A mí hubo personas que en un primer momento no me gustaban y ahora como amigos
Lectores de Genial contaron experiencias que empezaron muy mal y sorpresivamente terminaron bien
No todas las buenas historias deben empezar bien para tener un final memorable. Incluso un mal día puede tener un giro inesperado que hace de la situación uno de nuestros mejores recuerdos, de los que de vez en cuando nos sacan una sonrisa.
Genial.guru ama las historias, por eso les pidió a sus lectores que le contaran anécdotas que hayan tenido un mal comienzo pero un final inesperadamente feliz.
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Conocí a mi actual marido cuando tuve que viajar a su casa, que quedaba muy lejos. En el camino me multaron por exceso de velocidad, luego me perdí y cuando finalmente llegué a destino lo confundí con un impostor por sus pantalones sucios, calzado roto y una camiseta desteñida (se suponía que visitaba al gerente de una gran empresa, y de hecho lo era, pero esa tarde estaba haciendo actividades de jardín). De todas maneras, nos hicimos amigos y ya llevamos 10 años juntos. © Sara Araya Moya / Facebook
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Mi esposo y yo nos conocimos cuando yo tenía 19 años y fui con mis amigas a un bar. Nosotras éramos todas unas fiesteras, mientras que él y sus amigos eran todos señores. Ellos nos hicieron echar del bar porque una de mis amigas estaba haciendo alboroto; así que un mesero subió para pedirnos amablemente que nos saliéramos del bar, yo conocía al dueño así que me negué a irme. Minutos más tarde, subió mi esposo al balcón y nos pagó la cuenta. Quince años después de ese alboroto, somos inseparables. © Maciel Merovingio / Facebook
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Cuando mi hijo tenía 2 años, se mostró conflictivo con un niño que empezó a ir al mismo maternal que él, así que tuve que ir con la mamá del otro niño a ofrecer disculpas, y las aceptó pese a estar obviamente molesta. Pero días después, en gimnasia, mi hijo volvió a meterse con él y nuevamente tuve que pedirle perdón. Aunque prometimos hablar con nuestros respectivos hijos, obviamente las dos ya estábamos un poco serias y molestas. Un par de días después, mientras esperábamos a los niños afuera, comenzamos a hablar, le comenté que mi pequeño había presentado conductas que antes no tenía y me dijo que, cuando ella se embarazó de su niño, su hijo mayor estaba irritable. Pues resultó que yo estaba embarazada y no lo sabía. Para no hacer el cuento más largo, ella y yo terminamos siendo mejores amigas y los niños (hasta el hermanito mayor), inseparables. © Chagosauria Cruz / Facebook
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Mi mejor amigo y yo nos odiábamos cuando recién nos presentaron y eso duró unos buenos meses, pero al final descubrimos que teníamos el mismo carácter y humor. Ya pasaron siete años desde entonces, hoy en día somos uña y mugre, y somos de los amigos que dicen las mismas cosas al mismo tiempo. © Mar Ro / Facebook
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Conocí a mi pareja hace cinco años; yo vivía en Italia y él, en España. Estuvimos chateando unos meses hasta que viajé a España y pasamos todo el día juntos. Con el paso del tiempo, él se iba prendando cada vez más, pero a mí me agobiaba, por lo que al final decidí mudarme de ciudad con mi ex, del que estaba enamorada en ese momento. Fue la peor decisión de toda mi vida, tardé en entender que mi ex nunca iba a cambiar y que esa relación solo me destruiría. Después de dos años, decidí volver a mi ciudad; en ese momento, mi actual pareja se convirtió en mi mejor amigo y mi mayor apoyo para superar todo lo malo que viví. Desde entonces, me di cuenta de qué es el amor real y me juré que lo cuidaría y querría para siempre. Solo llevamos dos años juntos, pero en este tiempo ha hecho más por mí que muchas personas que conozco de toda la vida. © Nere Gomez / Facebook
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Tenía una importante cena familiar en donde nos reuniríamos después de muchos años sin vernos, primos y tíos. Era año nuevo, así que, con mis hermanos, no podíamos perder nuestro boleto del autobús que nos llevaría a la ciudad porque no conseguiríamos otro (además era caro). Pero llegamos sobre la hora y en la puerta de entrada vimos cómo se iba nuestro bus sin poder detenerlo. Fue tal nuestra adrenalina que nos metimos en un taxi que había allí con una desconocida, que también perdió el mismo autobús, sin intercambiar palabras y empezamos a perseguir el vehículo por varios kilómetros. Se nos terminó el presupuesto y quedamos varados en una ruta con la mujer desconocida. Podría ser un mal día, pero la verdad es que la mujer con la que nos perdimos resultó ser una gran compañera; además, uno de nuestros primos nos vino a recoger en auto y llegamos a la cena familiar, extrañamente, muy puntual y con una anécdota de la que nos reímos hasta hoy. © Rober Saul / Facebook
