Mi jefe y yo tuvimos una hija, él nunca lo supo, pero confesarlo ahora destruiría nuestras carreras

Historias
hace 23 horas

La vida adulta está llena de decisiones inesperadas y caminos que nunca imaginamos recorrer. A veces, un giro del destino nos coloca frente a desafíos que parecen sacados de una novela, como la historia de esta mujer, que, en medio de su carrera académica y profesional, atravesó sola una maternidad no planeada, años después reencontró al padre de su hija en el lugar menos esperado y terminó enfrentándose a un ambiente laboral hostil.

A finales de mis veinte, volví a la universidad para hacer un doctorado, y compartí oficina con otros estudiantes durante varios años. Uno de ellos, llamado Jacob, terminó su tesis, y como se iría de regreso a su país de origen, todos salimos a tomar algo para felicitarlo y despedirlo. Una cosa llevó a la otra y Jacob y yo terminamos pasando la noche juntos.

Semanas más tarde, me di cuenta de que estaba embarazada y no tenía forma de ponerme en contacto con Jacob, ya que su correo y teléfono de la universidad se habían desactivado cuando se fue del país.

No necesitaba nada de él y estaba bien con criar sola al bebé que venía en camino, pero pensé que él tenía derecho a saberlo, así que lo busqué en Google varias veces a lo largo de los años, sin embargo, nunca pude contactarlo.

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Una mañana, el jefe de departamento de mi antiguo empleo, envió un correo a todos en la oficina para presentar y dar la bienvenida a nuestro nuevo gerente, Jacob. Con solo ver su foto e historial académico y laboral, supe que era él.

La noche que habíamos pasado juntos me cambió la vida porque me convirtió en madre, así de vez en cuando pensaba en Jacob cuando mi hija me preguntaba por su papá o cuando notaba en ella algún rasgo genético que no fuera mío. Aunque, dudo que él haya pensado en mí alguna otra vez.

En la empresa donde trabajaba, era común que todos en el departamento respondieran a estos correos de bienvenida para presentarse, darle un recibimiento al nuevo y explicarle cómo interactuaría su rol con el de esa persona.

No estaba segura si en mi correo debía incluir que Jacob y yo habíamos sido compañeros en el pasado, como una forma de esclarecer eso desde el principio o si debía escribirle un correo individual y proponerle tener una conversación para aclarar si debíamos mantener nuestro historial fuera del ambiente laboral.

Como no tenía certeza, primero hablé con mi representante sindical, quien me dijo que no mencionara nada y que la contactara si Recursos Humanos intentaba organizar una reunión conmigo. Por su puesto, quedarme en silencio y permitir que Jacob declarara por su cuenta la relación que habíamos tenido habría sido problemático y hubiera terminado en una posición similar a la mía.

Dado que el equipo de Recursos Humanos era un poco chismoso, conocían la edad de mi hija, así que debía tener tanto control como me fuera posible sobre la divulgación de información relacionada con ella.

Después de hablar con un abogado laboral que revisó las políticas de la empresa, seguí una sugerencia suya y escribí un correo a Recursos Humanos en el que declaraba haber tenido una relación con Jacob en el pasado, lo que generó que no solo me hicieran toda clase de cuestionamientos, sino que también querían obligarme a renunciar, y como me negué, terminamos acordando buscar distintas soluciones.

La solución de la empresa fue empezar a sabotearme. Todo, mi salario, mis prestaciones, el acceso de mi tarjeta al edificio, el acceso a mi computadora y cuenta de correo. Difundieron rumores sobre mí, y escuché a excompañeros susurrando que había tenido una aventura con un gerente y, además, cancelaron el hospedaje que se había reservado para un viaje que tendría, cosa que solo descubrí porque me sentía paranoica y decidí llamar al hotel.

Después de que todo esto ocurriera, mi representante sindical me aconsejó seguir documentando todo mientras nos preparábamos para tomar acciones legales. El abogado estimó que tomaría al menos un año obtener algún tipo de resolución, y para entonces, yo ya ni siquiera quería estar en ese trabajo. Para ese punto, ya no dormía bien y había llorado algunas veces en la oficina. Me estaba empezando a quebrar y apenas comenzábamos, por lo que finalmente renuncié.

