Un colombiano que vive en Francia revela choques culturales que los latinos podemos enfrentar ahí
Pensar en Francia lleva a nuestra mente casi de forma automática hacia sitios icónicos como la torre Eiffel o los Campos Elíseos. Sin embargo, Santiago Osorio, un colombiano que ha estudiado y trabajado allí durante 5 años, ha logrado ver este país desde una perspectiva distinta e ir más allá de lo que los ojos de un turista pueden observar. Por eso, en sus redes sociales comparte las diferencias entre la cultura francesa y la latina que lo han sorprendido en todo este tiempo.
En Genial.guru descubrimos, a través de las historias de Santiago, todas esas particularidades de la vida en Francia que muchos no imaginaríamos encontrar al visitar ese país.
1. Los franceses no son fríos, solo reservados
Uno de los choques culturales a los que se enfrentó Santiago apenas llegó a Francia fue la diferencia en el trato de la gente. Los latinos generalmente nos caracterizamos por ser cálidos, sonreír y entablar una conversación con facilidad, incluso con cualquier persona en la calle. Pero Santiago descubrió que este no es el caso de los franceses, ya que suelen ser muy reservados y no siempre están dispuestos a ayudar a un desconocido.
Eso no quiere decir que sean groseros. Según este colombiano, una vez entras en su círculo de confianza, son muy cálidos y amables. Además, es más fácil hacer amigos en el trabajo que en el ambiente académico, ya que los franceses más jóvenes siempre están con su grupo de amistades y no integran a gente nueva tan fácilmente.
Por el contrario, en las empresas, todo el mundo te habla, te invita a los aperitivos, a salir o a hacer un pícnic en verano. Así que integrarse trabajando en una empresa y hacer verdaderos amigos allí es relativamente más sencillo.
2. Van al grano del asunto
En Francia, es normal que una persona exprese su descontento con una situación sin dar rodeos o romantizar su discurso, como muchos latinos acostumbramos a hacer para no herir susceptibilidades. Además, quejarse sobre cualquier cosa que no funcione de la mejor manera es algo bien visto. Por eso han acuñado la frase râleurs c’est le sport national, que significa “Quejarse es el deporte nacional”.
Para Santiago, esto puede llegar a ser muy bueno, ya que detectando lo que los incomoda y expresando su insatisfacción al respecto, los franceses pueden lograr cambiar esas situaciones.
3. Todo está fríamente calculado
Santiago recuerda que algo que lo impresionó fue el modo en que los franceses planean todo, hasta cosas sencillas, como una fiesta o un paseo de amigos, situaciones que muchas veces los latinos organizamos a última hora. Su planeación incluye hacer un cronograma con, al menos, un mes de anticipación, y en él se ponen por escrito todas las actividades que se realizarán y los horarios asignados para cada una de ellas. Luego, todo se sigue al pie de la letra.
Al contrario de la cultura latina, en la que solemos ser más abiertos a lo improvisado, para los franceses, algo sin la suficiente planeación les genera estrés. A modo de ejemplo, Santi habló sobre una vez en la que fue a esquiar con amigos franceses en diciembre; todo estaba planeado al menos desde octubre, incluyendo un menú con las comidas para cada día, el costo de cada trayecto de transporte y cómo iban a hacer las cosas cuando llegaran.
4. Se toman a pecho los horarios
De la mano de la planeación vienen los itinerarios estrictos. Las comidas, por ejemplo, tienen horarios muy específicos que se deben respetar. Para los habitantes del país, el almuerzo empieza a las 12 del mediodía en punto y dura hasta la una. Si invitas a una persona a almorzar a la 1:00 p. m., ya se lo considera demasiado tarde para comer.
Además, en su mayoría, los domingos y días festivos, las tiendas, restaurantes y otros negocios permanecen cerrados. Santiago dice haber estado acostumbrado a que los domingos fueran días de mucha actividad, incluyendo opciones de entretenimiento y comercio.
5. Diferencias en las comidas
Otras de las cosas que sorprendieron a Santiago fueron las diferencias entre las comidas latinas y las francesas. En el caso del desayuno, en Francia es indispensable que este sea azucarado, y a sus habitantes les parece extraño que nosotros, los latinos, consumamos cosas saladas en la primera comida del día.
Además, los alimentos se sirven en 6 tiempos: el aperitivo, la entrada, el plato principal, el postre, el café y el digestivo. Por eso, en las fiestas familiares siempre vas a encontrar mucha comida. Y si hay algo que Santiago dice extrañar mucho son las frutas. Mientras que en Latinoamérica es común conseguirlas frescas y baratas, en Francia es muy difícil comerse una fruta jugosa y por poco dinero.
6. Cómo ser un buen invitado
Si te invitan a compartir en casa de un francés, es costumbre dejar los zapatos en la entrada y, una vez adentro, caminar en calcetines o descalzo. Si es la primera vez que vas a esa vivienda, la persona te hará un tour por todas las habitaciones y, en cuanto termine el recorrido, te llevará al lugar en donde se llevará a cabo la reunión, que puede ser la sala o el comedor. No debes moverte de ese sitio y debes evitar ser curioso e ir a cualquier otro espacio de la casa, ya que no es algo que les agrade.
Además, cuando eres invitado, el anfitrión es quien te sirve de beber durante toda la reunión. Que tú mismo rellenes tu vaso con el agua que está en la mesa está mal visto; debes pedir que te sirvan más. En las comidas familiares se espera hasta que todo el mundo tenga su bebida y alimentos servidos para comenzar a comer. Hacerlo antes es considerado de mala educación.
7. Costumbres aceptadas
Varias prácticas que son completamente normales en el país galo no siempre lo son en esta región del mundo. Algunas de las que ha notado Santiago son: sonarse la nariz en cualquier lugar o delante de un grupo de personas y cerrar las puertas de los autos muy fuerte. Ninguna de las dos es mal vista o tienen connotación de mala educación en ese país.
Además, al saludar en Francia, los besos en la mejilla van en pares, pues se dan dos o cuatro, incluso entre hombres.
8. Se celebra con croissants
Las fechas especiales, como los cumpleaños, también se celebran de una forma un poco distinta. “Me pareció curioso que aquí es el festejado quien invita y paga. Por ejemplo, cuando es tu cumpleaños, tú eres el que hace la reserva del restaurante y paga el aperitivo o la comida de todo el mundo. En Colombia son los amigos o familiares los que te invitan en el día de tu cumpleaños”, comentó Santiago.
Asimismo, en el lugar de trabajo u oficina, la celebración se hace con uno de los alimentos franceses que más se han extendido por el mundo. Al hablar sobre su experiencia, Santi explicó: “El cumpleañero lleva croissants o panes de chocolate para todos los colegas. Todos comen croissants por mi cuenta”.
9. Hay un divorcio entre sus baños
En los 5 años que este colombiano ha estado viviendo en este país, ha notado algo particular en los baños franceses. “En las casas, el inodoro está en una habitación aparte, incluso sin lavamanos. Separan la sala de baño y los inodoros”. Esta es una situación que Santiago considera poco común para lo que estaba acostumbrado en Latinoamérica, y por eso comenta que su experiencia al respecto no ha sido la más agradable. “A veces es claustrofóbico, porque es un espacio muy reducido”.
¿Cuál ha sido la costumbre más curiosa con la que te has encontrado al visitar otra ciudad? ¿Qué es lo que más extrañarías de tu país si te fueras a vivir al extranjero?