La razón por la que el único mexicano en el Titanic es considerado un héroe
El hundimiento del Titanic sigue siendo uno de los eventos más trágicos y emblemáticos en la historia de la navegación. Conforme conocemos más detalles de esta tragedia, también es importante recordar las historias que hay detrás de los nombres en la lista de pasajeros.
Desde pasajeros famosos hasta trabajadores anónimos, cada persona a bordo del Titanic tenía una historia que contar. En este caso nos centraremos en la historia del único mexicano que abordó el navío y su increíble historia de heroísmo.
Hace más de un siglo, durante la noche del 14 al 15 de abril de 1912, el naufragio del Titanic se llevó consigo la vida de aproximadamente 1500 personas. Muchas de ellas sucumbieron al ahogamiento en las aguas heladas, mientras que otras enfrentaron la hipotermia.
Además, un número desconocido de personas se perdieron en la caótica evacuación, y por la falta de barcos salvavidas, solo alrededor de 700 personas lograron sobrevivir a esta tragedia sin precedentes. A pesar de lo mediático e importante del suceso, al día de hoy aún no se tiene un registro preciso de la identidad y número de víctimas que murieron en aquella fatídica noche.
El majestuoso buque Titanic partió de Southampton en su viaje inaugural con destino a Nueva York. Sin embargo, en la noche del cuarto día en alta mar, ocurrió un desastroso encuentro con un enorme iceberg en medio del océano Atlántico. El impacto fue devastador, causando una serie de colisiones que abrieron varias planchas bajo la línea de flotación, lo que condujo a una inundación rápida del barco.
A lo largo de dos horas y media, el Titanic se hundió gradualmente mientras los pasajeros eran evacuados en los botes salvavidas disponibles a bordo. Lamentablemente, solo se habían previsto suficientes botes para la mitad de los pasajeros, lo que implicaba que la pérdida de vidas era inevitable desde las primeras etapas del accidente. A medida que el buque se inclinaba hacia un inexorable destino, los actos de heroísmo y de supervivencia se entrelazaron para conformar un trágico relato que conmocionó y sigue haciéndolo a pesar de los años.
A bordo del Titanic se encontraban algunos de los pasajeros más ricos de la sociedad británica y estadounidense, junto con cientos de inmigrantes que anhelaban comenzar una nueva vida en Norteamérica.
Se pudo identificar que entre ellos estaba Manuel Uruchurtu Ramírez, el único pasajero mexicano a bordo del Titanic. Él era un abogado y diputado sonorense de 40 años, y sabemos su nombre porque antes de subirse al barco más grande del mundo, envió un telegrama a su familia que decía: “Embárcome”. Pocos días después, sus seres queridos recibieron la devastadora noticia del hundimiento del barco.
A pesar de que nunca regresó a casa y sus restos nunca fueron encontrados, su familia se empeñó en indagar sobre los últimos momentos de su vida.
Según cuentan, el político mexicano habría tomado una decisión valiente y altruista en medio del caos del naufragio. Se dice que Uruchurtu cedió su lugar en un bote salvavidas a una mujer llamada Elizabeth Nye, de nacionalidad inglesa. Suplicándole que le permitiera tomar su lugar, Nye le explicó que su hijo y su madre estaban esperándola en Nueva York. Conmovido por su situación, Uruchurtu aceptó, pero con la condición de que si fallecía, Nye debía viajar a México para contarle a su familia los últimos momentos de su vida.
Años después del trágico suceso, Elizabeth Nye cumplió su promesa y viajó a México para relatar el heroico acto de Uruchurtu. El gesto del mexicano se convierte en una muestra de humanidad en medio de la tragedia, dejando un legado de valentía y generosidad en la memoria de aquel terrible viaje.
Según Elizabeth Nye, ella le habría mentido a Manuel sobre la existencia de su hijo y madre en Nueva York, y nadie la esperaba en realidad.
Estas nuevas revelaciones fueron respaldadas por uno de los bisnietos de Uruchurtu, quien afirma que existen testimonios de la época que corroboran que la valiente acción de su bisabuelo efectivamente salvó otra vida. Estas evidencias emergentes han llevado a considerar a Uruchurtu como un héroe, no solo por su aparente sacrificio en beneficio de otro pasajero, sino por el impacto positivo que tuvo en la vida de esa persona rescatada.
Como en muchas historias, el paso del tiempo y la recopilación de nuevos testimonios pueden alterar y arrojar nueva luz sobre los eventos ocurridos. Aunque la verdadera extensión de la heroicidad de Manuel Uruchurtu sigue siendo objeto de debate, su nombre continúa siendo recordado y suscita admiración. Por ese gesto, el pasajero es considerado como un héroe en su natal Sonora, un estado al norte de México, e incluso dio pie a la novela El Caballero del Titanic.
“Cuando me puse a examinar, me percaté de que no había pruebas efectivas, no pude apoyarme en ningún documento”, expresó Guadalupe Loaeza, autora del libro, quien añadió elementos de ficción al relato, pero subrayó el acto de valor del mexicano.
En cambio, Antonio Uruchurtu, el bisnieto del personaje, asegura que el hecho sí existió. “Obviamente, no hay una foto o algo parecido que pudiera comprobarlo”, explicó. “Pero hay testimonios de que dejó su lugar. Fue un hecho heroico”.
No hay duda de que la historia de los pasajeros del Titanic dio y sigue dando cosas de que hablar. A lo largo de los años hemos conocido más datos que nos ayudan a dimensionar el nivel de la tragedia, al igual que algunas teorías de cómo fue el accidente, la historia de las naves hermanas del Titanic, e incluso algunas fotografías del suceso.