Rob Schneider está tan enamorado de su esposa Patricia como de su México natal y su cultura
Rob Schneider y Patricia Azarcoya Schneider llevan doce años de casados. Si bien no son sumamente mediáticos y no se hacen eco de su vida privada, su bonita historia de amor merece ser contada. La peculiaridad de este matrimonio es que son una pareja interracial, que además de aprender a amarse el uno al otro, han aprendido también a vivir entre dos culturas y respetando y queriendo la del otro como si fuera la propia.
¿Cuál es tu pareja de celebridades favorita? ¿Qué es lo que más te gusta de ellos?
El amor no entiende de fronteras o etnias
Rob Schneider nació en California, Estados Unidos, en 1963. Si bien sus padres son estadounidenses, el actor tiene una gran mezcla étnica. Es escocés e inglés por parte de su abuelo materno y filipino por parte de su abuela. Desde muy joven se interesó por la comedia y dio sus primeros pasos en el mundillo presentándose en clubes como telonero de otros comediantes más afamados.
Patricia, por su parte, nació en 1988 en Yucatán, México. Curiosamente, su familia también tiene ascendencia filipina en su árbol genealógico. Si bien se crio en su país natal, su interés por la interpretación y el modelaje la llevó a dar el salto en busca de nuevas oportunidades y, tras acabar sus estudios, se mudó a los Estados Unidos.
Sus vidas se cruzaron gracias a sus trabajos
La pareja se lleva 25 años, por lo que el actor tuvo tiempo de vivir otras aventuras antes de conocer a la mexicana. Su primer matrimonio fue de forma alocada en Las Vegas, solo tres días después de haber conocido a la que sería su esposa. El segundo, aunque fue un poco más “organizado”, no duró más de tres años y en 2005 acabó en divorcio. Dos años más tarde, como se suele decir, “a la tercera va la vencida”, y el amor volvió a golpear a su puerta.
Patricia estaba produciendo un programa televisivo en el cual el actor iba a participar. Ella estaba acompañada de su madre, y resultó que el comediante solo podría tener una cita con la productora si su madre la acompañaba: “Dije: ’Muy bien, reservación para tres entonces’, y supe de inmediato que la única forma de entrar sería a través de su madre. Todavía sigo en ello. Llevamos muchos años casados y todavía sigo intentando ganarme a mamá”.
Juntos formaron una hermosa familia
Seis años después de esa primera cita, en 2011, el actor de Gigoló por accidente y la modelo dijeron “sí, quiero” en una boda íntima celebrada en Beverly Hills. “Patricia y yo estuvimos rodeados de nuestros amigos y familiares más cercanos; fue el día más feliz de mi vida. Lo pasamos muy bien en la boda”, contó el actor. Tan solo un año después de su casamiento, llegó a sus vidas la pequeña Miranda y más tarde, la familia volvió a crecer con la llegada de Madeleine.
Sus hijas hablan inglés y español, la mayor más que la pequeña, y Rob, aunque no lo habla, sabe muchas frases y palabras en español, de hecho ha confesado que su palabra favorita es “fiesta”, le encanta su sonido. Además del idioma, las costumbres mexicanas, como la celebración del día de los muertos o el día de Reyes, están presentes entre las tradiciones de la familia, y son de gran importancia para ellos, incluso para él, aunque sea estadounidense.
México forma parte de sus vidas
Una de las costumbres de los mexicanos que más le llamó la atención es cuán cariñosos y expresivos son. Le resultaba muy curioso ver lo “acaloradamente” que se saludaban, con besos y abrazos por doquier, incluso con gente que acababan de conocer. En los Estados Unidos, aunque son simpáticos, suelen ser más distantes, y para saludar a alguien, un apretón de manos es más que suficiente.
Otra cosa que lo enamoró de la cultura mexicana es el concepto de la familia en sí, la unión, las comidas juntos, la interacción entre ellos, cosas que él, con su familia, no había vivido: “Cuando fui por primera vez a México, fui a Monterrey. Llegué un domingo y ese día es muy importante para las familias. Verlos reunidos es hermoso, y pensé ’yo quiero eso’”.
También comparten su amor por la filantropía
En 1996, estando soltero, el comediante creó la Fundación Musical Rob Schneider, cuyo propósito era devolver las clases de música a muchas escuelas primarias en las que habían sido suspendidas a largo plazo a causa de los recortes presupuestarios. La fundación corrió con los gastos tanto de los salarios de los maestros como de la compra de instrumentos.
Sus ganas de ayudar y mejorar las cosas no han cambiado desde entonces, y ahora, en compañía de su mujer, sigue estando muy comprometido con distintas causas sociales. Además de haber hecho generosas donaciones a organizaciones benéficas, también han colaborado en distintas campañas de apoyo a los más desfavorecidos.