21 Lectores de Genial contaron cómo encararon a personas cuyo atrevimiento no tiene límites (nueva selección)

Historias
hace 2 años

No siempre resulta fácil relacionarnos con los demás, hay momentos en los que es necesario abrir los ojos y ver a quienes nos rodean tal y como son. En definitiva, en el mundo hay todo tipo de personas, y de cada una de ellas podemos aprender. Además, aunque muchas veces resulte frustrante tratar con gente que parece no tener vergüenza, al mirar atrás, es probable que tengamos una sonrisa en el rostro.

En Genial.guru hicimos una selección de historias de los lectores sobre personas cuya astucia para conseguir lo que quieren no tiene límites.

  • Hace más de 20 años, cuando era estudiante de profesorado, debía hacer un trabajo final en equipo. Éramos una amiga que vivía a una hora y media de donde estudiábamos (tenía que levantarse a las 5 de la mañana para llegar a tiempo), otra compañera y yo. La otra chica tenía una posición económica más estable que mi amiga y yo. Vivía a 20 minutos caminando del instituto, tenía internet, computadora e impresora (mi amiga y yo éramos las pobres del curso). Trabajamos todo el día en el proyecto, nosotras no habíamos llevado mucho dinero, y lo que teníamos lo usamos para comprar algo de comer. Al terminar, la que tenía más recursos imprimió solo una copia del trabajo y era la que debíamos entregar urgente. ¡A nosotras nos hacía falta otra copia para estudiar! Por si fuera poco, ella no podía acompañarnos y fuimos nosotras dos caminando porque el dinero que nos quedaba era para volver a nuestros hogares. © Valeria Castro / Facebook
  • Mi suegra un día me pidió que la acompañara al mercado, acepté y la llevé en mi auto. Cuando estábamos de compras, la ayudé con los productos y a cargar su carrito. Ella me miraba mientras yo la seguía. De pronto me dijo:
    —¿No vas a llevar nada?
    A lo que respondí:
    —¡No! Yo no traje dinero, solamente vine a traerla a usted para que hiciera sus compras.
    La señora se enojó y dejó todas las cosas. Resulta que no había llevado dinero y pretendía que yo le pagara. © Tivane Castillo / Facebook
  • Una vez le entregué una caja de productos a una chica para que los vendiera, y si realizaba los pagos oportunos, podría recibir premios por puntualidad. ¡Ella solo realizó 2 pagos de las 8 cuotas y no volvió a pagar! Se quedó con los productos y yo tuve que realizar el resto de sus pagos para no quedar mal con la empresa. Lo peor es que la chica se molestó porque no le di los premios. © Trinis Sequera / Facebook
  • En una ocasión me encontré un celular desbloqueado. Como no era mío, lo mantuve encendido hasta que alguien llamara a reclamarlo. Al ver que nadie llamó, decidí contactarme con un familiar del dueño del celular, y efectivamente logré dar con el propietario. Le di mi dirección para que lo buscara, pero el señor llegó muy molesto. Al encontrarnos me dijo que ese no era su celular, que el suyo era otro más nuevo y que ahora yo debía pagárselo. © Edison Aguirre / Facebook
  • Hace 3 años una amiga de mi hermana, que se había divorciado, empezó a trabajar en una fábrica. Ella nos vendía productos de ahí, y nos pedía dinero por adelantado para poder entregar la mercancía. Generalmente, esa era la forma en la que nos vendía, pero un día nos pidió el doble de dinero. Yo no tenía, así que le di lo de costumbre. Pasaron meses sin saber de ella, hasta que un día fui a su casa y le dije:
    —Vengo por los productos o por el dinero.
    Su respuesta fue:
    —¡No te los voy a dar, porque no los necesitas! Tú tienes un esposo que te da dinero. © Elvi Moraesca / Facebook
  • Mi mamá le compraba a una vecina los periódicos mensualmente y ella se los dejaba en la ventana de la casa. Un día mi mamá notó que el periódico no estaba, y pensó que tal vez los había vendido todos, porque al día siguiente tampoco se lo llevaron. Hasta que vino el vecino de enfrente a darle ambos periódicos y a decirle que ya los había leído. Él era la persona que los había retirado. © Valery Gentilhomme / Facebook
  • Mi hija le prestó un vestido a una chica. Era frecuente que viniera por el vestido, pero un dolor de cabeza para que lo devolviera. Finalmente le pidió que se lo vendiera y mi hija pensó que obviamente era lo mejor. Ella nunca le pagó, y después supimos que se vestía así. A cada amiga le había quitado al menos un vestido. © Xinia Castro / Facebook
