!