Qué tenía Arnold Schwarzenegger en su cuarto que obligó a su mamá a correr por un doctor
La fuerza de voluntad es más poderosa que aquella que viene de los músculos. Eso es algo que Arnold Schwarzenegger ha probado una y otra vez en su vida. Aunque ahora lo veamos gozando del éxito deportivo y cinematográfico, su historia es una prueba de que no hay metas inalcanzables para él. Sin embargo, no siempre tuvo el apoyo de su familia para salir adelante y tuvo que demostrar que cuando nadie cree en tus sueños, basta con creer en uno mismo.
Arnold, una leyenda del fisicoculturismo y del cine de acción, enfrentó varios desafíos notables en su camino hacia el éxito. Sin embargo, uno de los mayores obstáculos que tuvo que superar fue la falta de apoyo de sus propios padres cuando decidió perseguir su sueño de convertirse en un fisicoculturista de renombre.
Su historia de superación y perseverancia es una inspiración. Nos recuerda que perseguir los propios sueños puede llevar a logros extraordinarios, incluso cuando van en contra de los deseos quienes más nos quieren. Aunque las críticas eran duras, siguió su instinto allanando el camino para convertirse en una de las figuras más icónicas de la historia.
Arnold Schwarzenegger, ahora considerado como uno de los mejores fisicoculturistas del mundo, se convirtió en el Mister Universo más joven al ganar dicho título con tan solo 20 años. Después de ese primer gran éxito, continuó coleccionando victorias en los concursos más renombrados de culturismo. Pero, mucho antes de encontrarse en la cima de su carrera, tuvo que trabajar duro para tener el físico que lo hizo ganador del título Mister Olympia por siete años consecutivos.
Más allá de un arduo entrenamiento, tuvo que superar las preocupaciones de sus padres, quienes no estaban contentos con sus planes.
Su interés por adquirir un físico más fuerte nació a los 15 años y comenzó a levantar pesas, pues quería que sus músculos no solo fueran estéticos, sino también realmente fuertes. Pero, mientras aspiraba ser un culturista de fama mundial, adornaba su habitación con carteles de boxeadores, luchadores y campeones de culturismo, cosa que preocupó a su madre.
Según cuenta el también actor, su mamá cuestionaba por qué todos sus amigos tenían pósteres de chicas, mientras él prefería a los chicos fortachones. “Y ella lloraba. Estaba frente a la pared llorando todos los días hasta que llamó al médico, nuestro médico de cabecera”, recordó.
Afortunadamente, el doctor estuvo de su lado y tranquilizó a su madre diciendo que era común que los chicos de su edad idolatraran a hombres fuertes. Aquello era muy cierto, pues Arnold quería ser como Steve Reeves, el actor de Hércules, y el culturista Reg Park.
“Cuando leí que Reg Park hacía ejercicio cinco horas al día, levantaba pesas pesadas y hacía 50, 60 series de ejercicio y levantaba 50 toneladas de pesas al día, yo hacía lo mismo”, reveló.
Sin embargo, el problema no terminó ahí, pues, en palabras de Arnold, sus padres comenzaron a pensar que estaba mal de la cabeza, pues consideraban que se estaba excediendo y que estaba obsesionado con el ejercicio. De hecho, su padre no estaba de acuerdo con su interés en el fisicoculturismo, ya que lo consideraba una actividad narcisista.
A lo que Schwarzenegger contó: “Mi papá me dijo: ‘Te miras en el espejo cuando entrenas, ¿de qué se trata todo eso? Estás demasiado metido en ti mismo... Si quieres usar tus músculos, ve a cortar leña’”.
Pero no hubo crítica ni preocupación que detuviera al joven Arnold en su objetivo: convertirse en un campeón. “Mi propio plan se formó cuando tenía 14 años. Mi padre quería que fuera un oficial de policía como él. Mi madre quería que fuera a una escuela de comercio”, relató. Sin embargo, continuó su entrenamiento y aunque no ganó en su primera gran competencia, sí logró impresionar a los jueces, al punto de que uno, Wag Bennett, se ofreció a entrenarlo.
Gracias al entrenamiento con el experto, al año siguiente se posicionó como el ganador más joven del premio Mister Universo. Incluso logró que su ídolo de la infancia, Reg Park, se convirtiera en su mentor y amigo, probándole a sus padres y al mundo, que no era un chico mal de la cabeza, sino alguien determinado a cumplir cada uno de sus sueños.