Por qué cuando una persona pone límites se vuelve “la mala de la película” y 10 razones por las que no lo es
No es fácil conocer nuestros límites. Si todos hubiésemos nacido con un manual de instrucciones, seguramente el mundo sería más sencillo (aunque probablemente más aburrido). Pero la vida se aprende mediante la práctica, y descubrir qué es lo que estamos dispuestos a tolerar y a hacer por las otras personas nos ayuda no solo a saber qué es lo que nos gusta, sino cómo queremos que el resto nos trate para sentirnos valorados y respetados.
En Genial.guru creemos que es sano ponerles límites a las personas que nos rodean, por eso te compartimos 10 razones por las que decir “no” y “hasta aquí” no nos vuelve los villanos de la historia, sino que puede ayudarnos a tener relaciones sanas.
1. Los límites permiten que pongamos nuestras prioridades en orden
Está bien que nos preocupemos por las personas que queremos y demostremos apertura cuando se nos pide un favor, siempre y cuando esta buena voluntad no haga que nos olvidemos de nosotros mismos. Y aunque suene sencillo, a las personas inseguras les puede resultar difícil diferenciar si hacen algo porque quieren o porque temen desilusionar a un ser querido.
Más aún, todos necesitamos organización en nuestra vida, y nuestra agenda no puede llenarse de las necesidades del resto. Es importante recordar que el cuidado personal no es algo egoísta, y que priorizar nuestros deseos puede ayudarnos a ser serviciales y a tener una mejor predisposición. No podemos dar lo que no tenemos; es imposible brindarles a los demás lo mejor de nosotros mismos si nos sentimos agotados y no nos damos el tiempo de hacer actividades que nos hagan sentir recargados.
2. Nos dan sentimientos de seguridad y evitan la manipulación
No está mal tener influencias de nuestras personas cercanas; somos seres sociables y a veces se nos pueden “pegar” cosas buenas y malas de quienes nos rodean. Pero cuando tu identidad se basa en la aprobación o reprobación de otros, resulta difícil poner límites. Alguien que se conoce a sí mismo sabe marcar fronteras para hacerse respetar.
No dudes en decir que no te gusta algo o señalar tus preferencias, porque incluso las negativas contribuyen a nuestra habilidad comunicativa. Quienes nos quieren realmente sienten deseos de saber lo que nos gusta y con lo que nos sentimos cómodos. Si al señalar un aspecto de nosotros la persona no lo respeta, o lo cuestiona de forma negativa, claramente no es alguien que aprecia nuestra autenticidad.
3. Si estableces límites, puedes defenderte de ataques
Supongamos que un día llega tu suegra y te dice: “Deberías aprender a limpiar bien tu casa”. Sin duda, sería un comentario inapropiado, y aunque se nos puedan ocurrir miles de respuestas, probablemente la inspiración llegue cuando sea tarde. Conocer tus límites puede ayudarte a expresar qué es lo que no te gusta que te digan o hagan con mayor agilidad.
Al respecto, profesionales afirman: “A menudo, dejamos de lado nuestros instintos porque estamos convencidos de que no son razonables o nos han enseñado a no confiar en ellos (...). Pero si algo se siente constantemente incómodo o inseguro, es una señal de alerta de que el abuso puede ser un problema”.
4. Nos ayudan a tomar decisiones
Si bien los límites pueden ser algo flexibles, de nada sirve decirle a nuestra suegra que no se involucre en la limpieza de nuestra casa si a la semana la llamamos para pedirle recomendaciones para quitar manchas. Debemos ser consistentes con nuestras decisiones para hacerlas respetar, aunque eso signifique tener que lidiar con las consecuencias. Para hacer que los demás acaten tus límites, primero debes respetarlos tú mismo.
