14 Ocasiones en que la gente tenía buenas intenciones, pero algo salió mal

Historias
hace 1 mes

El hecho de que en la vida la iniciativa es punible es una declaración bastante controvertida, pero a veces es exactamente lo que ocurre. Decides cambiar algo o realizar una buena acción, pero resulta contraproducente. Esos momentos son tan lamentables que dan ganas de llorar.

  • Me trajeron una caja de chocolates. Llevé 3 al trabajo y los repartí entre las mujeres sin pensarlo: a la chica de recepción, la contadora y la mujer de la limpieza. Aproximadamente 2 horas más tarde, la contadora se acercó a mí, en silencio puso el chocolate sobre la mesa y se fue. Le escribí preguntando qué había pasado. Entonces dijo que no tenía que regalarle a ella y a la mujer de la limpieza dos chocolates iguales, que se sintió ofendidísima, y que ahora yo sería el último en cobrar el salario.
  • Recuerdo cuando me mudé de mi primer departamento. Aquella vez dejé una caja de chocolates y un buen café como regalo, pero igual me cobraron 20 libras esterlinas por sacar mis pertenencias personales que quedaban. © becca__lr / Twitter
  • Una vez en la tienda, a una anciana que estaba delante de mí no le alcanzaba el dinero para comprar requesón. Entonces ella se fue, y me reproché durante mucho tiempo por no ayudarla. Luego llegó el día: vi a la misma anciana en la fila y estaba casi llorando. Enderecé los hombros y le pasé el dinero que supuestamente le faltaba. La anciana agradeció, agarró las compras y desapareció. Y luego la vendedora dijo con tristeza que esa anciana armaba una escena así todos los días y que todos siempre se la creían.
  • Me di cuenta de que el propietario había comenzado a pasar la noche en el local. Se veía mal, descuidado, sin afeitar, desaliñado, comía frijoles de una lata por las noches. Pensé: “Nunca se sabe lo que puede pasar en la vida”. Y por la noche le llevé comida como una buena vecina y se la dejé. Ahora su esposa me está haciendo la vida imposible. Resultó que él llevaba a sus amantes allí. Y ahora la culpable soy yo. Y todo por llevarle esa maldita sopa. Ahora me quedé sin local, cambiaron las cerraduras, ni siquiera me devolvieron los equipos. Esto es lo que pasa cuando le haces el bien a la gente.
  • Una vez, mis abuelos se estaban preparando para un vuelo y empezaron a hablar de lo que pasaría si uno de ellos muriera. Entonces les dije: “¡Espero que mueran juntos!”. O sea, quise decir que en este caso, ninguno de ellos tendría que experimentar la pérdida, pero lo entendieron de manera muy diferente. © DivisiveDuck / Reddit
  • Fui a otra ciudad para una operación, puse todas mis joyas en un frasco de plástico con vitaminas y lo dejé sobre la mesita de noche, ya que a ningún ladrón se le ocurriría que las joyas están en un frasco de vitaminas delante de todos. Regresé a casa un mes después, justo en la víspera de Año Nuevo, y decidí hacer la limpieza. Agarré el frasco, lo miré: vitaminas caducadas, bueno, lo tiré a la basura. Me acordé de las joyas aproximadamente una semana después. Pero la operación salió bien y con eso me calmé. © Vera Managarova / Facebook
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  • Con razón se dice que la iniciativa es punible. Llegué a la casa de campo de mi madre en otoño, había una parcela detrás de la casa cubierta de hierba espesa. Agarré un rastrillo, decidí limpiarlo todo. Trabajé, luego tomé un descanso y otra vez iba a buscar el rastrillo, cuando de repente recibí un golpe tan fuerte entre los ojos que me desplomé sobre el pasto. De alguna manera me levanté y recibí otro golpe con el mismo rastrillo. Salí rodando de allí como un luchador del campo de batalla y con moretones debajo de los ojos. © Larisa Pechinskaya / Facebook
  • Cuando mi hijo era pequeño, se dedicaba al patinaje artístico. Tenía un entrenador individual, un señor grande. Trabajaba de la mañana a la noche con niños como el mío. Un día, nuestra abuela horneó un pastel y nos dio un trozo para que se lo lleváramos al entrenador. Lo tomamos, se lo regalamos, le comentamos que era de nuestra abuela. Y por la tarde, después del entrenamiento, en el vestuario vimos ese pedazo de pastel en el tacho de basura. La verdad es que nos sentimos ofendidos. © Oídoporahí / Ideer
  • Nuestra empresa introdujo un nuevo sistema: cuando se acordaba la cita con un cliente, automáticamente se le enviaba un mensaje: “Estimado señor González, lo esperamos en tal dirección a las 10:30”. Pero la cantidad de reuniones no aumentó, sino que disminuyó considerablemente. Empezaron a investigar. Resultó que los clientes no siempre se presentaban durante la primera visita, y los agregábamos a la base de datos como podíamos. Por eso se les enviaban mensajes como: “Estimado Gordo en un Lexus, te esperamos en la dirección...”.
  • Teníamos una mucama, y mis padres no confiaban mucho en ella. Así que también decidí esconder de ella las joyas de mi madre. Es una larga historia, pero al final la mucama fue despedida por esas joyas. © Ntn-in-Life / Reddit
  • Estaba caminando por la calle cuando un tipo me pidió una monedita. Tenía un vaso en la mano, así que puse dinero allí, y no eran moneditas, sino 3 billetes. Solo que tenía bebida en el vaso y el dinero se mojó. © squreky / Reddit
  • En el trabajo de papá había un señor siempre hambriento que usaba una chamarra acolchada. Decía que su madre estaba muy enferma en el pueblo. Y para su cumpleaños, los compañeros le compraron una chamarra nueva. Y quemaron la vieja en un horno industrial mientras que él se estaba duchando después del turno. Salió de la ducha, cayó al suelo y empezó a chillar y a gritar. Resultó que tenía alrededor de 300 dólares escondidos en su vieja chamarra. © Nata Caviar Rojo / Facebook
  • El pasado Año Nuevo, mi esposo sugirió invitar a casa a una colega que no tenía dónde ni con quién celebrar. Y nosotros estábamos solos, nos pareció que juntos sería más divertido. Había oído hablar de ella, era una buena chica, por eso acepté con gusto. Ella ayudó en la cocina y trajo regalos para mí y para los niños. De esta manera celebramos el Año Nuevo, nosotros tres, más nuestros hijos. Dos semanas después nos peleamos con mi esposo y se fue con ella. Más tarde regresó, pero la familia igual se sigue cayendo a pedazos. Ahí la tienes a la buena chica.
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Queda claro que, en ocasiones, por mucho que existan las buenas intencionesbuena voluntad, las cosas no siempre salen como hubiésemos esperado u obtenemos el resultado que hubiéramos querido. Pero, al menos, lo intentamos, ¿no creen?

Imagen de portada AliceDrake / Pikabu

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