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Uno de mis jefes, cuando viajaba en auto, vio en la ventanilla a un hombre rociando con aerosol a un perrito enfermo, desnutrido y ya sin pelaje. Él se bajó del vehículo (iba a llevar a una de sus hijas a la escuela) y le preguntó al hombre qué hacía, quien le contestó que estaba dándole remedios para ayudarlo a prevenir infecciones. Mi empleador le dijo que lo esperara, llevó a su hija a la escuela y cuando volvió con aquel hombre desconocido (que afortunadamente, como buen señor, lo esperó), colocaron sábanas viejas en el auto y lo pusieron adentro para llevarlo a la veterinaria. El veterinario no pensó que sobreviviría, pero le dio inyecciones y medicación. Hoy, ya hace 5 años que Antonio, el perrito, es de la familia. Él me espera y, cuando llego a su casa, mueve la cola, es hermoso. Tardó tiempo en recuperar su pelo, pero hoy es un perro fuerte y cariñoso, algo que empezó mal terminó bien, porque ni el veterinario tenía esperanzas, pero la familia sí. © Laura Calderon / Facebook
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Conocí a un chico cuando coincidimos en un mismo viaje en el que ambos habíamos viajado solos. Las personas con las que me iba a hospedar estaban esperándome en la estación del tren con un letrero con mi nombre; él no tenía hotel, así que se fue con nosotros. En el camino intercambiamos palabras, pero él me caía mal, supongo que la razón se debió a que yo había planeado estar sola. Cuando llegamos al hotel del pequeño pueblito, resultamos ser los únicos hospedados allí. Nos sentamos a comer y, obviamente, empezamos a platicar más, hasta que terminamos haciendo todos los tours juntos. Cuando tuvimos más confianza, él admitió que también pensó que yo era una odiosa cuando me vio por primera vez. Nos hicimos muy buenos amigos, tanto es así que cuando viajé a su localidad, lo visité, e incluso una vez nos vimos en el aeropuerto cuando él iba a hacer escala en mi país. © Sandy Capistrán / Facebook
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Tenía una conocida que me caía mal y, al final, cuando la conocí un poco más, entendí que no era tan mala como lo creí; es más, fue mi novia, de esas que te marcan el corazón y cuando terminas con esa persona, crees que no habrá nadie más como ella. Fue un comienzo horrible, pero lo mejor siempre estuvo a lo último. Aunque ya no estamos, no me arrepiento de nada. © Miler Mpf Fuentes / Facebook
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Conocí un chico cuando era estudiante, yo tenía doce, él, quince, y no me caía bien. Entonces me enteré de que alguien se mudaba a la casa al lado de la mía y descubrí que era él, incluso le comenté mi descontento a mi madre. No se puede prejuzgar, nos casamos cuando teníamos diecinueve y veintiún años respectivamente. Tenemos tres hijas, que nos dieron cinco nietos y otro en camino, así es la vida. Hoy, hace 42 años que estamos casados. © Mariel Barboza / Facebook
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Mi exmarido ahora es mi mejor amigo, mi confidente y mi gran apoyo con los hijos y los nietos. © Janet Hernandez / Facebook
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Empezó mal y terminó bien el haber dejado a mis amigos de siempre y empezar de nuevo en otra ciudad. © Antonio Cruz / Facebook
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Conocí a mi mejor amiga en la secundaria, íbamos al mismo taller y tomábamos el mismo bus escolar, pero me caía pésimo, se me hacía presumida. Además, yo tampoco le caí bien. Lo más extraño es que no habíamos hecho el intento de platicar entre nosotras. Pues ya llevamos veinte años de amistad, fue una de mis testigos de mi boda, y mis hijos le dicen “tía”. © Rosario Davila / Facebook
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Estaba en un curso cuando él me preguntó si yo era estudiante de alemán porque me vio leyendo un diccionario de alemán / español. Le contesté y me volteé, fui tajante. Luego, el profesor me quiso meter a un equipo con ese chico y dije: “¿Y yo por qué?”. Me acabé metiendo en su equipo porque ellos trabajaban muy bien, entonces noté que no teníamos gustos tan diferentes y comenzamos a hablar.... Y aquí estamos, juntos, 7 años después. © Karla Rdc / Facebook
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Para la Navidad del 2019, nos íbamos a presentar con mis amigos en un festival de música. Habíamos estado ensayando intensamente por más de 3 semanas, y llegado el día, llovió de forma tal que el cielo parecía que se iba a caer. Pese a esto, nos reunimos en el lugar de la presentación adonde, pasado un tiempo (transcurrido con la esperanza de que el diluvio cesara), se tomó la decisión de cancelar el festival. La ciudad en la que vivo tiende a inundarse con facilidad, y esa noche hasta las zonas que tienen más altura se asemejaban a los canales de Venecia. Intentamos regresar a mi casa (que sería refugio para varios, porque no se podía transitar hacia muchos lugares) en el auto de uno de mis amigos y fue imposible. Una hora entera la pasamos adentro del auto, implorando al cielo no quedarnos varados en el medio de la nada por el agua que pudiera entrar en el motor, hasta que finalmente un camino (tortuoso) nos llevó a la casa de una de mis amigas que se encontraba en el vehículo. Los chicos encontraron la forma de alojarse en la casa del conductor del auto y nosotras pasamos la noche comiendo palomitas y tomando helado, riéndonos de lo que habíamos vivido. Fue una buena noche de chicas. © Vero Fazzio / Facebook
¿Has tenido una historia que haya comenzado muy mal y terminado inesperadamente bien? De ser así, no dudes en contarnos. ¡Queremos leerla!