Cómo una novia cuyo prometido no llegó al altar mantuvo la frente en alto y decidió continuar con la fiesta

Historias
hace 1 año

Todas las bodas llegan a ser una ocasión digna de recordar, incluso cuando no terminan siendo lo que tanto esperábamos. El ejemplo perfecto de esto es Kayley, una chica que al enfrentarse a una situación que ninguna novia quisiera vivir, lo única solución que encontró fue seguir con la fiesta y mantener la frente en alto.

¿Cómo habrías reaccionado si hubieras estado en la situación de esta novia? ¿Cuál sería la razón por la que cancelarías tu boda en el último minuto?

La mañana de la boda

Como cualquier otra novia, Kayley despertó emocionada por comenzar a vivir su gran día. Tanto ella como sus damas de honor: “Despertamos a las 6:20 a.m. para asegurarnos de que tendríamos tiempo de desayunar y tener todo listo para el día completo de celebraciones que habíamos planeado”.

Lo que en esos momentos llenaba de emoción a Kayley era por fin poder decir “acepto”, poder mostrarle a su entonces prometido el vestido que había elegido y, sobre todo, caminar hacia el altar. Con tantas expectativas por delante, a la novia no le pasó por la mente la más mínima sospecha de lo que pasaría ese día. Al charlar con ella, nos comentó que le hubiera gustado haber intuido lo que sucedería, pues así “habría podido hablar con él y tener alguna respuesta de por qué decidió hacer lo que hizo”.

Alrededor de las 7 a.m. fue que las noticias llegaron a oídos de la novia: su prometido no llegaría a la ceremonia. Al principio, la preocupación de Kayley fue que el novio estuviera enfermo, incluso creyó por unos instantes que él regresaría, pues durante su relación ya habían pasado momentos en los que él se iba a dar una caminata cuando quería tener un rato para sí mismo.

El pánico llegó a Kayley cuando le pidió a su entonces suegro que le llamara al novio para confirmar que estaba bien y que llegaría a la boda. A las 11 a.m. la noticia se hizo definitiva: el novio no se presentaría a la ceremonia. “Fue entonces que reaccioné y me sentí devastada, estaba dolida, sobre todo por el hecho de que él decidió no hablar conmigo y que me quitó la posibilidad de obtener una respuesta de su parte”, comentó la novia.

La decisión que cambiaría el día

Después de un rato se tomó la decisión que lograría darle un poquito de alegría a un día gris. Cuando Kayley eligió continuar con la fiesta, sus invitados estaban impactados: “Ellos estaban tan emocionados como yo por el día, pero una vez que mis damas de honor les dijeron que a mí me gustaría que se quedaran y disfrutaran del día conmigo, todos quisieron estar ahí para mí y asegurarse de que yo estuviera bien. El hecho de que decidieran quedarse significó el mundo para mí”.

La garantía de que sería una celebración inolvidable se cumplió, aunque de manera diferente. Kayley nos comentó que entre sus momentos favoritos de su no-boda estuvieron: “Entrar a la fiesta de recepción con los padrinos y las damas de honor con una canción de Lizzo de fondo, tirar el último piso de mi pastel y bailar con los padrinos, con mis hermanos y con mi papá”.

El inicio del camino hacia el amor propio

A pesar de que Kayley intentó sacarle un buen rato a la situación, fue un evento que la dejó marcada. “El día después de la boda fue la parte más difícil porque mis amigas me habían comprado un suéter que tenía mi nuevo nombre (de casada) y quería usarlo. El día siguiente fue cuando tuve que regresar a casa”, confesó.

La nueva etapa en su vida ahora sería diferente a lo que tenía en mente: “Había planeado convertirme en la esposa de alguien, en establecerme y tener un nuevo nombre. Cuando se me quitó la oportunidad de hacer eso, tuve que llegar a la conclusión de que esto todavía no estaba destinado a ser para mí”.

Ahora, la chica de 27 años ve los retos de frente y tiene bien claro que “quiero convertirme en la Kayley que haría sentir orgullo a mi yo del pasado, quiero vivir manteniendo la fortaleza que demostré tener ese día de la boda. Sé que será un camino difícil, pero valdrá la pena. Quiero convertirme en una Kayley que haga sentir orgullosas a mis sobrinas, quiero demostrarles que las decisiones de otras personas no deben detenerte de hacer lo que tú crees que es correcto; que debes estar orgullosa de quién eres, con todo y las cicatrices que tienes, porque es lo que te hacen ser tú. Quiero ser una nueva Kayley que me inspire a mí misma y a otras mujeres”.

Con todo el aprendizaje que obtuvo de una situación tan difícil, Kayley tiene un último mensaje que quiere transmitir a las personas que pasaron por un momento similar: “Si algo como esto te pasa a ti, el día de tu boda o incluso unos días antes, cuando ya pagaste por todo y no te pueden regresar nada, no dejes que se desperdicie. En lugar de estar sola, elige estar rodeada de tus seres queridos, así cuando te sientas mal, ellos podrán animarte y celebrar tu día. Estarás bien”.

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