7 Recetas de empanadas latinoamericanas para todos los gustos que puedes hacer en casa

Cocina
hace 5 horas

La empanada, con raíces en la España medieval (especialmente en Galicia, siglo VII), cruzó el Atlántico para reinventarse en América Latina. Cada país la adaptó usando ingredientes locales, creando versiones únicas que hoy son patrimonio cultural. Desde la masa de maíz hasta los rellenos de mariscos o picadillos, estas delicias cuentan historias de mestizaje e identidad.

De los hornos de barro coloniales a las calles bulliciosas de hoy, las empanadas han sido testigos silenciosos de nuestra historia. Ya sean fritas en puestos callejeros u horneadas en reuniones familiares, siguen siendo el hilo que une a Latinoamérica en un banquete de sabores compartidos.

1. Empanada argentina

En las calles de Salta, el aroma a comino y carne cortada a cuchillo delata las empanadas más celebradas del país, donde cada repulgue (ese pliegue característico del borde) es firma de quien las amasa. Los festivales tucumanos las elevan a arte nacional. La humita, con su cremoso relleno de choclo desgranado y queso fresco, narra cómo los cultivos originarios se fundieron con las técnicas europeas.

Preparar la versión clásica requiere paciencia: la carne se cocina a fuego lento con cebolla, pimentón y ají molido hasta formar un jugoso recado que luego se envuelve en discos de masa casera. El toque final -un huevo duro y aceituna en el centro- es herencia directa de las abuelas que convirtieron esta receta en ritual familiar.

2. Empanada boliviana

Las salteñas bolivianas son paradojas comestibles: crujientes por fuera pero rebosantes de un jugo que desafía las leyes de la física. Su secreto está en la gelatina que solidifica el guiso durante la noche y se derrite mágicamente al hornearse, creando esa textura que obliga a comerlas inclinadas para no perder ni una gota.

La masa, ligeramente azucarada y teñida de amarillo con achiote, debe ser lo suficientemente resistente para contener el festín interno: trozos de carne, papas en cubos, huevo duro y ese toque de ají que calienta el pecho contra el frío andino. Se sirven con llajua, la salsa picante que completa la experiencia.

3. Empanada chilena

No hay festividad completa sin las empanadas de pino que humean en las fondas, acompañadas del chispeante sonido de botellas de chicha. Este plato nacional esconde en su sencillez un sabor profundo: las aceitunas verdes, la carne picada y el huevo duro. En los puertos del norte, las versiones con machas (almejas) o locos (moluscos endémicos) cuentan otra historia: la de un Chile que mira al Pacífico.

La técnica es clave: el pino (o el relleno de la empanadas) debe reposar un día para que los sabores se casen, mientras la masa -enriquecida con chicharrones- se estira fina pero resistente. Al hornearse, el aroma a comino inunda las cocinas como anuncio festivo.

4. Empanada colombiana

Las empanadas colombianas son una sinfonía de contrastes: la crujiente capa de maíz amarillo estalla al primer mordisco para revelar un interior humeante de carne sazonada con color. El verdadero ritual está en el acompañamiento: ese ají picante que quema lentamente y se mitiga con sorbos de limonada.

Preparar la masa requiere maestría: el maíz pilado (o la harina de maíz amarillo) se mezcla con agua y sal hasta lograr una textura maleable que no se agriete al freírse. Algunos le agregan aceite vegetal a la mezcla y la cubren con un plástico para dejarla reposar. El relleno: carne molida sofrita con cebolla larga, ajo y cilantro, debe estar frío al empanar para sellar correctamente. Se fríen en aceite bien caliente hasta que floten doradas, listas para ser inmersas en salsa de ají con limón.

5. Empanada ecuatoriana

Las empanadas de viento son poesía culinaria: bolsitas de masa que se inflan como globos al freírse, revelando un corazón de queso que se estira entre cortezas azucaradas.

La magia está en la masa: harina de trigo mezclada con mantequilla estirada tan fina que casi transparenta. El relleno de queso mozzarella y cebolla blanca debe ser generoso pero preciso: demasiado y revienta, poco y no emociona. Al freírse en aceite bien caliente, se transforman en cápsulas doradas que se espolvorean con azúcar impalpable.

6. Empanada mexicana

Cada estado tiene su propia versión, pero todas comparten esa masa de maíz nixtamalizado que chisporrotea al contacto con el aceite.

Se rellenan típicamente con ingredientes característicos de la cocina mexicana como frijoles refritos, pollo desmenuzado, papa cocida con queso fresco, chicharrón o carne molida. Al servirse, se acompañan con ensalada de repollo encurtido, crema ácida, salsa picante de tomate y queso fresco rallado, siendo un alimento popular en puestos callejeros y ferias por su rápida preparación y sabor intenso.

7. Empanada venezolana

Las empanadas son la bandera gastronómica del oriente venezolano, donde el tiburón juvenil se desmenuza en un guiso perfumado con coco y ají dulce. La masa -azafranada con onoto- es tan importante como el relleno: debe ser flexible para doblarse sin romperse pero firme al freírse.

El ritual comienza con el guiso de cazón que le da ese toque que evoca el mar Caribe. Se envuelve en discos de masa de maíz y se fríen hasta que queden doradas y crujientes, listas para ser partidas por la mitad y rociadas con salsa de ajo.

¿Cuál de estas historias en forma de empanada resuena más con tus raíces? ¿Cómo hacen las empanadas en tu región? Sabemos que cada región de Latinoamérica tiene su propia versión ¡Comparte tus combinaciones favoritas!

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