Durante una semana viví según las reglas de un conocido psicólogo y tuve que detenerme para no quedarme sin nada

Psicología
hace 4 años

La palabra “extravagancia” no puede aplicarse a todas las profesiones. Sin embargo, el psicólogo Mikhail Labkovsky, autor del aclamado libro I Want and I Will: Accept Myself, Love Life and Be Happy, puede considerarse una persona extravagante, ya que sus declaraciones ruidosas y categóricas a menudo causan un mar de emociones entre los interesados ​​en la psicología.

Me llamo Julia y decidí realizar un experimento, y quiero contarles a los lectores de Genial.guru sobre los resultados. Durante una semana, intenté seguir las reglas del famoso psicólogo. Y, a pesar de que son extremadamente simples, no fue fácil para mí.

Regla 1. Haz lo que quieras

Desde hacía mucho tiempo soñaba con gastar mi salario en mí misma, sin ahorrar para una emergencia, para pagar los servicios, para comida. Gasté todo mi dinero en 3 días y después me enteré de que habían retrasado el sueldo de mi esposo. Fue un momento horrible, me puse muy nerviosa. Para tranquilizarme, me puse uno de los nuevos vestidos que había comprado, me pinté los labios con un labial de 35 USD y todo mientras me repetía que me merecía todo esto, que podía permitirme hacer lo que yo quisiera por lo menos una vez en la vida y, en general, que todo estaría bien.

Confieso que esto no funcionó del todo. La autoayuda es algo maravilloso, pero el sentido común me decía que había exagerado. Las dudas y el sentimiento de culpa me torturaban por el hecho de haber actuado de una manera tan irresponsable, ya que no estamos solos, sino que tenemos hijos.

Los días siguientes, por supuesto, traté de continuar con la regla y hacer solo lo que yo quería. Pero prácticamente fue imposible hacerlo sin dinero. Iba al trabajo y quería comprar una taza de café, pero inmediatamente recordaba que no tenía dinero. Tenía ganas de comprarle un nuevo vestido a mi hija para su fiesta de cumpleaños, pero al hacer cuentas, me di cuenta de que solo podría que arreglar su viejo vestido. Esto me dio mucha vergüenza, ya que en su fiesta yo tendría un vestido nuevo y ella no.

Resumen: sí, es agradable hacer algo para ti mismo. Pero esta regla se rompe con la cruda realidad. En el mundo adulto, no estás solo, también tienes obligaciones ante tus seres queridos y hay que tomar esto en cuenta. Además, después de cumplir 2 o 3 deseos, la euforia desaparece. Así que no son muchas las cosas que te gustaría hacer. Prueba a especificar por lo menos 5 deseos de acuerdo con tu presupuesto y verás que son menos de los que piensas.

Regla 2. No hagas lo que no quieres hacer

En el trabajo, hay una colega que siempre me molesta. Por eso, de forma decidida, le dije que no haría lo que no estaba dentro de mis obligaciones. Se enojó mucho y comenzó a hacer conspiraciones a mis espaldas. Y aunque nunca antes había tenido desacuerdos con mis colegas, ahora muchos se habían vuelto contra mí, hablaban conmigo sin ganas y dejaron de invitarme a tomar café durante el receso.

En casa, las cosas tampoco salieron como esperaba. Anualmente, al comienzo de la primavera, nos vamos a las afueras de la ciudad por un par de días junto con la familia de mi esposo. Mi esposo y mis hijos lo disfrutan, pero para mí es una carga adicional de trabajo y es pasar el tiempo en compañía de personas a quienes no soy tan cercana. Esta vez, les pedí que se fueran sin mí. Mi esposo se enojó y dejó de hablarme, mis hijos se pusieron tristes y los familiares casi me declararon la guerra. Mientras tanto, yo me refugié en el cuarto de baño.

Después de que ellos se fueron, me quedé en el departamento vacío. Pedí sushi y me acomodé para ver una película que mi esposo no había querido ver conmigo. Todo estaba calculado para obtener un máximo placer de los tan esperados silencio y soledad. No logré entender por qué, durante los tres días de su ausencia, sentí como si hubiera hecho algo malo en la escuela y pronto mis papás se enterarían de todo.

