9 Historias que ilustran claramente el dicho “No hay mal que por bien no venga”

Historias
hace 3 años

Algunas veces, en la vida hay fracasos después de los cuales no sabes si llorar o reír. Da la impresión de que el destino es un verdadero bromista. Si no, ¿cómo explicar las situaciones que les sucedieron a los protagonistas de nuestro artículo?

Genial.guru ha recolectado historias de los usuarios de “Oído por ahí”, en las que un completo fiasco se convirtió en casi un golpe de suerte.

  • Perdí mi teléfono móvil. Era caro, me dio mucha pena, pero tampoco era motivo para disgustarme demasiado. Caminando por la calle, de pronto vi mi teléfono en un banco vacío, pero descargado, me sorprendió mucho verlo allí. Llegué a casa, lo prendí, todo estaba bien, las aplicaciones estaban organizadas en el mismo orden, pero... todas las fotos eran de otra persona, un chico de unos veinticinco años. Llamé desde su teléfono al mío, y resultó que él también había encontrado “su” teléfono en el parque después de haberlo perdido. Así fue como nos conocimos, y ahora somos muy buenos amigos.
  • Una vez volvía de la tienda y vi a una señora voluminosa, en una bata, que paseaba cerca de la entrada del edificio a un chihuahua con un impresionante traje morado con piedras en la espalda. Mientras yo me decía con tristeza que hasta los perros se visten mejor que yo, llegó volando un gran cuervo, agarró al perro por la ropa y, no demasiado alto pero sin mucho esfuerzo, lo arrastró hacia una dirección desconocida. Me congelé con mis paquetes y rostro perplejo. La señora, al grito de: “¡Pupi! ¡Pupito!”, corrió detrás del secuestrador, lanzándole las pantuflas que se había quitado sobre la marcha. Al final, logró salvar al perro...
  • Trabajo para una operadora de teléfonos móviles. Muchas veces hay clientes conflictivos, a unos se les ha roto el teléfono, a otros se les descontó dinero de más. Siempre traté de ayudar y calmar a todos, pero, por supuesto, yo también me ponía muy nerviosa. Un día, vino otro cliente conflictivo: una mujer de poco más de 40 años que comenzó a gritar a todos desde el umbral. Luego me miró, me tomó de la mano y dijo: “Querida, no te preocupes tanto, o no durarás mucho tiempo”, y continuó gritándoles a todos.
  • A lo largo de toda mi vida, mi nombre ha sido distorsionado de todas las formas posibles. Me acostumbré y dejé de prestarle atención. Pero el peor caso ocurrió el otro día en la oficina de correos. Faltaban 3 días para que el paquete fuera regresado al país de origen, pero no me llegaba el aviso para retirarlo. Fui al correo, encontraron el paquete, estaba llenando el formulario, y el empleado me dijo: “Siempre buscamos a los destinatarios por el apellido, tú no habrías recibido el aviso nunca, ya sabes cómo los chinos distorsionan lo que escriben, ¡mira!”, y me mostró el paquete. Lo leí, y vi mi apellido perfectamente bien escrito...
  • Mi amiga tiene una nariz bastante larga. No se animaba a una operación, y siempre trataba el tema con humor. ¡Pero lloramos de risa cuando nos contó que una vez en Bulgaria las puertas del elevador le agarraron la nariz! ¡Unas malditas puertas de ascensor, en la nariz! Bueno, se la fracturó y, ya que estaba, se hizo una operación para reducirla. Y algo en su imagen se perdió para siempre, hasta ella misma lo lamenta, dice que, de poder hacerlo, se la aumentaría. Al menos no perdió su sentido del humor.
  • Inspirada por un dibujito animado sobre la importancia de ayudar, mientras visitaba a mi abuela en Georgia, organicé y reuní a mis primos, convenciéndolos de hacer buenas obras. Trabajábamos en el campo, limpiábamos la casa, lavábamos a las vacas y a los cerdos que simplemente brillaban al sol. Pero todo llegó a su fin cuando, con intención de seguir ayudando, rociamos el establo con diclorvos para las chinches. El abuelo sintió el olor a tiempo, pero debió poner un nuevo establo. Nadie, excepto nuestros traseros, resultó herido.
  • Desde la infancia, he sentido que no vivo en mi propio departamento. Les preguntaba a mis padres, pero solo bromeaban en respuesta. Hace poco me enteré de que mientras me estaba quedando con mi abuela (tenía unos 4 años), realmente nos habíamos mudado a otro departamento en el mismo edificio, y mis padres hicieron reparaciones para que quedara lo más igual posible. Y sobre algunas cosas nuevas y otra habitación (!) decían que ¡solo se me había olvidado! No querían traumar a la niña, ¡maldita sea! Y el hecho de que me considerara una loca durante 20 años no es un trauma para nada, ¿verdad?
  • Estaba buscando una nueva base tonal, la vendedora decidió ayudarme con la elección y comenzó a exprimir diferentes muestras en mi mano. De repente, algo salió mal con uno de los tubos, y una crema naranja brillante voló directamente a mi pantalón blanco. Por supuesto que esta mancha no se quitó con unas servilletas, la crema era demasiado líquida. En son de disculpa, la vendedora me dio un paquete completo de diferentes probadores. Los pantalones no los pude recuperar, pero no tendré que comprar cosméticos durante mucho tiempo.
  • La noche de Año Nuevo pedí un deseo: comenzar una nueva vida. A principios de enero, fui atropellada por un automóvil. Trauma en la cabeza, cirugía, reanimación, recuperación. El resultado: amnesia parcial y baches en la memoria. Tuve que volver a conocer a toda mi familia, no reconocí a mi novio y nos separamos. Mis gustos, preferencias y pasatiempos cambiaron completamente. Como consecuencia: un curso de pastelería, un nuevo trabajo, la mudanza. Ahora estoy embarazada de un ex jefe, a quien antes odiaba.

Estimado lector, tú eres interesante, ¡háblanos de ti! Quizás fuiste voluntario en un asilo de ancianos, viviste en Bangladesh, trabajaste en un restaurante con estrellas Michelin en París, o simplemente quieres contarle al mundo por qué es tan importante recibir a los seres queridos en el aeropuerto. Escribe sobre ello a redaccion@genial.guru, con el asunto que diga “Mi historia”.

Imagen de portada ideer

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