12 Historias sobre el amor que se demuestra con hechos y no con palabras

Cuando pensamos en el matrimonio, generalmente lo vemos como la unión de dos personas que se aman. Sin embargo, este vínculo va más allá de la pareja, pues implica la integración de nuevas familias. En muchos casos, este proceso transcurre sin mayores complicaciones, pero en otras ocasiones, por más que se intente, las cosas no salen como se espera, y es necesario tomar distancia.
Esta es la historia de una mujer que deseaba mantener una buena relación con todos los miembros de su nueva familia, pero su cuñada dejó claro que ella tenía otros planes.
Esta historia comienza meses antes de mi boda, en Navidad. Mi esposo, a quien me referiré como Dan, tiene un hermano menor que se llama Jordan. Aunque no tengo muchos detalles sobre la relación entre ambos, sé que no se llevan bien, y por cosas que he escuchado de su infancia, Jordan nunca fue bueno con Dan.
La realidad es que hasta la fecha no considero que el hermano menor de mi esposo sea una buena persona, inclusive su propia abuela ya me había advertido sobre él sin yo antes haberlo conocido.
Yo no me considero una persona conflictiva, de hecho, padezco de esa difícil enfermedad llamada “complacer a los demás”, así que normalmente no me meto en problemas, pero aquella Navidad, tras unas cuantas copas, perdí los estribos con él después de que hizo un comentario grosero y fuera de lugar. A mi reacción, él respondió que mi opinión no importaba. Me enojé tanto que me fui a la cocina a ayudar a su prometida con los platos.
Al entrar a la cocina, le dije “lo siento” a su prometida, Katie, refiriéndome a que sentía que tuviera que tolerar a una persona como Jordan. Sin embargo, ella creyó que me disculpaba por el comportamiento que yo había tenido con él momentos atrás.
El resto de la noche transcurrió con tranquilidad y yo accedí a ser amable con Jordan a pesar de que no dejó de quejarse todo el rato. Mientras, Katie, mis suegros, Dan y yo, nos dispusimos a abrir los regalos y platicar.
Ahora, ¿quién es Katie? Para ser honesta, a mí se me asemeja a una de esas mujeres de un reality show como The Real Housewives, pues siempre quiere verse impecable y vestir ropa, bolsos y joyas de diseñador. No lo digo de forma negativa, a mí también me gustan las cosas lindas, pero yo soy de esas personas que solo se viste bien cuando es estrictamente necesario.
Sin duda ella y yo somos muy distintas; ella es extrovertida y le fascina ser el centro de atención, mientras tanto, yo no podía con la idea de que tantas personas fueran a poner su atención en mí el día de mi boda. A pesar de estas diferencias, yo creía que podíamos ser amigas, pero siempre sentía que yo no le agradaba, y que siempre quería competir conmigo.
Quizá lo pensé así porque Jordan y Katie se comprometieron dos meses después de que Dan y yo anunciamos nuestro compromiso, además de haber programado su boda seis meses después de a nuestra. Aun así opté por reservarme mis inseguridades e intenté ser amiga de mi futura cuñada.
Todo comenzó a tornarse extraño cuando la invité a mi despedida de soltera y su respuesta fue: “Gracias, pero ya la celebré en Nashville”. Se refería a un viaje de “celebración” que había organizado mi suegra, junto con otras mujeres de su familia, para mí.
Llegó el día de la boda, y yo podía ver a todos nuestros invitados llegar desde la habitación donde me estaba preparando. Estaba emocionada, mirando por la ventana, lista para casarme con el hombre de mis sueños, cuando la vi entrar a ella, vestida con ¡un vestido blanco!
Comencé a reírme, me sentía incrédula, pero no estaba sorprendida en absoluto, en el fondo esperaba que algo así ocurriera. Aunque estaba molesta, en ese momento solo pude sentir alivio de saber que mis instintos no se habían equivocado.
Durante la velada, nuestros amigos y familiares la miraron con indignación; nuestra organizadora de bodas estaba furiosa, y hasta los meseros se acercaron a mí para ofrecerme derramarle una bebida encima, pero no acepté porque si llevas blanco a la boda de alguien más, basta con eso para que la gente sepa el tipo de persona que eres.
Más tarde me enteré de que mi dama de honor había decidido confrontarla aquella noche. “¿Por qué llevas blanco a una boda?” Katie le respondió: “¡No es blanco, es crema! Jamás usaría blanco en una boda”. Sí, claro.
Con el paso de los días me di cuenta de lo irrespetuosa que mi cuñada había sido. Fue evidente que lo había hecho intencionalmente, pues dudo que no supiera que aquel vestido no era apropiado para una boda. Además, también llegó a mis oídos que Jordan había sido descortés con los meseros y con algunos de mis familiares. ¡Eso sí que no pude tolerarlo!
Jordan y Katie se casarán pronto. Será una boda con una estancia de cuatro días en las Bahamas, y como mínimo, entre vuelos y hotel, Dan y yo pagaríamos mil ochocientos dólares para poder asistir.
El problema es que mi esposo y yo no queremos ir, pues no deseamos pagar casi dos mil dólares y tomar nuestros días libres del trabajo para asistir a la celebración de unas personas que no dudaron en hacernos daño el día de nuestra boda. Aunque no ir realmente molestaría a mi suegra.
No quería fracturar la buena relación que tengo con mis suegros, pero tampoco estaba dispuesta a seguir permitiendo faltas de respeto por parte de mis cuñados. Pero, ¿seríamos Dan y yo los maleducados ahora por no asistir a su boda?
Después de darle tantas vueltas al asunto, mi esposo y yo hemos decidido no asistir a la boda. Aunque no niego que sería divertido ir y usar un vestido color “crema” similar o anunciar un embarazo falso, pero eso solo nos afectaría a mí y a mi relación con los padres de Dan.
Mi esposo habló con mi suegra y le explicó los motivos por los que habíamos decidido no solo no ir, sino también establecer límites con Jordan y Katie después de su comportamiento inapropiado en un día tan importante para ambos. Ella ni siquiera lo discutió, lo comprendió perfectamente y nos ofreció disculpas.
Como no queríamos quedarnos sin viaje, Dan y yo pensamos que sería una buena idea utilizar el dinero que estaba destinado para la boda de su hermano en un viaje de fin de semana a Toronto, Canadá, para visitar a su mejor amigo de la universidad. Quizá no vaya a las Bahamas, pero al menos mi relación con mi nueva familia está a salvo.
La convivencia y las relaciones familiares no siempre siguen un camino sencillo, y a pesar de los mejores esfuerzos por mantener la armonía, es posible que surjan diferencias que hagan necesario establecer límites. Al final, lo más importante es reconocer que, aunque la buena voluntad es fundamental, cada individuo tiene sus propias dinámicas y percepciones de cómo deberían ser las cosas. Lo mejor es saber manejar situaciones como las de esta historia con respeto y madurez para preservar la paz emocional dentro de la familia.