Mi vecino odia que nade en mi propia piscina, pero no pienso detenerme

Historias
hace 10 horas

Vivir con vecinos tiene sus pros y sus contras. Si hay respeto mutuo, pueden entablar una amistad increíble. Pero si no, puedes tener un enemigo para toda la vida. Uno de nuestros lectores nos contó cómo su diversión en el agua se convirtió en una discusión.

Uno de nuestros lectores, Roberto, compartió su historia

Estimado Genial.guru,

Mi pareja y yo somos propietarios de nuestra casa desde hace más de una década. A lo largo de los años, trabajamos muy duro para construirnos una piscina en el patio trasero porque nos encantaban los chapuzones nocturnos.

La casa contigua a la nuestra llevaba años vacía. Pero hace unos meses se vendió y se mudaron nuestros nuevos vecinos. Hicimos todo lo posible para que se sintieran bienvenidos e incluso les invitamos a cenar, pero se negaron.

Hace un par de semanas, el PAPÁ nos dijo enfadado que dejáramos de usar nuestra piscina. Le preguntamos por qué y nos dijo que era indecente. Pensamos que bromeaba e ignoramos su petición. Pero al día siguiente sorprendimos a su hijo mirándonos desde el balcón y vimos que ocultaba algo.

Oculto entre sus piernas, había un trozo de papel que decía: “¿Puedo ir a nadar con ustedes?”. Nos quedamos en shock un momento y luego lo invitamos. Nos dijo que no paraba de rogarle a su papá que le pusiera una piscina como la nuestra, pero que él se negaba.

Pero cuanto más se lo pedía, más se enfadaba su padre. Nos dijo que por eso vino su padre y nos dijo que dejáramos de nadar. Al chico le encantaba nadar y quería ser deportista, pero su padre no le veía potencial y nunca se molestó en tener una casa con piscina.

Así que le dijimos que podía usar nuestra piscina siempre que quisiera. Pero ese fue nuestro mayor error. Al día siguiente volvieron a llamar a la puerta y su padre estaba furioso. Nos acusó de animar a su hijo a vivir en una fantasía.

Le dijimos que debería dejar de ignorar los sueños de su hijo y que, como esta era nuestra casa, podíamos hacer lo que quisiéramos y no nos importaba que su hijo viniera a nadar. Se fue sin decir ni una palabra más.

Pero ahora no puedo evitar preguntarme si tomamos la decisión correcta. Genial.guru, ¿hicimos mal en permitir que el niño accediera a nuestra piscina?

Saludos,
Roberto P.

Gracias por ponerte en contacto con nosotros, Roberto. Comprendemos lo difícil que puede resultar entender las obligaciones en este sentido. Así que hemos reunido algunos consejos con la esperanza de que puedan ayudarte.

Dale la vuelta a la narrativa con humor

La próxima vez que el padre te exija que dejes de nadar, apóyate en un ligero sarcasmo para quitarle el control. Algo como: No te preocupes, nuestro traje de baño es menos revelador que el que lleva la gente en la piscina pública”. Así replanteas su argumento “indecente” como ridículo sin ser abiertamente hostil, y le resulta más difícil hacerte sentir culpable.

Convierte la piscina en el centro de atención de la comunidad

Si el niño es un apasionado de la natación, considera la posibilidad de invitar a un entrenador de natación local u organizar un día de piscina informal con otros niños del vecindario y sus padres. De este modo, el foco de atención se desplaza de tu casa contra la suya y se convierte en un apoyo comunitario más amplio. Al padre le resultará más difícil argumentar que estás alimentando una “fantasía” cuando otros están validando el interés del niño.

Utiliza la piscina como un sutil movimiento de poder

Puesto que tu piscina es el principal punto de tensión, utilízala estratégicamente. Programa tus baños cuando sepas que el padre está en casa. Sé educado pero muy visible a la hora de disfrutar de tu propio espacio. Al normalizar el uso de la piscina, le demuestras tranquilamente que su control termina en el límite de su propiedad.

Roberto se encuentra en una situación difícil. Quiere ayudar al niño sin provocar una discusión con su vecino, y eso puede ser difícil. Pero no es el único con vecinos problemáticos.

En toda comunidad, los vecinos pueden ser una fuente de apoyo invaluable. Sin embargo, hay ocasiones en las que, lejos de facilitar la convivencia, algunos se convierten en una verdadera fuente de conflicto, llegando al punto de decidir sobre las propiedades ajenas, como si fueran suyas. Precisamente eso le pasó a la mujer que cuenta esta historia, cuya vecina se adueñó de su correspondencia. Lee la historia completa aquí.

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