10 Enfermedades mentales que se disfrazan de rasgos comunes

Psicología
hace 6 años

Muchas veces, adjudicamos las acciones extravagantes de una persona a su carácter. Pero, ¿y si esconden algo más? En su libro “Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad” (Cognitive Therapy of Personality Disorders), los eminentes psicoterapeutas estadounidenses, Aaron Beck y Arthur Freeman, revelaron los secretos del temperamento humano.

Genial.guru ha estudiado el trabajo de estos científicos cuidadosamente y ha preparado para ti una guía de 10 rasgos de carácter que pueden traer muchos problemas a sus poseedores si no los mantienen bajo control.

1. La negligencia

En esta categoría, se puede incluir a cualquiera que aspire a relajarse más y trabajar menos. Por supuesto que es un deseo humano común y corriente, pero algunos van demasiado lejos. Por ejemplo, si durante el año un empleado se ha tomado varias licencias por enfermedad, se fue de vacaciones, se tomó innumerables días libres, y encima siempre llega tarde, un psicólogo le diagnosticaría un trastorno antisocial de la personalidad. Aunque, para eso, también debe presentar estos otros síntomas:

  • mentiras frecuentes que no están justificadas por nada;
  • el deseo de vivir a costa de los demás;
  • frecuentes renuncias sin otros empleos planificados, es decir, la costumbre de “irse a ninguna parte”;
  • la costumbre de gastar el dinero en cosas diferentes a las previamente planeadas (fue a comprar comida, pero volvió con un nuevo juego para la consola).

Serán de ayuda para luchar contra el trastorno antisocial la gestión del tiempo y un sistema de recompensas. Bastará con establecer qué tipo de regalo puedes hacerte a ti mismo por tal o cual logro (por ejemplo, respetar durante un par de días un plan pensado previamente) y cumplir este programa durante al menos un mes para que pueda desarrollarse un hábito. En este tipo de trastornos, los psicólogos también recomiendan el ejercicio “Revisión de las elecciones”: un problema se plantea por escrito, se determinan las posibles formas de resolverlo y las ventajas/desventajas de cada una de ellas. Esto ayudará a tomar decisiones racionalmente.

2. La timidez

La timidez alentada, con el tiempo puede convertirse en total alienación y falta de voluntad para establecer vínculos con el mundo exterior. Las personas que están al borde del trastorno mental dejan de sentir emociones fuertes y tratan de evitar cualquier tipo de contacto con otras personas, por lo que muchas veces eligen un trabajo remoto u otras actividades que no conllevan ninguna necesidad de establecer una comunicación.

La introversión hipertrofiada conduce al trastorno esquizoide de la personalidad, que presenta los siguientes síntomas:

  • indiferencia a la crítica y al elogio;
  • ausencia de amigos cercanos o presencia de un solo amigo;
  • inclinación a soñar mucho y de forma poco realista;
  • sensibilidad excesiva, que es imposible o que da miedo expresar a otros.

El desarrollo de la enfermedad se puede prevenir de diferentes maneras. Una de las más efectivas son las actividades grupales. Servirá cualquier tipo de taller: dibujar, aprender un idioma extranjero, hacer yoga o pilates.

Para combatir el desarrollo de la misantropía, es aconsejable recurrir a un simple truco: en lugar de usar la frase “no me gustan las personas”, decir “no me gusta esto” (un rasgo del carácter, de la vestimenta, de la apariencia, un hábito, etc.). Este enfoque permitirá formar una nueva percepción: además de cosas malas, las personas tienen algo bueno.

3. La procrastinación

En esta categoría entran los rebeldes que no quieren obedecer las reglas de la sociedad. Todo se expresa en el hábito de posponer lo que hay que hacer para “algún día”. La procrastinación no tratada puede conducir a un trastorno pasivo agresivo de la personalidad, que muchas veces conduce a depresión crónica.

Un poco de rebeldía en la escuela o en la universidad es un fenómeno natural, y no hay que buscar una fuente de enfermedades en él. Lo que puede indicar que la procrastinación está entrando en una nueva fase de desarrollo son los siguientes síntomas:

  • irritabilidad en respuesta a las solicitudes de hacer algo no particularmente agradable, pero común para la mayoría de las personas (por ejemplo, lavar los platos, limpiar las piedritas del gato o sacar la basura);
  • un ritmo de trabajo muy lento y mala calidad de su resultado;
  • ofensa frente a los consejos útiles de otras personas sobre las formas de lograr un trabajo más rápido y de mejor calidad;
  • crítica infundada y maliciosa a personas que tienen poder.

La dificultad de la prevención reside en el hecho de que la persona generalmente cree que no tiene la culpa de nada. Aquí ayudará perfectamente el ejercicio ya descrito por nosotros “Revisión de las elecciones”. También se recomienda un juego social en el que hay que ponerse en el lugar de otras personas para comprender sus sentimientos. Dicha terapia detendrá el progreso de la procrastinación, y hará que la persona sea más sensible hacia los demás.