Fuera del tema laboral, también hablé con una abogada familiar que me explicó todas las formas posibles en las que esta situación podía desarrollarse, y cuáles eran los desenlaces más probables.

Básicamente, mi hija ya tenía la edad suficiente para que todo lo que ella quisiera, tuviera suficiente peso en un juicio si llegábamos a estar en ese punto. A la vez, hablé en muchas ocasiones con mi hija sobre su padre; le conté lo que sabía sobre él y que intenté contactarlo. Incluso, le ofrecí ir con un terapeuta para que pudiera hablar del tema con otra persona que no fuera yo.

La abogada familiar me ayudó a redactar una carta que le envié a Jacob. En ella, le conté sobre su hija, le dije que no intentaba obtener nada de él, y le di los datos de contacto de mi abogada. Al cabo de unas semanas, finalmente le escribió a mi abogada.


Se expresó como la persona tranquila y práctica que recordaba. Respondió que aún lo estaba procesando, pero dijo que no tomaría ninguna medida legal, nos ofreció el historial médico de su familia, se disculpó conmigo en caso de que hubiera renunciado por su culpa, y dijo que le gustaría conocer a nuestra hija si ella estaba interesada.

Le conté todo esto a mi hija, y ella dijo que estaba feliz de tener el de contacto de su padre, pero que no quería conocerlo, pues, ese momento, ella opinaba que tenerlo en nuestras vidas en ese momento causaría interrupción no deseada.

Ahora, después de un año, mi hija cambió de opinión y ha estado en contacto con su padre. Aunque todavía es un poco incómodo para ambos, tienen algunos pasatiempos en común con los que han logrado conectar. Además, también parece estar muy emocionada de tener algunos hermanitos pequeños que adoran tenerla como su hermana mayor.

Algunas personas se preguntaron por qué reaccionaron de esa forma en mi antigua empresa, y es que, el trabajo que se hace ahí es de un campo muy especializado y solo hay un pequeño grupo de personas en el país que lo realiza. Así que, para contratar a Jacob, la empresa pagó millones para poder traerlo.

Todo esto significaba que yo no podía reportar a Jacob, y la empresa no podía arriesgarse a perderlo con la competencia. No justifico el comportamiento que tuvieron conmigo, pero tenía cierta lógica. Aun así, todavía estoy enojada por cómo me trataron y por lo impotente que me sentí, sin embargo, eso ha ido disminuyendo con el tiempo.

Tuve dificultades para encontrar un nuevo trabajo y después de casi un año sin trabajar, Jacob me contó que le ofrecían un puesto en otra empresa, y aunque él estaba cómodo en su trabajo actual, me dijo que podía tomarlo si yo deseaba volver a mi antiguo empleo, pero le dije que no.

Finalmente, él rechazó la oferta y les dio mi nombre. Me entrevistaron y logré conseguir el trabajo, que, la verdad, es un gran ascenso respecto a donde estaba antes. Apenas llevo unos seis meses aquí, y hasta ahora lo he disfrutado. No solo eso, tampoco me he relacionado con nadie de mi equipo, así que parece un buen lugar para trabajar".

El pasado no siempre nos da opciones, pero el presente sí. Esta historia nos muestra que, aunque hay algunas decisiones que no se pueden deshacer, sí podemos elegir con qué fuerza permitimos que nos afecten hoy. Lo cierto es que no siempre se puede cambiar lo que ocurrió, pero sí se puede decidir avanzar. La mujer de este relato no eligió las circunstancias, sin embargo, las enfrentó con claridad para cuidar de su hija y de su paz emocional.

Si esta historia te hizo reflexionar sobre tus propias decisiones, compártela con tus conocidos para recordarles que siempre se puede empezar otra vez.

Imagen de portada Choice_Evidence1983 / Reddit, AI-generated image

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