20 Lectores de Genial contaron los choques culturales que tuvieron y de los que les habría gustado saber antes de poner un pie en otro país

Lugares
hace 3 años

Viajar a otro país puede ser todo un desafío, y no solo porque se trata de conocer un nuevo sitio con otro idioma, sino por el hecho de que acostumbrarse a tratar con personas que tienen una cultura tan diferente de la nuestra muchas veces puede poner nuestra lógica habitual de cabeza.

Genial.guru leyó los comentarios de nuestros lectores y les pidió más anécdotas de sus viajes, para elegir 20 choques culturales a los que se enfrentaron en otros países. Es importante destacar que cada región puede tener costumbres y hábitos diferentes, así que muchos ejemplos mencionados pueden no abarcar todo un país.

  • En la universidad tuve dos compañeras japonesas que simplemente se quitaban los zapatos durante la clase. Creo que el hecho de que en México usemos calzado en las habitaciones asombra en muchos lugares, ya que pueden considerar que eso ensucia la casa. © Andrea Picazo Galvez / Facebook

  • Me sorprendió que la gente que no te conoce en Nueva York te diga: “Buen día” y “Feliz Navidad” al cruzarte en la calle. © Silvia Saint-Claire / Facebook

  • Vivía en una salitrera donde todos se saludaban aunque no se conocieran. Cuando fui a la ciudad seguí haciéndolo, así que la gente me miraba extrañada sin entender por qué lo hacía. © Graciela Hule / Facebook

  • No he viajado mucho, por lo que recién hace poco me di cuenta de que no en todos los países hay agua potable en las cañerías. Casi muero al olvidar comprar agua embotellada cuando salí del país, pues por costumbre aquí se puede tomar el agua del tubo. © Nere Arias / Facebook

  • Estaba en un supermercado en Junín de los Andes con mi amiga cuando, preocupada, me quedé a un costado cuidando las motos de un par de muchachos que dejaron los vehículos con las llaves puestas al entrar al mercado. Yo no sabía que nadie tocaba lo ajeno allí. © Ilce Falcon / Facebook

  • La primera vez que viajamos a Londres estábamos muy hambrientos y sedientos, así que entramos a un pub en el que solo había una mesa ocupada. Nos sentamos y nos trajeron los menús. Elegimos y esperamos, esperamos y esperamos durante 20 minutos. Muy molestos nos paramos y nos fuimos ofendidos, mientras los mozos y el de la barra nos miraban muy extrañados. Después nos explicaron en el hotel que nosotros teníamos que elegir lo que consumiríamos, ir a la barra, pedir y pagar, no esperar que vinieran ellos a la mesa a tomar el pedido. © Sara Araya Moya / Facebook

  • Visité Costa Rica, no sabía que el agua era potable, así que los primeros días no quería agua del grifo, sufrí sed y gasté en agua embotellada. © Maria L Santiago / Facebook

  • Soy del oriente de Venezuela y un día, estando en una panadería aquí en Estados Unidos, le pedí en español a la muchacha mexicana que me atendía: “Por favor, ¿me das esa rebanada de torta con fresas?”. Ella sin mirar a donde yo le señalaba, me dijo: “No, las tortas vienen de jamón y queso; hay otras de carne, pero tendría que esperar para que se la prepare”. Yo le dije: “No, quiero de las tortas que se ven allí”. Entonces ella respondió: “Ah, lo que usted quiere es un cuarto de pastel de fresa”. Me reía por dentro por las diferencias para nombrar una misma cosa entre los países. © Yuly Marquez / Facebook

  • Cuando estuve en Egipto, el conductor en plena autopista se saltó un desvío, así que dio marcha atrás durante un buen rato (no fueron solo unos metros) para alcanzarlo. Éramos como 7 u 8 pasajeros dentro de un auto con olor a gasolina que se sentía como una bomba andante. © Beatriz Beatriz / Facebook

  • Llegar a Alemania y como “buena mexicana” destruía o aplastaba las botellas de refresco para que puedan ser recicladas, aunque fueran muy duras. Hasta que mi novio me pidió que dejara de destruir las botellas “retornables”. © Diana Schmucker Robles / Facebook

  • Estando embarazada en Teruel, España, tuve mucho antojo de pizza, pero el local estaba cerrado de 1 a 4 de la tarde, porque era la hora de la comida. © Aura PecoZirat / Facebook

  • En Colombia, para pedir lo que vamos a comprar, decimos “¿Me regala...”, sabiendo que no es un regalo, sino algo que vamos a pagar. Pero en mi primer viaje al exterior, que fue en Panamá, la señora se puso histérica y me regañó: “Yo no le regalo eso, cuesta tanto”. Tuve que aclararle de dónde venía y por qué la expresión; sin embargo, siguió de mal genio. © Claudia L Monroy R / Facebook

  • En Colonia, Uruguay, cuando me paraba en la esquina, todos los vehículos esperaban a que yo cruzara para continuar su recorrido. No lo podía creer. © Alicia Lazzaris / Facebook

  • Estuve en Alemania, mi amiga estaba casada con alguien de Sri Lanka y prepararon comida típica de allí, y la comían con las manos. No pude hacerlo, ni tampoco soportaba mirarlos comer así. © Ximena Santos / Facebook

  • Estaba en Bali con una amiga cuando encontramos frutas y cocos cerca de la playa y los recogimos para comer. En ese momento, una dama balinesa nos detuvo y nos explicó que no se pueden comer esos frutos que las olas habían arrastrado hacia la playa, porque son una ofrenda para los dioses. En Bali ponen en el piso a la entrada de los negocios, los hoteles y las playas platos con frutas, arroz, lentejas etc., como tributos para las deidades. © Graciela Maria Varon Guerrero / Facebook

  • Soy de Chile y fui a Nueva York, donde me gustó lo despejadas que están las calles allí. Aquí las calles, aunque no son pequeñas, la gente las ocupa para estacionar y así son filas y filas de autos, lo que estrecha mucho el camino original. © Francisca Jesus / Facebook

¿Cuál fue el mayor choque cultural que tuviste en un viaje? No dudes en contarnos las historias de los sitios a los que viajaste y en compartir fotos. ¡Nos encantará verlas!

Imagen de portada Alejandra Ceja / Facebook

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