Mujer se mudó a Japón y contó cosas que pueden ser como un balde de agua fría para los recién llegados

Lugares
hace 2 años

Los países asiáticos siempre parecen ser algo muy inusual para cualquier occidental. A menudo, al visitarlos por primera vez, la emoción se convierte rápidamente en una pregunta: “¿Esto está sucediendo realmente?”. E incluso Japón, que inspira sincero respeto en todo el mundo, sigue siendo un misterio con sus reglas no escritas de comportamiento y comunicación. Pero una mujer llamada Diana, que se casó con un japonés nativo y se instaló en la Tierra del Sol Naciente, ahora cuenta sobre las peculiaridades de la vida local en su blog Japón a través de los ojos de un “gaijin”.

En Genial.guru, no pudimos pasar por alto el blog de Diana y dejar de leer sus historias sobre las realidades de la vida japonesa, que definitivamente serán una sorpresa para alguien que nunca vivió allí.

Por qué los japoneses son tan “fríos”

Los japoneses, especialmente los que viven en las grandes ciudades, suelen ser indiferentes a los problemas de los extraños. Nunca ayudarán en un problema si, por ejemplo, le sucede algo a un transeúnte en la calle, no se acercarán y no preguntarán: “¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte?”. Me di cuenta de esto después de haber vivido en el país durante seis meses, ya que fui testigo de algunos casos inusuales, en mi opinión.

Una vez, en la playa, mi hijo se lastimó gravemente la pierna. ¡Era una gran herida! Era domingo por la tarde, había mucha gente alrededor, pero nadie se nos acercó para preguntarnos si necesitábamos ayuda. Todos se dieron la vuelta con indiferencia. Menos mal que yo tengo conocimientos de primeros auxilios. Pude aplicar un torniquete con materiales que tenía a mano y a duras penas logramos llegar al hospital. Mi esposo Taro estaba en el trabajo ese día. Cuando volvió, le conté lo sucedido y le dije que me llamó mucho la atención la insensibilidad de sus compatriotas.

Recuerdo que Taro dijo: “Probablemente, solo había gente joven allí. Lo más probable es que los ancianos se hubieran acercado y ayudado, habrían llamado a una ambulancia. Pero los jóvenes son diferentes, se educaron de manera distinta. No es que sean insensibles, el hecho es que los japoneses no se entrometen en los problemas de los extraños por delicadeza. Temen que los extraños se sientan incómodos por su ’intrusión’”.

También noté que los japoneses nunca ayudan a las mujeres con niños en carriolas en situaciones difíciles. Y resulta que ofrecer ayuda realmente puede causar molestias. Por ejemplo, un colega de mi esposo, T-san, de 54 años (un japonés que ha vivido durante mucho tiempo en Canadá por trabajo), dijo que una vez quiso ayudar a una vecina japonesa. Ella criaba sola a un niño discapacitado y siempre tenía dificultades para subir la carriola con bolsas por las escaleras. T-san le preguntó: “Por favor, dime si puedo ayudarte con algo alguna vez”. La vecina no respondió nada. Y después de un tiempo, él recibió una carta de notificación de la empresa administradora de edificios pidiéndole que no molestara a los demás residentes y que no hablara con personas que no conoce.

Por supuesto que no todos los japoneses son tan yadokari (cangrejos ermitaños), que se esconden en sus caparazones y temen cualquier comunicación con extraños. Por ejemplo, en los pueblos pequeños y áreas rurales hay personas que son más abiertas, habladoras, que pueden ayudar y aceptar ayuda. Pero son pocos.

Antes, también siempre me sorprendía la reacción de los japoneses mayores (o mujeres con niños) en el transporte. Si intentas cederles el asiento, se niegan categóricamente e incluso parecen ofenderse. Japón es una tierra de autorresponsabilidad. Los principios básicos de sus ciudadanos son: no causes problemas a los demás, asume toda la responsabilidad, sin depender de nadie. Incluso parece que los japoneses son incapaces de aceptar ayuda de extraños, y la amabilidad y el deseo de ayudar, viniendo de un desconocido, los ofende y los molesta.

