Lectores de Genial compartieron historias relatadas por niños que son capaces de erizar la piel de cualquiera

Historias
hace 9 meses

Es algo inquietante, pero tolerable, cuando un gato mira y bufa hacia algo en la esquina, después de todo, podría tratarse simplemente de un ratón escondido bajo el suelo. No obstante, la situación se torna profundamente inquietante cuando los niños comienzan a interactuar o conversar aparentemente con alguien invisible. Para explorar este fenómeno, hemos reunido relatos de nuestros lectores que comparten algunas de las frases más estremecedoras pronunciadas por niños.

  • Mi hija, a los 5 años, me contó que vio en un viejo cementerio abandonado a un grupo de hermosas mujeres con coronas de flores, bailando en círculo, que parecían sirenas con cabellos largos hasta el suelo.
  • Mi hijo empezó a hablar más o menos bien solo a los 2 años. No veía dibujos animados ni televisión. Entonces, una vez, mientras estábamos mi madre y yo charlando en la cocina, de repente mi hijo dijo una frase que hizo erizar los cabellos de mi madre: “Yo vivía en una casa vieja, iba a la escuela y morí”.
  • Mi querido hijo, a sus 5 años, habla y le responde a alguien en el techo sobre su cama. A veces, se ríe abruptamente mirando precisamente hacia esa esquina. Cuando me pongo de pie sobre él, mueve la cabeza como si le bloqueara la vista.
  • La historia de mi tercer niño es asombrosa. A la edad de 4 años, tras regresar de la guardería, nos detuvimos en el vestíbulo de nuestro edificio. De repente, se quedó inmóvil, mirando intensamente al techo. Curioso, le pregunté qué era lo que veía. Con total serenidad, respondió: “Abuela”. Confundido, pregunté: “¿Qué abuela?” Acto seguido, me agarró de la mano y me guio escaleras arriba hasta el tercer piso, ante la puerta de una mujer que vivía sola. Recordé entonces que el día anterior me había percatado de su ausencia, ya que no la había visto en su habitual banco desde hacía más de una semana. Al llamar a la puerta, nos recibió su hijo, quien con tristeza confirmó: “Sí, ha fallecido, hoy se cumplen 9 días”.
  • Mi hijo menor, con tan solo 4 años, me expresó con gran seriedad: “Mamá, qué maravillosa es nuestra familia, yo la escogí”. Ante tal afirmación, quedé sorprendida y le pregunté: “¿Qué has escogido?” Con total calma, él respondió: “Nuestra familia. ¡Fui yo quien la escogió!” No indagué más sobre el tema, pero su declaración me dejó profundamente impactada durante un largo tiempo.
  • Mi hija, con apenas 11 meses, ya pronunciaba algunas palabras. La estaba preparando para dormir, meciéndola en mis brazos, pero no conseguía calmarse ni dormir. Caminaba por la habitación y me acerqué con mi hija a la ventana, y ella apuntó con su dedo hacia el cielo nocturno diciendo claramente: “Abuelo”.
  • Mi hijo menor solía ver a un abuelo hasta que cumplió 3 años, mencionándolo frecuentemente. Por otro lado, mi hijo mayor, a la edad de 4 años, compartió una vez conmigo una experiencia peculiar diciendo: “Mamá, estaba sentado en lo alto de una montaña, observando el mar, y entonces caí”.
  • Mi hijo de 7 años me preguntó una vez: “Mamá, ¿es esta tu primera o segunda vez viviendo en esta Tierra?”.
  • Tengo una foto de cuando mi hijo tenía alrededor de 2 meses y yo lo alimentaba con el biberón, él acostado en mis brazos y yo sentada en una silla. Dice que recuerda bien ese momento, pero que lo observaba desde un lado y desde arriba.
  • Mi hijo de 2 años y yo pasamos una noche en la casa de campo donde mis abuelos, recientemente fallecidos, habían vivido. Los retratos de ellos adornaban las paredes, y mi hijo, aún con dificultades para hablar claramente, solía preguntar quiénes eran, como si de alguna manera los reconociera. Una noche, mientras jugábamos en la habitación donde mi abuela solía dormir, él apuntó decididamente hacia una esquina específica del cuarto diciendo: “Ahí está la bisabuela”, no refiriéndose a los retratos ubicados en otro lugar, sino a aquel rincón preciso del dormitorio. Me quedé inmóvil, sumida en el asombro y la inquietud por casi 40 minutos, sintiendo un profundo temor a la hora de acostarme.
  • Mi hija, cuando tenía 3 años, me contaba que por la noche, cuando todos dormían, volaban alrededor de su cuna luces de colores, como pequeñas bolas.
  • Cuando mi hija tenía aproximadamente 3 años, empezó a percibir la presencia de un misterioso hombre en nuestro apartamento. En respuesta, me volteaba hacia donde ella indicaba y le pedía firmemente al hombre que se marchara. Según relataba mi hija, después de mi intervención, él se iba.
  • Mi hijo mayor tenía 5 años cuando subí a una silla para alcanzar algo de un gabinete alto, y él me dijo: “Mami, cuando muera, voy a volar detrás de ti y alcanzarte todo desde arriba”. Me recorrió un escalofrío, le dije que no hablara así, hijo. Y él: “Bueno, papá vuela detrás de mí a todas partes”. Mi esposo había fallecido seis meses antes de ese incidente.
  • Mi prima a menudo miraba al techo y se reía. Tenía alrededor de 2 años y medio. Mi madre y yo le preguntamos: “¿De qué te ríes?” Y ella: “Hay un hombre con globos”. Tal vez hubiera creído que era su imaginación infantil. Solo que yo también vi a ese hombre con globos cuando era pequeña. A la misma edad. En una casa completamente diferente y hasta en otra ciudad.
  • Mi hija también a veces señala con el dedo al vacío, incluso cuando no hay nada en la pared. Y puedo sentir que alguien está parado allí. Pero como la niña aún no habla, es imposible saber con certeza qué o quién ve.

Bono 1

  • Mi hijo de 2 años comenzó a mencionar a un hombre repetidamente. Al principio, lo tomé como simples divagaciones infantiles. Sin embargo, una noche, me desperté y entré a su oscuro dormitorio, encontrándolo riendo y apuntando hacia una esquina, diciendo una vez más: “El hombre”. Ese momento me dejó completamente estremecido. Es asombroso cómo los niños pueden decir cosas que te roban el sueño por el miedo que provocan.

Bono 2

  • Mi hermana compartió conmigo una historia verdaderamente perturbadora, dejándome pensando en cómo habría reaccionado en su lugar. Narró que, al acostar a su hijo de 4 años, él le dijo: “Mamá, me agradas mucho más que mi otra mamá”. Intrigada y con cierta cautela, le preguntó: “¿Y quién es tu otra mamá?” A lo que el niño respondió: “Tú no puedes verla, ella llega después de que te vas”. Confieso que necesité una semana entera para asimilar completamente esa revelación.

A veces, los niños dicen cosas que te dejan asombrado. Se cree que hasta los 8-9 años tienen una psique muy flexible, pero eso no nos hace sentir mejor a los adultos.

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