Resumen: no puedo decir que todos los resultados fueron igual de agradables. Ofender a tus seres queridos con un rechazo es algo doloroso. Seguramente no lo volveré a hacer. Pero decir “no” a mi colega estuvo bien, desde hace mucho quería hacer eso, pero la indecisión me lo impedía. Así que aplicaré esta regla con personas no tan cercanas.

Regla 3. No te quedes callado si algo no te gusta

Toda mi familia rápidamente se enteró de que me molestaba que nadie lavara los trastes, sacara la basura ni limpiara el polvo. Mi esposo se sorprendió cuando se enteró de que para cada una de sus declaraciones tenía una respuesta que yo, como mujer “sabia”, me había guardado previamente. Fue raro para mí. Al parecer, yo tenía muchas quejas que ocultaba cuidadosamente.

Sin embargo, no me limité a mi círculo familiar. Casi todos los días salía a dar un paseo con mi vecina; nuestros hijos son de la misma edad, por eso frecuentemente nos vemos en el patio de juegos. Por alguna razón, ella pensaba que éramos amigas y casi todos los días venía a nuestra casa y se quedaba hasta la noche. Soy una persona introvertida y una comunicación tan constante me molesta. Una tarde, llegó a nuestra casa y dio un paso a través del umbral como de costumbre y, en ese momento, le dije: “Discúlpame, pero debido a nuestras conversaciones por las tardes, he dejado de hablar con mis hijos y mi esposo. Hablaremos mañana en el patio de juegos, ¿sí?”.

Al día siguiente, nos encontramos y comencé a hablarle como antes. La relación empeoró un poco, pero dejó de venir a mi casa.

Resumen: en la infancia, todos decíamos con honestidad lo que nos gustaba y lo que no. Y nuestros padres nos contestaban: “¿Y a ti qué es lo que no te disgusta? ¡Siempre estás respingando! ¡Vamos, póntelo / cómelo / ve!”. Por eso, la mayoría de nosotros creció con el concepto de que hacer algo que no nos gusta es normal y hacer lo que te gusta es ser egoísta, y eso está muy mal.

En general, pensé que por decirles lo que no me agrada se ofenderían y me dejarían de hablar. Pero resultó que las personas pueden soportarlo. Y las que no pueden, tal vez solo no son parte de mi grupo cercano de personas. Por eso estoy de acuerdo con este punto: en realidad, tienes que decir lo que no te gusta. Las personas innecesarias se irán y no pasa nada.

Regla 4. No respondas si no te hacen preguntas

Siempre me causó molestia cuando le contaba algo a un ser querido y este comenzaba a darme un montón de consejos a pesar de que yo no se los pedía. Una pariente cercana es campeona en esta cuestión; y yo, al tratar de no ser como ella, con frecuencia procuraba hablar menos de lo que me preguntaban. Pero no siempre lo lograba.

Tengo una conocida que siempre tiene algún problema, se queja y no sabe cómo actuar ante una situación. Sus quejas invariablemente conducen al hecho de tener que ayudarla inventando algo o darle una idea. Le daba ideas, pero luego me enteraba de que ella había hecho todo lo contrario y me enfadaba. Al final, ella no tomaba en cuenta mis consejos.

Y una vez más, Elena me complicó la vida con un nuevo problema. Casi me pongo a pensar en una salida para su complicada situación, pero me detuve a tiempo y le dije: “No sé qué puedo aconsejarte”. Durante una hora, Elena me contó de los absurdos consejos que le habían dado Lucía, María y Regina, pero lo más probable es que ella haría las cosas a su manera. Al escuchar esto, tuve la sensación de que yo también me encontraba en la lista de absurdos consejos junto con Lucía, María y Regina.

Resumen: es muy difícil detenerse a tiempo y no dar una respuesta a lo que no te preguntan. Pero en el fondo del alma, cada uno de nosotros entiende quién de verdad espera tu consejo y quién simplemente quiere hablar. Aprendí a eliminar las conversaciones innecesarias en mi vida. Cabe mencionar que Elena perdió interés en hablar conmigo, ya que no tenemos más de qué hablar. Además, me di cuenta de que las personas como Elena no son interesantes para mí. Son como vampiros energéticos, necesitan alimentarse de emociones y no recibir consejos.