5. Nos ayudan a mejorar nuestro discernimiento y habilidades comunicativas
Hay personas que, por alguna razón, terminan contando toda su vida en redes sociales y a personas que apenas conocen. Incluso ventilan su vida privada a sus colegas de trabajo, con los que no mantienen amistad. La falta de reservas te posiciona como víctima, lo cual te quita autenticidad y te hace uno más del montón. Este exceso de confianza puede deberse a dos razones:
- Un intento equivocado de ganar simpatía.
- Una manera de apresurar la formación de un vínculo.
Limita tu confianza a las personas que realmente sean dignas de merecerla. Compartir demasiado, aunque no lo hagamos a nivel consciente, puede ser una herramienta para manipular a alguien o forzar las relaciones en una dirección.
6. Pueden mantener estable nuestra energía emocional
Así como nosotros debemos limitarnos a la hora de compartir todo lo que nos sucede a nuestros círculos cercanos, también es recomendable que les pidamos lo mismo a los demás. Hay personas que, por alguna razón, en cada confidencia que nos cuentan suelen dejarnos algo exhaustos, incluso deprimidos.
Los vínculos también deben aportarnos algo bueno a nosotros, no pueden ser unidireccionales. Así que no sientas culpa si tomas la decisión de distanciarte de alguien que te hace sentir agotado y agobiado. Además de poner un límite, puedes explicarle que así como comunica sus problemas, también debe hacer el trabajo de aprender a resolverlos.
7. Tener nuestro propio espacio no tiene nada de malo
Muchas veces, el mejor plan para un fin de semana es quedarse en casa con un pijama, por más que las propuestas de salidas sean tentadoras. Y eso no tiene nada de malo. Pedir un espacio no nos hace solitarios, más bien, con la capacidad de afrontar la soledad demostramos tener la inteligencia emocional para saber cuándo queremos estar con alguien y cuándo queremos gozar de nuestra propia compañía.
8. Nos ayudan a manejar mejor los sentimientos de culpa
Si tienes una reunión con amigos y pides ayuda para limpiar lo que todos han ensuciado, no debes sentir culpa por solicitar lo que crees correcto.
Uno de los mayores motivos para evitar los límites es el miedo al conflicto, pero no es tu responsabilidad el cómo reaccionan los demás cuando remarcas qué es lo que quieres. Aunque tus límites provoquen ira o resistencia, no significa que no tengas que establecerlos. Por lo tanto, no debes sentir ningún remordimiento al plantearlos; no estás haciendo nada malo, te estás haciendo respetar.
9. Mejoran nuestras relaciones
Tener límites te permite convertirte en una prioridad, ya sea en el cuidado personal, las aspiraciones profesionales o dentro de las relaciones. Las personas que quieran y apoyen tu crecimiento seguramente respetarán tus decisiones. Si algunos no se conforman con ello, tal vez no sea lo mejor tenerlos en tu vida, ya que todo límite es necesario en una relación.
10. Puedes saber quiénes están contigo porque te quieren realmente y no porque les eres útil
Al decir que no, otras personas pueden enojarse o decepcionarse. La realidad es que, al establecer límites, es posible que no todos tengan una reacción agradable, especialmente si eras una persona que con facilidad accedía a los planes de los demás sin pensar antes en los tuyos. Pero no tengas miedo a quedarte solo por hacerte respetar.
Pongámoslo de esta manera: si eras un supermercado que estaba abierto las 24 horas del día toda la semana y, de repente, pones un horario de atención reducido, por supuesto que habrá gente a la que le molestará. Si las personas dejan de ir solo por el horario, no iban por lo que ofrecías, sino por la comodidad. Quienes realmente aprecien tu trabajo serán los que seguirán siendo fieles a ti. Hacer que tu predisposición hacia los demás disminuya no es negarle el afecto a nadie, es una manera de hacerte valorar.
¿En qué situaciones te es difícil poner límites? ¿Tienes alguna historia para compartirnos en la que aprendiste que era necesario decir “no” o “basta” a un ser querido?