Un relato que te demostrará que si las cosas van mal, posiblemente más adelante te está esperando una nueva vida

hace 3 años

La vida está llena de cambios, pero siempre se puede encontrar la manera de estar feliz. Nunca dejes de sonreír y piensa que siempre todo es para mejor.

Genial.guru ha publicado este texto con permiso de la autora Anna Bogdanova (Gansefedern).

Sin importar lo que pasara, ella se decía a sí misma: todo es para mejor. Esto ayuda.

Durante mucho tiempo él estuvo juntando valor y por fin hoy decidió contarle su decisión de ponerle fin a su relación. Vendrá por sus cosas dentro de un mes ya que en unos días se va a Grecia de vacaciones y hoy mismo empieza una nueva vida, sin ella. Y sí, él se enamoró de otra mujer, así pasan las cosas, cariño. ¿Y qué puedes hacer al respecto? No te pongas triste, la vida continúa.

Él creyó que ella se la pasaría llorando. Pero ella se preparó su café, cuidadosamente cortó unos pedazos de queso y una baguette. Llenó una taza de café y admirando el aromático vapor agregó un poco de crema. Después de tomar el primer sorbo, sonrió y dijo: “¡Fantástico!”.

Él esperaba un escándalo, gritos, histeria y ella con apetito se comió dos emparedados, lavó los trastes, se admiró a sí misma en el espejo y se fue al trabajo. Antes de cerrar la puerta, le mandó un beso. En el pasillo quedó un delicado aroma a flores, apenas perceptible.

Esa misma tarde se acordó de ella y pensó que seguramente sin él estaría aburrida y derramando lágrimas.

Pero ella estaba paseando por una tienda de muebles, viendo las mesas y armarios, atrapada en sus propios pensamientos, qué bien se siente cuando no necesitas pedir el consejo de nadie o ceder ante una opinión ajena. Vio una acogedora cocina color nogal italiano, se enamoró y la compró.

Él esperaba que el teléfono sonara y le suplicara regresar, pero nunca sonó.

Y ella adoptó a un gatito sin hogar, lo llamó Simón, lo bañó, aseó y le preparó de comer. El gato resultó ser un gran compañero, come lo que le dan, adora ver el mundo por la ventana y dormir envuelto en una manta de lana.

“Tal vez ella se siente con el corazón roto, infeliz, sola”, él estaba seguro de esto. Pero ella se compró un lienzo, pinceles y se fue a un estudio de pintura. Siempre le había gustado pintar y ahora tenía tiempo libre y gozaba de no tener la necesidad de dejar todo, correr a casa, preparar de cenar y esperar su regreso. Ahora ella se podía relajar y pintar tranquilamente.

Un día él le marcó, pero ella no respondió. En el horno se estaba cocinando una tarta de frambuesa con relleno cremoso, tenía que cuidar que no se quemara. El aroma a vainilla de la masa y el jugo de las bayas que caía llenaba la cocina con un aroma fenomenal. Simón se comió el resto de la crema y frunció las cejas de satisfacción. En cualquier momento llegarían sus amigos para ver su cuadro, por cierto, aún sin terminar.

Después de un mes, tal y como lo prometió, llegó a recoger sus cosas. “Probablemente esté preparándose para el encuentro: velas, vestido abierto...”, sonrió en su mente. El departamento estaba silencioso y en el pasillo se encontraba una bolsa con sus pertenencias. Ni velas, ni vino. Olía un poco a manzana y hierbas, “cambió de perfume”, lo constató. En la cocina todo había cambiado: muebles nuevos, más cómoda y acogedora. Tiene un muy buen gusto. “Es fin de semana, ¿en dónde estará?”, se sorprendió.

Pero se había ido a la ciudad, de visita. En el asiento trasero del carro se encontraban sus dos primeros trabajos de sus episodios inventados: “Gato en la aldea” y “Gato en manzanilla”. Pintaba para su alma, para sí misma, pero sus amigos (una pareja) se enamoraron de estos lindos cuadros y le ofrecieron comprárselos para su casa de campo. En sus planes estaba un “Encuentro con un adorable Scottish Fold”, “Cita romántica en el tejado” y muchos otros más.

Al lado de ella, en el asiento delantero, se encontraba Simón, un gran y hermoso gato. Su sedoso pelaje pelirrojo brillaba con el sol. Él veía con interés por la ventana los árboles y casas que pasaban cerca, pero a veces volteaba y con la mirada preguntaba: “¿Todo está bien?”.

“Todo va de maravilla”, respondía ella. Y ambos sonreían felizmente.

¿Y tú tienes alguna historia similar que te gustaría compartir con los demás lectores?

Comentarios

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yo cuando deje a mi exesposo, fue difícil no llore pero me senti culpable de haberlo hecho como si solo fuera mi culpa pero después la calma llego y senti paz porque por que me había encontrado a mí misma después de tanto tiempo

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