17 Lectores de Genial contaron los choques culturales que tuvieron y de los que nadie les avisó antes de viajar

Historias
hace 3 años

Por muy divertido que sea viajar, no es nada sencillo acostumbrarse a un nuevo lugar; y no lo decimos por la diferencia horaria o el idioma, sino porque se trata de conocer a nuevas personas con costumbres tan diferentes a las nuestras. Así lo demuestran también nuestros lectores, que, ya sea como anfitriones o como turistas, descubrieron que, a veces, lo que consideramos “normal”, en otras partes del mundo puede ser muy novedoso.

Genial.guru ama las historias, por eso te cuenta sobre 17 choques culturales que experimentaron nuestros lectores y de los que sin duda les habría gustado saber antes de poner un pie en otro país.

  • Hace quince años fui a Estados Unidos por primera vez y mi amiga me invitó a la piscina en un club. Estaba muy contenta porque me gusta tomar sol. Recién llegada, fuimos a los vestidores y salimos en nuestros trajes de baño. Durante el camino al sitio donde íbamos a colocar nuestras cosas y solearnos, me llamó mucho la atención que las personas no pararan de mirarme. De repente, dos empleados se acercaron y me dijeron que me tenía que tapar porque mi traje de baño era muy pequeño. Me tuve que poner un pantalón corto y así pasé todo el día, mientras los empleados me seguían por todos lados para controlar que no me lo quitara. Siempre recuerdo eso con mi amiga y nos echamos a reír. © Maira Campos / Facebook

  • Soy de Argentina y conocí a una chica que vino de intercambio estudiantil desde Tailandia. Un día, la llevamos a tomar mate a un parque y estaba maravillada porque, en su país hay parques, pero la gente no hace pícnic en ellos. © Carolina Soledad / Facebook

  • Soy de México y, por cuestiones de trabajo, tengo que viajar a diferentes países. La primera vez que estuve en República Checa, a la hora del almuerzo, fuimos al comedor de la fábrica, la comida estuvo muy bien, pero tenían la costumbre de acompañarla con té caliente a la 1 p. m. Yo suelo tomarlo cuando tengo frío, y no hacía frío. © Bris Bris / Facebook

  • Cuando estuve en Holanda, fui a la playa con unas amigas y me daba miedo dejar mis cosas para entrar al mar, hasta que me explicaron que nadie se las robaría. Quedé desconcertada. Otra cosa que me sorprendió es que, si perdías algo en el parque, lo encontrabas colgado de las ramitas de los árboles. Nunca me sentí más segura. © Mila Capira Calderón / Facebook

  • En Portugal, cuando cumples años, tú eres la que lleva el pastel y pagas la cuenta a la salida. © Maria Del Carmen / Facebook

  • Viajé a Londres con mi familia y, de milagro, conseguimos cenar a las 7:30 p. m. Encontramos un restaurante abierto y nos atendieron, pero nos miraron mal, ya que estaban a punto de cerrar. © Andrea Climent / Facebook

  • En la India, mi chófer se confundió en la salida de la autovía hacia mi condominio, así que le avisé. En una vía de cuatro carriles de una sola dirección, se metió en el arcén, dio la vuelta y se puso a conducir en sentido contrario esquivando los coches a gran velocidad. Casi me da un infarto. Ante mis gritos de: “¡Estás loco! Mañana ya no conduces para mí”, se rio y puso las luces de emergencia para que “estuviera más tranquila”. Luego me di cuenta de que lo hacían todos los autos. Si vas por autopista, sabes que tienes que estar pendiente de los coches que conducen en sentido contrario. No entiendo por qué no hay más accidentes. © A Chafariz Vessel / Facebook

  • Soy panameño, cuando llegamos a Villa Angostura, Argentina, estuvimos toda la mañana paseando y caminando para conocer el lugar. Más o menos a medio día, todos empezaron a cerrar tiendas, bancos y restaurantes. Fue cuando descubrimos que cerraban para la siesta, nos tuvimos que quedar un par de horas esperando para que, en la tarde, todo volviese a abrir. © Nicolas Ariel Barraza / Facebook

  • Soy boliviana y, en mi país, se respeta mucho a las personas que no conoces y a los mayores, por lo cual no está permitido llamarles por su nombre ni tutearles, porque sería una gran falta de respeto y de poca educación. Cuando llegué a Europa, me di cuenta de que aquí a la gente les gusta que los tuteen porque, si no, se sienten mayores y algunos se ofenden si no lo haces. © Kelly Bilbao / Facebook

  • En Inglaterra, no entienden el concepto de comprar leche en caja ni de guardar varios litros en el armario, prefieren ir a diario al mercado para comprar leche fresca. © Laura Ikari Herrero / Facebook

  • En Irlanda, no se hace fila para esperar el autobús. Da igual el tiempo que lleves esperando, cuando llega entran todos como les da la gana. © Sandra Mo / Facebook

  • Soy de Chile y he viajado a Brasil y Perú. Me llamó la atención que oscureciera tan temprano; a las 6 p. m. ya estaba oscuro, mientras que en Chile, en verano, oscurece a las 9 p. m., por lo que la tarde es mucho más larga. Lo que resultó terrible fue el calor desesperante y pegajoso. © K’alas Bou Tique / Facebook

  • La primera vez que estuve en Francia, a las tres de la tarde paré en un restaurante para comer y me tuve que conformar con un bocadillo. Luego me explicaron los horarios, así que los siguientes días comía a la 1 p. m. y cenaba a las 8 p. m. © Antonio Gento Santos / Facebook

¿Conoces otros países? De ser así, cuéntanos cuáles son los mayores choques culturales que has tenido y que creas que todo turista debe saber antes de viajar.

Comentarios

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¿En serio es tan extraña la siesta? Hay zonas, como Sevilla, en las que a las horas de la siesta se puede llegar a una temperatura de 50ºC, no es viable hacer nada, así que te levantas temprano, haces lo que debas hacer y después de la siesta, sigues haciendolo

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Sí, es muy raro, por lo general en mi país si haces eso te dirían algo como: "mira a ese guevon" o "uy que delicadito" a menos que no tengas nada con que enfriarse(una paleta, helado, hielo, una chamollada, tal vez darse un baño con agua fría o quedarte afuera debajo de la sombra de un árbol)

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Si has de trabajar, ninguna de esas opciones es válida, si además, por la noche no se puede dormir (y así ocurre en Sevilla muy a menudo en verano), la siesta no sólo se agradece, es necesaria.

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