10 Frases que es mejor eliminar del vocabulario para no dañar a nuestros hijos

hace 2 años

Las frases descuidadas a veces tienen un fuerte efecto negativo hasta en los adultos, ni hablar de los niños. Después de todo, ellos están comenzando a conocer este mundo, no saben cómo filtrar la información que reciben y son capaces de creer prácticamente en todo. Sin embargo, a pesar de su experiencia de vida, ninguno de los padres es inmune a cometer este tipo de errores. Y como resultado, de generación en generación se transmiten formulaciones educativas dudosas, que afectan de manera imperceptible pero constante la psique de los niños.

En Genial.guru decidimos analizar algunas frases comunes que deberían haber sido olvidadas hace mucho tiempo y no ser mencionadas en las conversaciones con los niños, para que puedan crecer más felices, saludables y con más confianza en sí mismos.

1. “No te creo”

En general, los padres están interesados ​​en que sus hijos se comuniquen activa y abiertamente con ellos. Después de todo, esta es la forma más fácil de mantenerse al tanto de todos los asuntos y, si algo pasa, proteger al niño de los problemas. Si ese es tu objetivo, en primer lugar, es muy importante que prestes atención a sus palabras y que trates con respeto sus ganas de abrirse a ti.

Al decir frases descuidadas como “estás mintiendo” o “no te creo”, sin comprender realmente la situación, los padres corren el riesgo de arruinar la relación para siempre. Como resultado, el niño dejará de confiar, aprenderá rápidamente a ser reservado y, en un momento clave, cuando necesite ayuda, ya no podrá acudir a ti para pedirte un consejo.

2. “Me iré y no me volverás a ver”

Las amenazas de cualquier tipo no son la mejor forma de comunicación ni favorecen una resolución tranquila de los conflictos. Si un niño está discutiendo contigo o muestra sus emociones de manera demasiado vívida, esto ya es un signo de un estado estresante. Y frases como “estás en serios problemas” o “me iré y no me volverás a ver” solo exacerban la tensión nerviosa y hacen que el niño se sienta en peligro en su propia casa.

Si la discusión se ha prolongado y ya no te sientes con fuerza para decir algo constructivo, en lugar de lanzar amenazas, es mejor proponer que todos se calmen y terminar la conversación más tarde.

3. “Tú nunca cambiarás”

En general, los expertos recomiendan evitar frases categóricas con palabras como “siempre/nunca”. El uso de frases como estas hace que los niños se sientan intuitivamente desesperados. Acusaciones como “siempre haces todo mal” o “nunca cambiarás” colocan automáticamente al niño en un marco psicológico rígido y, lo más importante, negativo, del cual es probable que no encuentre las fuerzas para salir.

Como resultado, estas frases, que de hecho se pronuncian inconscientemente para alentar a un niño a realizar cambios positivos, por el contrario, pueden llevar a la persistencia de un comportamiento indeseable, que ningún padre querría.

4. “Porque lo digo yo”

Esta es probablemente una de las expresiones principales en la colección de frases de los padres. Sin embargo, difícilmente se puede llamar constructiva. El caso es que el abuso de este argumento, en primer lugar, hace que los niños comprendan que sus sentimientos no son importantes, y en segundo lugar, no les enseña a entender el contexto y a tratar de entender la situación, lo que es muy importante para la vida posterior.

Por ejemplo, los niños piden ir al parque y tú necesitas lavar la ropa y la vajilla. Si no les explicas la situación y simplemente dices que no, parecerás una persona mala que no quiere ni permite que sus hijos se diviertan. Si, en cambio, les comentas los motivos de tu decisión, tal vez ellos se molesten de todos modos, pero al menos comprenderán que no se trata de un mero capricho tuyo.

5. “Ya deberías saber que...”

El peligro de acusar al niño de no ser inteligente (u otras frases semejantes) radica en varios detalles objetivos. En primer lugar, incluso en los círculos infantiles se sabe que se trata de un insulto extremadamente vergonzoso e incluso humillante. En segundo lugar, escuchar esto de una persona adulta y experimentada a quien también amas duele aún más, ya que el adulto probablemente sepa de lo que está hablando. Como resultado, existe el riesgo de que el niño tome las palabras demasiado en serio y esto provoque una avalancha de complejos que tendrán un impacto negativo en su futuro.

