Durante años creí que engañaba a mi padre, hasta que una frase suya me dejó sin palabras

Historias
hace 1 mes

El clásico truco infantil de fingir estar dormido para que los padres te lleven en brazos a la cama es un recuerdo cariñoso para muchos. Sin embargo, para uno de nuestros escritores este dulce recuerdo tomó un giro inesperado. Su padre, ya envejecido, compartió una verdad oculta que cambió para siempre la perspectiva de esa tierna escena.

Una historia conmovedora

Uno de mis recuerdos más preciados de mi niñez es de cuando mi papá me dejaba quedarme despierto hasta tarde junto a él viendo la televisión. Siempre me dejaba elegir la película, incluso si no era del tipo que él vería. Al final de la película, yo siempre fingía estar dormido, incluso cuando no estaba cansado. Lo hacía porque había algo que en particular que disfrutaba, y era que él me llevara a la cama.

Había algo muy mágico en esos momentos: la forma en que él me alzaba con delicadeza, el olor de su camisa de franela, el ritmo seguro de sus pasos. Él me cargaba hasta arriba y me arropaba como si fuera un tesoro. Creo que nunca me he sentido tan seguro como en esas veces. Mi padre nunca me lo reprochó. Siempre me ayudaba.

El tiempo pasó volando y, sin darme cuenta, crecí y dejé de pasar esas noches con mi papá viendo películas. Estudié, me independicé y construí mi propia vida. A medida que yo crecí, mi padre empezó a envejecer poco a poco, su cabello se cubrió de canas y su rostro de arrugas. Hasta que un día ya casi no se movía de aquel sofá destartalado.

Anoche lo visité después del trabajo y no estaba preparado para lo que él me estaba por confesar. Llegué y vi que papá se estaba quedando dormido con la televisión encendida. Parecía tranquilo, pero muy cansado. Así que apagué la tele, lo cubrí con una manta y me quedé allí un segundo. Entonces recordé las incontables noches en las que él me llevó a la cama y me arropó. Así que, sin pensarlo, lo levanté y lo cargué a la cama, como él solía hacer conmigo.

Ahí fue cuando se despertó y me susurró algo que no esperaba. “Siempre fuiste bueno fingiendo estar dormido”, dijo. Me reí, él lo supo todo el tiempo. Me di cuenta de que el amor entre un padre y un hijo nunca se desvanece, simplemente cambia de forma con el tiempo. No sé cuántas veces más podré hacer esto por él, pero lo cargaré en mis brazos mientras pueda.

¿Cuál es el recuerdo infantil que más atesoras en tu corazón?

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