Regla 5. Responde solo a las preguntas

Para recordar esta regla, coloqué en mi muñeca una liga para el cabello que me causaba molestia. Esa incomodidad constantemente me recordaba para qué la llevaba ahí. Yo pensé que siempre respondía en lo esencial. Sin embargo, hace un par de días, me di cuenta de que hablaba de más al responder a sencillas preguntas. Un día, mi esposo me preguntó si pasaría por la tienda el día siguiente y yo comencé a contarle todos mis planes para el día. A la mitad de mi discurso, de pronto sentí la liga y noté el aburrimiento de mi esposo, así que decidí terminar rápidamente la conversación.

Sin embargo, luego me di cuenta de que era mejor responder a las preguntas de los hombres que conozco con oraciones cortas, ya que las mujeres con las que suelo hablar no están en contra de escuchar mis reflexiones acerca del horrible sistema de educación. Algunas veces intenté responder de manera corta a las preguntas de mi amiga, pero ella se ofendía y pensaba que no quería hablar con ella. Yo quería hablar con ella, pero trataba de controlarme. Eso salió mal.

Resumen: es una espada de doble filo. Comencé a aplicarlo solo con los hombres. Con mis amigas, frecuentemente no tenía sentido: a nosotras nos gusta hablar del problema lo más que se pueda.

Regla 6. Al discutir, solo habla de ti

En teoría, desde hace mucho tiempo conocía este método. Así no lastimas los sentimientos de tu oponente y consigues caerle mucho mejor. Evidentemente, en la práctica, es difícil de aplicar. En la tensión de las “conversaciones amistosas”, siempre comienzas a entrar en detalles y quejarte: “¡A ti se te olvidó recoger a los niños del kínder y no a mí! ¿En qué estabas pensando?”. Las palabras, “Siento que no tengo un compañero de confianza”, expresan lo que sientes de una manera mucho más clara y efectiva.

Un día, mi esposo y yo comenzamos a discutir. Como siempre, al principio, comenzamos a gritar, pero de repente logré recordar que ahora vivo de otra forma. Dejé de gritar y le dije con voz baja que me sentía muy sola y perdida cuando nos peleábamos. En general, siempre me siento mal por esto. Mi esposo se confundió. Al principio, se quedó callado y después se sentó cerca y hablamos de una forma muy íntima. No habíamos tenido una conversación como esta en varios años.

Resumen: funciona muy bien. Últimamente, habíamos estado peleando mucho, pero ahora nuestras discusiones son diferentes: comenzamos a discutir problemas y no nos acusamos el uno al otro. Por supuesto, a veces también cruzamos límites, pero ya no tratamos de culpar al otro con tanta frecuencia.

Al comenzar el experimento, esperaba que fuera divertido, didáctico y fácil. Me equivoqué: fue muy difícil. Quería corregir algunos aspectos de mi vida y, honestamente, trataba de seguir los consejos del psicólogo. Pero resultó que se debe ser una persona muy fuerte para detener todo a tiempo y hacer todo según las reglas.

Además, después de permitirme tantas cosas, no me sentía muy bien moralmente: no fui educada para rechazar tan abiertamente a las personas y decirles qué es lo que me agrada y lo que no. Algunos momentos realmente me hicieron sufrir, y esto a pesar de que al principio me sentía como una ganadora. Por ejemplo, la relación con mis colegas en el trabajo no mejoró. Ahora tengo que buscar un nuevo trabajo, pedirle a mi jefe que me transfieran a trabajar a otra sucursal o acostumbrarme a estar en donde me tratan de forma cuidadosa y no amistosa.

Al parecer, si entiendes y sigues cada una de estas reglas, puedes quedarte sin trabajo o familia (sí, mi esposo y yo peleamos mucho después de una semana del experimento). Aunque, tal vez yo comencé con demasiado entusiasmo y era mejor hacerlo todo gradualmente.

Y tú, ¿conocías las reglas de Mikhail Labkovsky? ¿Piensas que las personas realmente deben vivir como él dice?

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