Me traicionó mientras daba a luz y seis años después llegó mi venganza

Atravesar un divorcio nunca es sencillo, pero para algunas personas, separarse de su pareja no solo implica una ruptura emocional, sino también una lucha constante contra el resentimiento, el control y la falta de responsabilidad.
En esta historia, vemos a una mujer que, tras descubrir una infidelidad, decidió poner fin a su matrimonio, pero jamás imaginó que su decisión daría inicio a una serie de obstáculos impuestos por su exmarido, quien se niega a aceptar la realidad del divorcio. Ahora la relación con su familia se encuentra dividida, pero, ¿quién es el verdadero responsable?
Mi exmarido y yo llevamos dos años divorciados. Tenemos dos hijos, un niño de ocho años y una niña de cinco. Todo marchaba muy bien en nuestro matrimonio hasta que nació nuestra hija, y fue como si se hubiera activado un interruptor y él se convirtiera en una persona completamente distinta. Lo soporté tanto como pude hasta que un día descubrí que tenía una aventura y presenté la solicitud de divorcio.
Él peleó conmigo en cada paso del divorcio, lo que llevó a que tardáramos más de un año para que pudiéramos finalizarlo. Durante todo el proceso, me otorgaron la custodia principal y a él se le ordenó pagar manutención, cosa que nunca ha hecho, y aunque no la necesito, sería bueno tener algo extra para los niños, así que le pedí que lo hiciera.
No lo molesto al respecto, sé que para él es una forma de intentar que hable con él, por lo que solo dejo que la oficina de cumplimiento haga lo suyo, y como tiene tantos retrasos, le han tenido que suspender casi todo. A pesar de que lo notifican, estoy segura de que no les hace caso.
Soy estadounidense de primera generación y la mayor parte de mi familia extendida aún vive en el extranjero. Mi abuela falleció a principio de este año, así que decidí visitar a mi familia con mis hijos.
Tuve que contactar a mi ex porque necesito de su permiso para poder salir del país. Él aceptó, pero me dijo que sentía que era un buen momento para tomar unas vacaciones y que siempre había planeado visitar el país de mi familia.
La verdad, ya esperaba que esto ocurriera porque seguirnos es algo que suele hacer cada que me llevo a los niños de viaje. Por esa razón, mi abogada redactó un documento notariado para que él lo firmara, otorgándome así el permiso para llevar a nuestros hijos fuera del país. Un dato importante es que el documento incluía una cláusula en la que decía que él tenía hasta 72 horas antes del día del viaje para revocar su permiso, y él aceptó.
Llegó el día de nuestro viaje, mis hijos y yo llegamos al aeropuerto tres horas antes del vuelo y nos dirigimos a un restaurante a desayunar. Su padre llegó mucho más tarde, y cuando estábamos terminando, recibí una llamada suya.
Resulta que le habían revocado el pasaporte debido a la falta de pago de la manutención, así que le negaron el abordaje y no había forma de que se lo devolvieran sin antes pagar todo lo que debía. Me dijo que como él, ya que no podía ir, yo ya no tenía permiso para poder viajar con mis hijos.
Le recordé que ya habían pasado las 72 horas para rechazar mi solicitud de viaje, por lo que amenazó con llamar a un oficial para informarle que estaba intentando secuestrar a mis hijos. Y sí, llegaron oficiales a la puerta de embarque para averiguar qué ocurría, pero yo tenía el acuerdo notariado conmigo, así que nos dejaron seguir.
No paró de enviarme mensajes hasta que finalmente abordamos el avión, donde pude apagar mi teléfono y tener algo de paz durante el vuelo. Mientras estábamos en el aire, llamó a mi hermano para quejarse sobre lo que había ocurrido. Ellos se conocen, ya que son amigos, de hecho, nos conocimos a través de él.
Mi hermano se puso de su lago y me regañó, diciéndome que había sido muy cruel de mi parte seguir con el viaje, aun sabiendo que él no podría venir. Mi madre le dijo que no se entrometiera, y que después de divorciarnos ya no era mi responsabilidad recordarle que abra su correo, pero algunos familiares lejanos están de acuerdo con mi hermano.
No creo haber sido la mala por continuar con nuestro viaje, pero sí me he estado cuestionando si lo soy por no haberle advertido que revisara su pasaporte. No sabía con certeza que se lo habían revocado, pero tenía la sospecha. ¿Eso me convierte en la mala?
Debo decir que él puede pagar la manutención sin ningún problema, el problema es que trabaja por cuenta propia, así que no pueden quitarle lo que corresponde directamente, pero gana bien. El no pagar simplemente es una táctica de control. No le agradó, quisiera divorciarme y ahora me castiga por ello. Eso incluye retener la manutención a propósito, sin embargo, yo gano lo suficiente para poder pagar las cuentas y ahorrar un poco para mis hijos, así que realmente no me afecta.
Él sabe perfectamente que el dinero de la manutención iría directamente a las cuentas de ahorro de los niños, pero espera que le suplique por el dinero, pero en el fondo sabe que esto algún día lo rebasará y tendrá que pagar de alguna forma; solo está prolongando lo inevitable.
¿Soy yo la mala? Este viaje nunca significó que iríamos de vacaciones juntos. Nada fue planeado en conjunto porque solo era para mis hijos y yo, así que el hecho de que él no pudiera salir del país para irse de vacaciones no tenía absolutamente nada que ver con nuestro viaje, ya que sus planes eran completamente distintos.
Esta historia nos demuestra lo complicado que puede ser soltar a alguien, sobre todo cuando esa persona se niega a aceptar el final. Pero también nos recuerda que querer seguir adelante no es egoísta, sino necesario. La protagonista de este relato tomó una decisión que para muchos puede parecer fría, pero a veces proteger tu paz y la de tus hijos requiere firmeza.
¿Tú qué opinas? ¿Quién actuó mal realmente? Tal vez la lección está en entender que amar también es saber dejar ir.