Una mujer decidió casarse para cumplir el último deseo de su madre y solo su mejor amigo podía ayudarla

Historias
hace 1 año

Los miembros de una familia suelen apoyarse sin importar el motivo. Cuando las cosas funcionan bien, hay entre ellos un cariño incondicional. Así fue como Farah, una escritora de novelas, no dudó en cumplir el último deseo de su madre, que estaba por morir, y esa decisión cambió el curso de su vida.

¿Te comprometerías a cumplir el deseo de un familiar aunque te resulte difícil?

Una escritora y un mal momento

Farah es una autora que escribe relatos emocionantes e inspiradores. Pero poco se imaginaba que su propia historia sería de las que parecen existir solo en los libros. Todo comenzó cuando pasaba por un difícil momento en su vida.

“En esa época mi mamá estaba muy enferma. Había perdido a mi hermano y a mi padre poco antes. Ella quería asegurarse de que yo sentara cabeza con alguien en quien confiara”. Además, Farah estaba sin seguro médico, pues había renunciado a su trabajo y se mudó para estar más cerca de su madre. Ella sabía que tenía poco tiempo al lado de su hija, así que se le ocurrió un plan que pensó que podría funcionar y que le permitiría partir con tranquilidad.

El último deseo de su madre

La madre de Farah venía de una familia muy tradicional y tenía el deseo de ver a su hija casada. Además, estaba preocupada por lo que le depararía el futuro a Farah cuando ella ya no estuviera, por lo que le propuso que se casara con su mejor amigo. Así, la chica podría tener un seguro médico y ella se quedaría más tranquila sabiendo que estaría acompañada.

Hacía más de 10 años que Farah conocía a su mejor amigo, sabía que era una buena persona. Además, era el único que conocía a la perfección la situación que estaba atravesando, y siempre estuvo a su lado para apoyarla a ella y a su familia. Cuando le plantearon al joven el matrimonio por conveniencia, sorprendentemente no se opuso, sino que accedió.

Acuerdos previos

En verdad, lo que realmente motivaba a Farah a realizar esta unión era darle el gusto a su madre. Así que ella y su mejor amigo hicieron algunos acuerdos prenupciales. Entre otros temas, conversaron acerca de qué ocurriría si a alguno de los dos le gustaba otra persona, y se prometieron no salir con nadie mientras durara el matrimonio; además, convinieron en que si surgían incomodidades, en cualquier momento podrían divorciarse.

Su amigo, no obstante, consideró que la honestidad era lo mejor antes de contraer matrimonio: le confesó que sentía algo por ella desde hacía muchos años. Aun así, él sabía que su amor no era correspondido, por lo tanto, no habría ninguna presión de su parte. Finalmente, cuando ambos estuvieron de acuerdo en todos los detalles, solo quedaba cumplir el deseo de la madre de Farah.

La boda

Como nadie sabía cuánto tiempo le quedaba a la madre de Farah, decidieron llevar a cabo la boda lo antes posible, sin demasiados planes. Aunque no era lo ideal, Farah improvisó con un vestido tradicional que tenía guardado. Hubo una ceremonia íntima con unos 20 invitados en la casa de su madre, que estaba casi sin muebles a causa de la mudanza.

Luego de la ceremonia, Farah supo que el casamiento había valido la pena cuando notó el alivio en el rostro de su mamá. En un momento dado, durante la fiesta, la novia se puso el pijama; todos la siguieron al sótano y se sentaron en un sofá gigante para jugar videojuegos. “Mi esposo me dijo: ’Es la boda más boba que he visto en toda mi vida’, y le dije: ’Sí, pero también es la mejor’”.

Los pequeños detalles

Farah no entendía por qué su mejor amigo había accedido tan fácilmente a un matrimonio arreglado que no le beneficiaba en nada. Él le dijo: “Han pasado 10 años y no sé cómo, después de todo lo que hemos pasado, no entiendes que haría cualquier cosa por ti”. Él siempre se comportaba de manera respetuosa. Además de su esposo, seguía siendo su más fiel amigo.

Poco a poco, vivir con su mejor amigo y verlo asumir el papel de su compañero fue haciendo que Farah lo conociera más profundamente y notara cosas que nunca había visto en él. “Empecé a notar cosas como el olor de su champú cuando pasaba por el pasillo, cómo tronaba la lengua cuando algo le molestaba, cómo sus ojos se arrugaban en las orillas cuando sonreía”.

El verdadero amor

Con las acciones de todos los días, Farah comprendió que el amor puede presentarse de formas inesperadas. Y aunque no había nada de malo en ser solo amigos, con el tiempo ambos se dieron cuenta de que habían construido algo más. “Me tomó 10 años entender lo que es el verdadero amor. No es la pasión, ni las mariposas. Es la llama lenta y constante. Es estar en los buenos y los malos momentos”.

Imagen de portada farahnazrishi / Tiktok

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