10 Sucesos impactantes que marcaron la historia para siempre de algunas personas

A veces, el momento más difícil para irse no es cuando todo va mal, sino cuando por fin empieza a ir bien. Cuando las risas vuelven, las promesas parecen más sólidas y las heridas se empiezan a cerrar. Pero hay decisiones que no se toman por impulso ni por enojo, sino por instinto de supervivencia. Porque ya uno se da cuenta de que aunque las cosas marchen bien, ahí no es. Y lo mejor para tener un final feliz es tenerlo sin esa persona al lado.
Elegir irse en medio de lo que podría haber sido una historia feliz no es fácil. Es romper con la idea de que el amor lo cura todo, de que aguantar siempre vale la pena. A veces, elegir la paz, la calma, antes que la costumbre es lo mejor que uno puede hacer por uno mismo. En este caso, lo que parecía ya una buena relación tuvo que cambiar debido a un giro en el destino. Y, elegir una buena salud emocional sobre una historia que, aunque hermosa en apariencia, puede drenar a uno, no es cobardía ni egoísmo. A veces, es lo mejor que uno puede hacer...
“Soy un hombre de 23 años y he estado en una relación intermitente con esta chica de 21 años durante los últimos 3 años. Durante nuestras fases de “pausa”, nos dejábamos de hablar y a veces conocíamos a otras personas. Era un rollo, pero de alguna forma siempre volvíamos el uno al otro.
El pasado diciembre, finalmente decidimos intentarlo en serio, sin juegos, solo una relación comprometida y estable. Pero aquí está el problema: en febrero me enteré de que tengo que irme al extranjero por trabajo y es por un periodo largo.
Ella siempre ha sido clara en que no le gustan las relaciones a distancia, y respeto eso. Sabiendo eso, empecé a pensar seriamente en cómo se desarrollaría todo esto. Cada vez que hemos terminado en el pasado, me ha afectado muchísimo. Solía recurrir a malos hábitos para sobrellevarlo. Ha sido un ciclo tóxico para mí.
Esta vez se siente diferente. He estado trabajando en mí mismo, y por fin siento que tengo la fuerza para alejarme sin derrumbarme ni volver a los malos hábitos. Así que, en lugar de intentar una relación a distancia o esperar a que me vaya y todo se desmorone otra vez, decidí terminar ahora. Le dije que esta vez sí era el final de verdad, que ya no habría más idas y vueltas. Ella está muy dolida y siente que me rendí justo cuando por fin lo estábamos haciendo bien. Sabía que me iba a mudar, pero no creo que esperara que me alejara antes de que pasara. No quería hacerle daño, pero tampoco quería repetir un ciclo doloroso para los dos.
Entonces, ¿soy un tonto por terminar ahora en lugar de intentar que funcione o alargarlo?".
El amor propio es la base del bienestar emocional y mental, y no se trata de egoísmo, sino de reconocer nuestro valor intrínseco. Cultivar el amor propio nos permite establecer límites saludables, tomar decisiones alineadas con nuestras necesidades reales y afrontar los desafíos con mayor resiliencia.
Cuando nos tratamos con compasión y respeto, dejamos de buscar validación externa y empezamos a construir una vida basada en autenticidad y equilibrio. El amor propio no solo mejora nuestras relaciones con los demás, sino que también fortalece nuestra autoestima, impulsando un crecimiento personal más consciente y sostenible.
Es importante conocerse y entender cada una de tus emociones. Saber qué es lo que siente y por qué lo sientes ayudará a saber un poco más de ti, lo que te gusta, lo que quieres y lo que estás dispuesto a tolerar con los demás.
Otra práctica importante que tal vez suene sencilla, pero que puede ayudar en gran medida, es hablarse bonito a uno mismo. Sin darse cuenta, muchas personas se hablan a sí mismas con dureza o se repiten pensamientos negativos. Una forma sencilla de cambiar eso es practicar, mirarte al espejo y decirte cosas bonitas mientras te observas. Reconoce lo valioso en ti, tanto en tu aspecto como en tu forma de ser. Este pequeño gesto puede tener un gran impacto en tu autoestima y en la manera en que te percibes.