Por qué después de hallar a 4 niños perdidos por más de un mes en la selva, la misión de rescate no termina
La vida es lo más valioso que cualquiera de nosotros puede poseer, por eso perderla nos produce un dolor muy profundo. Sin embargo, cuando los corazones se unen y algunos se proponen, en contra de todo pronóstico, salvar, aunque sea una vida, y lo logran, la alegría es tan grande que contagia incluso al más desprevenido. Pero lo último que se pierde, definitivamente, es la esperanza.
Esta historia, que parece sacada de una película, sucedió en la selva amazónica de Colombia y comenzó el primero de mayo de 2023, cuando la Aeronáutica Civil informó que un avión Cessna había desaparecido con siete personas a bordo: tres adultos y cuatro niños.
Los hermanos Lesly Mucutuy (trece años), Soleiny Mucutuy (nueve años), Tien Noriel Ronoque Mucutuy (cuatro años) y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy (un año) viajaban con su mamá y dos adultos más, incluido el piloto de la aeronave.
Inmediatamente, las autoridades del país iniciaron la búsqueda, que dio resultados dos semanas después. Encontraron los restos de la aeronave y los cuerpos sin vida de los adultos, pero los niños no estaban. Sin embargo, hallaron un biberón y una cáscara de maracuyá que indicaban que los niños, milagrosamente, seguían con vida.
Indígenas se unieron a la búsqueda junto con las fuerzas militares, y mientras todo un país estaba pendiente de la aparición de los pequeños, nació la Operación Esperanza, como denominaron a la misión de rescate. A medida que pasaban los días, algunas pistas sugerían que los niños aún estaban vivos. Encontraron, tijeras, huellas e incluso refugios, pero los niños no aparecían.
Una pieza fundamental, además de héroe, de este equipo fue Wilson, un perro pastor belga del ejército, que con su agudo olfato ayudó a encontrar la avioneta y siguió el rastro de los niños. Aunque los ánimos no decaían, cuatro niños solos en la selva tenían pocas probabilidades de sobrevivir. Quien preocupaba especialmente era Cristin, por su corta edad, ya que cuando se perdió apenas tenía once meses.
Los conocimientos que los niños tenían de la selva fueron clave para su supervivencia, sobre todo los de Lesly, la mayor, quien estuvo liderando el grupo. Además, desde el cielo llegó ayuda, ya que el ejército lanzó más de cien kits de comida en el área donde se suponía que podrían estar los niños. Finalmente, ocurrió el milagro el 9 de junio, después de 40 días: los niños fueron hallados con signos de deshidratación y desnutrición.
Sin embargo, Wilson se había perdido varios días atrás y, de hecho, él encontró a los niños primero. Lesly hizo un dibujo del héroe de cuatro patas y confirmó que había jugado con el perro. Incluso las huellas de Wilson estaban mezcladas con las de los niños. La felicidad, aunque inmensa, no está completa, ya que en las espesas selvas colombianas se quedó un miembro importante del equipo de rescate.
Mientras todo un país celebra la vida de los cuatro niños, también clama por encontrar al valeroso can. La buena noticia es que la Operación Esperanza no ha terminado, pues, pese a lo complejo de la misión, más de cien personas siguen buscando al héroe de cuatro patas. David, su compañero y guía desde hace seis años, no está dispuesto a abandonar la selva sin Wilson, porque un amigo jamás se abandona. Wilson, aparece.