Sobre la crianza de los niños en Japón. ¿Es cierto que a un pequeño japonés se le permite hacer cualquier cosa?

Hace poco, en una tienda de fideos en la isla de Fukue, noté un aviso extraño en la pared junto a una de las mesas. En resumen, contenía un pedido a las madres que acudían con sus hijos a ese restaurante de que no se enfadaran si sus hijos tiraban todo, esparcían comida por la mesa y en el suelo. Que los niños hagan desorden, después de todo, ¡todos fuimos así en la infancia! El personal del restaurante estará feliz de limpiar el desorden de los más pequeños, y las mamás deben relajarse y no preocuparse por nada. Eso decía el anuncio. Esto me sorprendió. ¿Te instan a relajarte y a no vigilar a los niños? ¿Dejar que hagan desorden?

“Sí, así es”, dijo Taro. “¿No has visto esos carteles antes? Hay muchos en cafés y restaurantes japoneses. ¿Quizás no les prestaste atención?”. Y explicó: “Las madres japonesas siempre controlan tan estrictamente a sus hijos que no pueden comer y descansar adecuadamente”.

El cartel en cuestión.

Sí, noté que los pequeños japoneses se comportan perfectamente: no hacen ruido, no lloran, no gritan.

Cuando recién me mudé a Japón, me sorprendió especialmente este comportamiento de los niños muy pequeños. Recuerdo que a menudo le preguntaba a Taro: “¿Por qué son tan tranquilos? ¿Por qué nunca se ponen caprichosos?”. Pero ahora estoy acostumbrada, y ya no me sorprende en absoluto. Los propios japoneses saben que sus hijos rara vez molestan a los demás.

He escuchado más de una vez a mujeres japonesas conocidas decir que si un pequeño llora, corre, grita en un vagón de metro o en un café, entonces definitivamente es un extranjero o un hafu (un niño cuyo padre o madre no es japonés, de half, mitad en inglés). Confieso que fue un poco desagradable escuchar eso. Pero, para ser honesta, es difícil discutirlo, realmente es así. Pero no me queda clara una cosa: ¿por qué en mi país se cree que los japoneses miman mucho a los niños, supuestamente permitiéndoles hacer lo que quieran? ¿De dónde viene este mito?

Noté que, por el contrario, las madres japonesas son estrictas y duras: controlan constantemente a sus hijos para que se comporten en silencio y sin molestar. Una amiga mía, M-san, que es madre de una linda niña de 3 años, afirma que Japón es un país donde es difícil criar niños. Porque aquí lo principal es no molestar a nadie, no perturbar y “leer el aire”, es decir, poder notar sin palabras lo que sienten los demás. Los japoneses creen que este “leer el aire” es un momento muy importante en la crianza de los niños.

“¡Estas reglas han desgastado a los padres de niños inquietos! ¡Esto solo pasa en Japón, en otros países todo es diferente!”, se ríe una joven que vivió algún tiempo en Norteamérica y en Europa (por trabajo de su esposo, un colega de Taro). Debo decir que no está sola en su opinión. Muchos japoneses piensan que la crianza de los niños es demasiado dura en su país.

M-san dice que cuando las mujeres japonesas salen a pasear con sus niños, siempre intentan elegir lugares en los que no deban preocuparse de que su carriola y su hijo causen problemas a los demás. Pero, por supuesto, hay padres japoneses (aunque son raros) que no se adhieren a las reglas tradicionales, simplemente no les prestan atención y permiten que sus hijos se comporten como les plazca.

Le pregunté a M-san cuál creía que era la diferencia entre la crianza japonesa y la occidental. Su respuesta me sorprendió. La joven dijo: “Se trata de los propios japoneses y su comportamiento. Además, el mayor valor de la sociedad japonesa no son los niños, sino la gente trabajadora y ocupada. Es decir, los adultos. Y es inaceptable que los niños les causen problemas”.