  • Compramos un pescado grande, pero nosotros no comemos la cabeza. Quería llevársela a los gatos callejeros, y en eso me crucé con una vecina. Ella vio lo que yo llevaba y me dijo:
    —Dámela a mí, haré una sopa de pescado. Y en general, si no te comes la cabeza, tráemelas.
    En otra oportunidad le llevé dos cabezas, y ella me miró con desprecio y dijo:
    —¡No tienes vergüenza! Podrías traer un pescado entero, no solo la cabeza.
    Desde entonces, les llevo las cabezas a los gatos, ellos al menos están agradecidos. © Maria Esther Torres / Facebook
  • A mi casa llegó una señora muy humilde, tocó a la puerta y pidió comida (en ese momento íbamos a comer). Mi hermano le sacó una silla del comedor con un plato de sopa de verduras. Ella le dijo:
    —No tomo sopa de verduras. ¡No soy vegetariana! © Francia Arboleda / Facebook
  • Cuando mi hijo estaba en la escuela, yo le decía que viera qué niño o niña necesitaba ayuda con los libros. Él me dijo que había uno, así que le envié varios. La mamá me mandó a decir que faltaba el de inglés. © Isabel Arroyo / Facebook
  • Entré a una papelería a comprar algunos artículos, había bastante gente y tuve que esperar. De pronto a una señora se le cayó su dinero por todo el piso. Ella no se había dado cuenta, lo deduje por la cara de sorpresa que puso cuando se lo comenté. Luego me miró con desdén y me dijo:
    —¡Ayúdame a recogerlo!
    Me demoré bastante en hacerlo, y ella no movió un solo dedo. Se lo entregué y ni las gracias me dio. Cuando las personas le reclamaron, dijo:
    —¡Quién la mandó de metida! © Leidy Velázquez / Facebook
  • Salimos a comer con una amiga y decidimos que pagaríamos en partes iguales. Cuando llegó a la cena, se presentó con su esposo y su hijo. Finalmente pagó solo la mitad de la cuenta. © Marielos Ayala / Facebook
  • Tenía una amiga que no tenía lavadora de ropa, fui a visitarla y la encontré con una montaña de ropa que quería lavar a mano. Sin pensarlo dos veces, le dije que yo me la podía llevar y lavarla en mi lavadora, pero que ella debía buscarla para que se secara en su casa. Me llevé la ropa, puse a lavar todo y cuando la llamé para que fuera a recogerla, me dijo que así como yo me la había llevado, se la regresara. Para colmo, como no le quise hacer caso porque me pareció muy abusivo, se enfureció la muy sinvergüenza. © Ali Genoveva SRz / Facebook
  • En una ocasión una clienta me pidió una cita, y todo bien. Pero un día antes de la cita, me dijo:
    —¡Eli, tengo 100 pesos! ¿Me haces el trabajo por eso?
    El trabajo costaba 800 pesos. La dejé en visto. © Eli Flores Elias / Facebook
  • Un amigo estaba limpiando el frente de su casa y pasó una señora pidiendo plata para comer. Él le dijo que le daría el almuerzo y algo de dinero si lo ayudaba a limpiar las ventanas y a barrer el frente. La señora le dijo:
    —¡Para mí sería humillante limpiar otra casa que no sea la mía!
    Luego se fue indignada. © Michela GRiascos / Facebook
  • Cuando estaba en la universidad, tenía un departamento para mí sola. Me fui unos meses a otro país y dejé que una amiga se quedara porque no tenía dónde vivir. Cuando regresé, ella me preguntó si podía quedarse ahí más tiempo (gratis) y yo le dije que sí. Pasaron mil cosas. Una de ella fue en vacaciones: yo me iba para donde mi familia, pero llegué un día sin avisar. Para mi sorpresa, estaba toda su familia ahí metida (como 6 personas en un apartamento de un cuarto), y las hermanas estaban usando mi ropa. Le dije que venía a pasar unos días y me contestó:
    —¿Podrías por favor irte a dormir a otro lugar? ¡Es tiempo valioso para mí y mi familia!
    ¡Tuve que irme de mi propio departamento! © María Cruz / Facebook

¿Qué te parece si ahora leemos las historias de personas que con un gran corazón te hicieron un favor inolvidable? ¡Cuéntanos en los comentarios! ¿Qué recuerdo lleno de bondad guardas y por qué?

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Menuda vecina la que siempre pedía de todo y luego se enfada cuando pides un poco de azúcar

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