14 Perlas infantiles, de las que los adultos se llevaron tantos sustos como de los tipos de interés de las hipotecas
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Las decisiones que se toman en pareja, en cuanto a las rutinas diarias, pueden ser positivas para la convivencia, o generar conflictos, si no se manejan bien. Uno de los casos más comunes son los acuerdos para la hora de despertar en la mañana e iniciar el día. Aunque parezca un tema menor, las diferencias que surjan en ese pequeño momento del día, pueden amenazar la estabilidad emocional e incluso financiera de la pareja, así como lo ha hecho en el caso de los jóvenes de esta historia.
“Llevo tres años de relación con mi novia, Jess, y vivimos juntos, pero ella no es una persona madrugadora. Esto se debe principalmente al hecho de que ella se queda despierta hasta las 2 o 3 de la mañana todos los días, viendo su celular, a pesar de tener que despertarse a las 8 de la mañana. He intentado que empiece a acostarse más temprano para poder despertarse a tiempo, pero dice que eso no le dejaría tiempo para hacer sus cosas, así que decidí no insistir.
Generalmente, tengo que despertar a Jess. Yo me despierto a las 5:00 am, corro una hora, llego a casa a las 6:00, me ducho, desayuno y hago algunas cosas en la computadora. Luego, empiezo a despertar a Jess alrededor de las 7:30”.
“Sé que es ridículo tener que despertar a una mujer de 28 años, y no me importaría si no fuera porque despertarla a ella es una pesadilla. Comienzo por encender las luces poco a poco alrededor de las 7:30 am, luego intento despertarla con cuidado y, si se levanta a esta hora, va al baño y luego, cuando vuelvo a la habitación, la encuentro durmiendo de nuevo.
Lo peor es que Jess es muy malhumorada por la mañana, entonces me insulta y luego, cuando le menciono lo que me ha dicho, simplemente dice: ’Tenía sueño y estaba fuera de mí. ¿Qué quieres que haga?’. Bueno, el viernes pasado llevó las cosas al límite. Estaba despertándola como de costumbre, y cuando pasó a mi lado para ir al baño, me gritó, con cara de asco: ’¡Hueles horrible, date una ducha!’. Yo ya me había duchado y siempre mantengo una buena higiene”.
“Entonces, esa noche, le dije que estaba cansado de despertarla, que estaba harto de sus rabietas, sus insultos y sus caras, así que yo no iba a mover un dedo para asegurarme de que se levantara a tiempo. Naturalmente, se enojó, pero le dije que tenía que despertarse sola. Hoy era lunes y, obviamente, se quedó dormida y llegó a su trabajo más de una hora tarde. Como ya la habían amonestado dos veces durante su período de prueba, eso fue causal de despido automático.
Como a mediodía, me llamó gritando incoherencias, diciendo que yo había hecho que la despidieran. Cuando llegué a casa por la tarde, inmediatamente comenzó a llorar y a gritarme más, exigiéndome la mitad de mi salario hasta que ella pueda encontrar un mejor trabajo. Creo que me precipité en obligarla a despertarse sola de repente, y al parecer le gustaba mucho el trabajo que tenía. ¿Debí al menos haber intentado despertarla?”.