A quién los japoneses llaman “parásitos solteros”

Parasito singuru (del inglés single parasite) es una expresión japonesa que se refiere a jóvenes solteros (hombres y mujeres) de entre 20 y 40 años, que viven sin preocupaciones con sus padres y a costa suya.

Hace poco descubrí que el colega de Taro, K-san, tiene una hija así, de los “parásitos”. El hombre a menudo habla de ella durante las reuniones en los restaurantes (llamémosla Yu-san). Por ejemplo, una vez, llevó a su esposa e hija a esquiar, en el camino de regreso, su automóvil patinó en un ventisquero, el ala quedó ligeramente aplastada. La hija estaba enojada con su padre: saltó del auto y, pateando, declaró que no iría en un auto mutilado, ¡estaba avergonzada! K-san comenzó a enmascarar la abolladura con nieve húmeda para que la “pequeña” no se molestara y entrara al auto. Recuerdo que, entonces, pensé: “Vaya... ¡Malcriaron a la niña!”. ¡Pero resultó que la “niña” tenía 30 años!

K-san dijo que Yu-san no ha trabajado durante mucho tiempo, vive con ellos. Después de graduarse de la universidad, solo trabajó durante aproximadamente un año, pasando por cinco trabajos. K-san dijo que no la entendían en ningún lugar y la ofendían, la trataban mal, obligándola a trabajar en exceso. En cambio, en casa, la trataban como a una niña, por lo que Yu-san actuaba como una niña. Incluso se vestía como una estudiante de primaria. K-san me mostró sus fotos. La apariencia es bastante acorde a su edad, pero la ropa y el peinado parecen sacados de la revista Chao, popular entre niñas de 8 a 14 años: lazos, volantes, una mochila con numerosos animales de peluche colgando.

En cuanto a los hombres, “parásitos solteros”, en su mayoría viven con sus padres porque esto les permite ahorrar en los gastos del hogar. Puedes gastar más en ti mismo, en entretenimiento. El costo de la vivienda y los precios de alquiler en Japón son altos, especialmente en las grandes ciudades. Además, un nuevo hogar requiere costos iniciales considerables, por ejemplo, la compra de muebles, un refrigerador, una lavadora, etc. Un japonés que elige una vida independiente gasta en promedio 2/3 de sus ingresos en diferentes pagos. Además, tienes que hacer la limpieza y cocinar. Por lo tanto, la independencia está asociada con altos costos y una notable caída en el nivel de vida y comodidad.

A qué edad se considera que los japoneses son adultos mayores y qué se les regala en honor a eso

En Japón, solo los niños celebran los cumpleaños. Entre los adultos no es muy aceptado. Los adultos rara vez son felicitados, reciben regalos y sus cumpleañeros no organizan fiestas, ni siquiera para las fechas redondas. Le pregunté a Taro por qué era así y respondió: “¡No somos niños pequeños! No es costumbre entre los japoneses”. Pero hay fechas especiales que los japoneses siempre celebran. Se festejan sin falta y hasta se hacen regalos tradicionales.

Por ejemplo, a partir de los 60 años, una persona comienza a considerarse adulto mayor y necesariamente se la felicita por su cumpleaños. Hay una tradición interesante: familiares y amigos le regalan a un cumpleañero de 60 años un zukin (gorra roja) y un chanchanko (chaqueta roja sin mangas). Según una tradición muy antigua que vino de China, se cree que después de vivir 5 veces un ciclo de 12 años, una persona llega a los 60 años y entra en un nuevo estado. Es como si volviera al año en que nació. Se puede decir que cae en la infancia. Por lo tanto, le hacen regalos infantiles.

