Reconoce los problemas de comunicación en tu relación. Para comenzar a trabajar en mejorar las habilidades de comunicación, el primer paso es identificar los puntos débiles.
Evita el comportamiento pasivo-agresivo. Si algo te molesta, es mejor encontrar la manera de expresarlo de forma abierta y con respeto, en lugar de hacer bromas al respecto, aplicar la ley del hielo para castigar a tu pareja o juzgar sus decisiones. Este tipo de actitudes solamente arruinan la comunicación a largo plazo.
Tratar de evitar el conflicto no ayuda. Ignorar los problemas no hará que desaparezcan, sino que dará lugar a que escalen y se conviertan en un conflicto mucho mayor de lo que eran al principio.
Elige el momento correcto para hablar. Explotar o levantar la voz durante una discusión solamente aumentará la tensión. Mantén la calma y coméntale a tu pareja que necesitan sentarse y tener una conversación. Así, los dos estarán preparados y nadie se sentirá atrapado o engañado.
Habla desde tus sentimientos y tu perspectiva. Apuntar y echar en cara cosas al otro simplemente logrará ponerlo a la defensiva. Sin embargo, si empiezas las frases con “yo siento que”, “yo considero que”, lograrás captar la atención de tu pareja y que realmente se ponga en tu lugar.
Enfócate tanto en ser escuchado como en escuchar. Es importante que expreses tus puntos de vista; sin embargo, también es relevante escuchar cómo se siente la otra persona. Muchas veces, lo único que importa es quién tiene la última palabra.
No trates de leer la mente. Aunque con el tiempo aprendemos a identificar cómo se siente la gente más cercana a nosotros por sus gestos, lo cierto es que muchas veces lo suponemos. Es mejor preguntar directamente, y eso también sucede al revés. No deberíamos esperar que nuestra pareja nos lea la mente. Si tenemos alguna duda o desacuerdo, es mejor expresarlo abiertamente.

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