Qué es la responsabilidad afectiva y por qué debe existir sin importar el tipo de relación personal que se tenga

Psicología
hace 2 años

Para servirnos de apoyo a medida que se transforman los vínculos personales y, en general, para mejorar nuestras relaciones, conviene poner en práctica la responsabilidad afectiva; sobre todo cuando estamos entre dos sentimientos: el primero cuando nos sentimos completamente responsables por las emociones del otro, o también cuando achacamos nuestros estados de ánimo al comportamiento de los demás.

Genial.guru averiguó qué es la responsabilidad afectiva y elaboró una lista con algunos consejos sobre cómo podemos aplicarla.

1. Cada acción tiene una consecuencia de la que somos responsables

Nuestras acciones tienen consecuencias emocionales sobre nosotros y sobre los demás, ya sea de forma positiva o negativa. Tener una responsabilidad afectiva, entendiendo que habrá implicaciones personales, es hacer consciente la forma de relacionarnos con alguien, cuidando y dialogando de forma sincera sobre los sentimientos que vayan surgiendo, indiferentemente del tipo de relación que se tenga.

Crear vínculos sanos implica que se debe aceptar al otro como es, pero esto no implica que sean lazos para toda la vida, o tal como los imaginamos, más bien supone que se debe asumir la responsabilidad y el compromiso de respetar y cuidar las emociones propias y del otro, entendiendo que cada persona es diferente.

2. Estableciendo límites en las relaciones se evitan malos entendidos

Las formas de relacionarse cambian de persona a persona e incluso culturalmente, haciendo que exista un amplio abanico de formas de coexistir. Aunque implique un esfuerzo respetar los diferentes patrones de relaciones al que estamos acostumbrados, y por encima de las etiquetas, es cuestión de darse el tiempo de pensar cómo queremos relacionarnos nosotros y el impacto que eso tendrá.

Por ejemplo, cuando nos involucramos con alguien que tiene un enfoque de vida diferente al nuestro, en lugar de enfadarnos, es cuestión de ser honestos, y hacer saber dónde está nuestro límite y cuál es el del otro, para así tratar de establecer acuerdos mutuos. Cuando una relación contempla la responsabilidad afectiva desde el inicio, el desarrollo personal podría ir en ascenso.

3. Al ser responsables de las emociones propias evitamos crear sentimientos de culpa

Las emociones son estimuladas por hechos y personas, pero la forma en que reaccionamos es lo que realmente determina cómo nos vamos a sentir, y no las circunstancias en sí mismas. Es decir que las acciones no son lo que realmente determina los sentimientos, sino que implica una mezcla de necesidades propias y expectativas de las que somos responsables.

Separar las emociones que son completamente de nuestra responsabilidad, implica hacernos conscientes de nuestros sentimientos y evitar inculpar a terceros por sensaciones que quizás solo están en nuestra cabeza. Para ello, conviene reformular frases como “me siento triste porque él no apareció”, por “me siento triste porque tenía muchas ganas de verlo”.

4. Es mejor no crear falsas ilusiones y dejar que las acciones hablen por sí solas

Tal vez hemos estado en una situación donde alguna de las partes empieza a profundizar en sentimientos que no son correspondidos, y que podrían resultar incómodos de tratar. En estas situaciones, donde se crean falsas ilusiones, hay personas que simplemente deciden alejarse.

Esto no resulta ser una solución sana, ya que cuando por algún motivo se deja de buscar a alguien, o se lo ignora, la otra parte podría llegar a sentirse molesto u ofendido, e incluso podría verse afectada su autoestima.

Para evitar falsas ilusiones, hay que valorar los hechos de forma objetiva, sin hacer hipótesis a partir de cada gesto, y después de ello, incluso tomar la iniciativa de aclarar los sentimientos.

5. Ponernos en el lugar del otro y pensar en nuestras acciones sirve para saber si estamos lastimando a alguien

En ocasiones podríamos, inconscientemente, ignorar o desconocer lo que el otro siente, y aunque no se tenga el poder de cambiar sus sentimientos, al menos es posible ponerse en el lugar del otro, es decir, siendo empáticos se podría tomar una actitud compasiva, capaz de fortalecer de forma natural los vínculos entre personas.

Además, viendo el problema desde la perspectiva del otro, podría llegarse a comprender qué es lo que realmente le afecta a la otra persona.

6. Estar con otra persona no es cuestión de sacrificios sino de vínculos

Las emociones no son un problema que se deba evitar, son de alguna manera información que se puede gestionar. Se puede trabajar en tener una actitud de aceptación curiosa que permita la aceptación y sintonía de los sentimientos propios con los sentimientos de los demás, sin que esto represente un sacrificio.

7. Evita enviar señales confusas que vuelvan inestable una relación

Trasladar nuestras dudas a otra persona la podría desestabilizar, pero sobre todo, resulta confuso decir una cosa y luego hacer otra. Hay que procurar ser claros y coherentes. Responsabilizarnos solo requiere que no justifiquemos nuestra forma de actuar de cualquier manera, ignorando el impacto que esto pueda generar en la otra persona.

8. Mantén una comunicación constante aunque sea difícil o incómodo y respeta los acuerdos previos

Evitar las conversaciones incómodas puede aumentar la tensión sobre algo que de igual manera se debe tratar. Al asumir la responsabilidad emocional, es importante mantenerse cortés y respetuoso, sin perder de vista el mensaje que se quiere trasmitir.

Por otro lado, también se debe evitar la comunicación indirecta, ya que en otras personas, podría causar confusión sobre lo que realmente está sucediendo. Incluso una conversación breve pero clara puede ser una forma responsable de actuar.

9. Hay que darse el tiempo de entender la forma que tenemos de relacionarnos con otras personas y sus consecuencias

Incluso si son relaciones que contemplan la libertad y autonomía desde que comienzan, en algún punto de una relación podemos dejar de disfrutar. Es importante darse un tiempo para indagar en las emociones, y así expresar nuestros sentimientos y necesidades de forma clara, coherente y responsable.

¿Consideras que ya estás poniendo en práctica los consejos del artículo? Dinos tu experiencia con la responsabilidad afectiva en los comentarios.

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