Una vez, Taro y yo volamos a la isla de Fukue y vivimos allí en un remoto pueblo de pescadores en la orilla del mar. Nos alojamos en un minshuku, un hotel familiar de un capitán de un barco de pesca y su esposa. La mujer era demasiado habladora, durante las cenas y los desayunos no me dejaba comer tranquila: me bombardeaba con preguntas, hablaba mucho de su familia, de ella misma y constantemente me sacaba fotos con su teléfono. Resultó que la inquieta japonesa acababa de cumplir 60 años. Y se negó categóricamente a recibir su chanchankozukin: no se consideraba una señora mayor, ¡y punto!

Debo decir que hay muchos japoneses que rechazan el tradicional regalo rojo. Y claro: ¿a quién le gustaría recibir un regalo que insinúa la vejez y la caída en la infancia? Por lo tanto, pueden regalarte un juguete con un chaleco y un sombrero rojos, o solo flores de ese color. Nuestra anfitriona del hotel presumió unos hermosos ramos de flores que le obsequiaron su esposo e hijos. ¡Uno era lujoso, de 60 rosas escarlatas!

Pero me sorprendió que la mujer no sacara las flores del envoltorio y no las pusiera en un jarrón con agua. Los 2 días que estuvimos en ese hotel, las rosas estuvieron apoyadas sobre la mesa. Y me sorprendió desagradablemente una de las preguntas de esta señora. Al mostrarme los ramos, la japonesa de 60 años me preguntó cuántos años tenía. Le respondí que se podría decir que teníamos la misma edad: yo tenía 56 años. Y entonces ella me preguntó burlonamente: “Eras hermosa de joven, ¿no?”.

No me considero joven y hermosa. Siempre he sido crítica con mi apariencia, no me avergüenzo de mi edad, no le tengo miedo a la vejez. Pero cuando escucho algo así, me siento un poco incómoda y siento vergüenza por la persona que hizo esta extraña pregunta. Suena como un insulto camuflado. Ciertamente, nunca se me ocurriría preguntarle algo así ni siquiera a una mujer de 100 años.

Pero yo que, podría decirse, estaba habituada a este tipo de “cumplidos”, respondí alegremente: “¡Oh, soy tan vieja que no recuerdo cómo era en mi juventud! Creo que alguna vez fue joven... Pero, hermosa, definitivamente, no”.

Taro, incapaz de contenerse, se echó a reír. La mujer frunció los labios... El capitán se levantó de la mesa y se dirigió a la salida, llevándose a su esposa con él.

Las japonesas toman cada vez más la iniciativa en las relaciones personales

Las japonesas siempre han sido consideradas femeninas y gentiles, ideales y cariñosas. Pero hoy, los estándares de belleza y comportamiento han cambiado mucho. Las jóvenes se comportan de una manera cada vez más relajada y audaz, mientras que los hombres son tímidos y pasivos y hasta se ven femeninos: llevan el pelo largo, se depilan las cejas e incluso se maquillan ligeramente.

Un conocido, un colega de Taro, tiene una novia muy activa. Al darse cuenta de que el chico, llamémoslo M-san, es tranquilo, amable y, lo que es más importante, no es pobre, literalmente lo tomó por asalto. Nos vemos obligados a observar involuntariamente su interacción durante los encuentros compartidos. Y, para ser honesta, quedo un poco sorprendida de que una mujer japonesa pueda comportarse tan desinhibidamente. Sí, es una chica valiente. Según ella, buscó a su enamorado durante mucho tiempo: lo llamaba, lo invitaba a citas. M-san se resistió por un tiempo, negándose a aceptar su felicidad, pero luego se dio por vencido. Y llevan saliendo más de un año.

No, bueno, puedo entender a las mujeres japonesas. Tienes que tomar la iniciativa en tus propias manos, siendo que los japoneses modernos son tan tímidos y pasivos y no pueden ni quieren mostrar signos de atención o coquetear. Así fue cómo se ha formado una nueva generación de mujeres con temperamento luchador e insistente.

¿Crees que tenemos algo que aprender de la gente de Japón? ¿O somos demasiado diferentes?

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