6. “¿Seguro que vas a poder?”

Los padres que son propensos a la sobreprotección suelen hacer aclaraciones innecesarias, siempre tienen dudas y protegen a sus hijos de manera obsesiva. Estos padres realmente creen que están cuidándolos de los peligros y las desilusiones; intentan hacer todo por ellos y, en algunas ocasiones, incluso buscan disuadirlos de que realicen algunas actividades normales para otros niños. A sus hijos, por su parte, les llega un mensaje muy desalentador: la falta de confianza que los adultos tienen en sus habilidades, capacidades y talentos. Con el tiempo, la sobreprotección puede terminar desarrollando complejos o una serie de miedos que irán apareciendo conforme el niño vaya madurando.

7. “Nada de postre, primero te comes la sopa”

El peligro de esta frase es que implica que el resto de la comida no es tan sabrosa como el postre. Al final, el niño comienza a experimentar una disonancia cada vez mayor y termina rechazando la comida que parece que lo obligan a comer, incluso si anteriormente la consumía con normalidad.

Si no quieres que tu hijo desarrolle malos hábitos alimentarios, no pongas a los postres en un pedestal, es decir, no te opongas a ellos como si fueran algo especial y no los utilices como recompensa. Es mejor tratar de permanecer neutral y darle opciones a tu hijo, algo como: “Puedes comer postre si quieres cuando termines de cenar”.

8. “Si te portas así, iré por el cinturón”

Otra forma común de amenaza es la promesa de castigar con el cinturón. En general, el problema con cualquier método de intimidación no es solo el aumento del estrés y la falta de sensación de seguridad, sino también que con el tiempo puede convertirse en una frase vacía. Cuando el niño crezca, en algún momento definitivamente desobedecerá a pesar de las amenazas. Concretar estas amenazas, por supuesto, implicaría un acto de violencia absurdo al que ningún niño jamás debería ser sometido.

Entonces, de repente, entenderá que no ibas por el cinturón ni tampoco lo ibas a dejar en el bosque, y en el futuro no te hará caso en absoluto al darse cuenta de que estás recurriendo a una mentira por incapacidad. Para evitar que esto suceda, es mejor no obligarlo a obedecer, sino intentar establecer un vínculo fuerte y una relación respetuosa.

9. ¡¿Pero qué pasa contigo?!

Si un adulto en quien el niño confía indica que algo anda mal con él, puedes estar seguro de que lo aprenderá y creerá en ello. Pero el principal peligro de tal formulación es que es lo más abstracta posible. Es decir, en el futuro el niño se hará constantemente la misma pregunta, pero no podrá encontrar la respuesta. O la interpretará a su manera y concluirá: “Soy una mala persona”. Como resultado, es posible que necesite muchos años de terapia para superar finalmente este complejo.

10. “Odio mi trabajo”

Todos hemos tenido días de trabajo duros y extremadamente desafortunados. En tales casos, a menudo podemos volver a casa y quejarnos en voz alta, por ejemplo, con nuestra esposa o esposo, sobre cómo odiamos nuestro trabajo. Parece que esta es una práctica común y completamente inofensiva. Sin embargo, los niños absorben todo como una esponja. Las investigaciones han demostrado que nuestras propias actitudes hacia la vida tienen un impacto significativo en la percepción que tienen los niños sobre ella.

En consecuencia, las exclamaciones y quejas sobre el trabajo frente a los niños pueden generar en ellos la idea de que el trabajo es una actividad terrible que estropea la vida. Y al final, o crecerán creyendo que la edad adulta es una pesadilla, o no podrán decidirse por una profesión debido a los miedos.

¿Qué otras frases crees que afectan negativamente la psique del niño?

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Intento no decirlas, pero es cierto que la frase "porque lo digo yo" a veces se me escapa

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