4. Impulsividad y mal genio

Una persona que no trata de controlar su ira corre el riesgo de desarrollar el trastorno límite de la personalidad. Una de las manifestaciones típicas de la enfermedad próxima a desarrollarse es un brusco e injustificado cambio radical de las opiniones. Digamos que hoy crees que los huevos fritos tienen un efecto terrible en tu estómago y los odias, y al día siguiente los preparas alegremente para el desayuno.

Por supuesto que la impulsividad sola no es una amenaza. Pero deberías ponerte a pensar si se combina con un mal genio, y también con los siguientes síntomas:

  • relaciones amistosas y románticas inconstantes;
  • frecuentes gastos de dinero sin sentido (fuiste a comprar una cafetera y volviste con un segundo televisor);
  • conducir el automóvil de un modo descuidado, al borde de ser causa de accidentes;
  • cambios de humor sin motivo aparente y un sentimiento de aburrimiento crónico.

Una excelente prevención serán los cursos del control de la ira y de la autoidentificación. También será útil un programa de autocontrol con sistema de recompensas. Por ejemplo, si estás yendo a comprar la bendita cafetera, cómprala (sin llevarte media tienda de paso) y como recompensa regálate una prenda de ropa que hace mucho tiempo sueñas tener.

5. La autoflagelación

Las personas que son propensas a la autoflagelación pueden ser llamadas avestruces: esconden la cabeza en un pozo todo el tiempo, tratando de esconderse de los problemas. En psicología, esto se llama trastorno de la personalidad por evitación. En casos avanzados, conduce a ataques de pánico, depresión y trastornos del sueño.

La autocrítica en pequeñas dosis es útil porque nos motiva a mejorar, pero en grandes cantidades es altamente peligrosa para el estado mental. La situación es alarmante si se observa lo siguiente:

  • una fuerte e instantánea ofensa ante una crítica o ante una desaprobación;
  • intentos de evitar comunicarse con gente nueva, que llegan al borde de lo absurdo (por ejemplo, rechazar un ascenso si requiere tratar con personas nuevas);
  • exageración de las dificultades potenciales, de los peligros físicos o de los riesgos de realizar acciones comunes;
  • la autorrepresión al tratar con la gente por temor a decir algo malo.

Un ejercicio efectivo en este caso es la refutación de las predicciones falsas. Hay que anotar las suposiciones de uno sobre cualquier acción que deba realizarse. Por ejemplo: “si voy a una tienda desconocida a altas horas de la noche, seguramente me asaltarán”, y luego realizar esa acción y registrar el resultado. Posteriormente, cuando haya dudas y una premonición negativa, bastará con abrir el cuaderno con las anotaciones para asegurarse de que nada terrible sucederá.

6. La desconfianza

Todos somos un poco paranoicos, y eso no tiene nada de malo. Pero algunas personas superan con sus sospechas todos los límites imaginables: piratean perfiles de las redes sociales, escuchan conversaciones telefónicas y hasta contratan a un detective privado. Una persona que es llevada por sus dudas a realizar acciones tan desesperadas puede estar padeciendo un trastorno paranoide de la personalidad. Esta disfunción tiene los siguientes síntomas:

  • desconfianza irrazonable en la pareja;
  • búsqueda de motivos ocultos en las acciones comunes de las personas (por ejemplo, el vecino cierra la puerta de un golpe a propósito para molestarte);
  • la tendencia a considerar culpables a todos menos a uno mismo;
  • ausencia de sentido del humor, incapacidad para ver lo gracioso en situaciones cotidianas.

Una excelente manera de lidiar con la desconfianza crónica es hacer una lista de personas conocidas y poner el signo + delante de su nombre, cada vez que cumplan alguna clase de expectativa (por ejemplo, temías que una persona se olvidara de tu existencia en una fiesta corporativa y te prestó atención toda la noche). La próxima vez que surja alguna sospecha, bastará con ver la cantidad de signos +, y la desconfianza desaparecerá.

7. La condescendencia

La dependencia de los seres queridos es el sello distintivo de todos los mamíferos y, por supuesto, también de los seres humanos. Es perfectamente normal contar con los demás, pero el apego excesivo se define en la psicología como un trastorno de personalidad por dependencia. Un rasgo que oculta un verdadero trastorno mental es la gran dificultad o incapacidad para tomar decisiones sin la aprobación de una persona con autoridad. Esta disfunción también es acompañada por los siguientes síntomas:

  • mostrarse de acuerdo con los demás, incluso si están equivocados;
  • sentimiento de incomodidad en la soledad y el deseo de hacer cualquier cosa con tal de no estar solo;
  • realización de acciones desagradables o degradantes para caer bien;
  • pensar obsesivamente, y sin fundamento, que todas las personas de alrededor son unos traidores.

La mejor manera de luchar contra este trastorno es recopilando las evidencias de las aptitudes propias, por ejemplo: “soy un buen conductor”, “preparé un excelente informe en el trabajo”, etc. Siempre que surja el deseo de pedir la aprobación de alguien, hay que consultar la lista: ayudará a generar confianza.

8. La emocionalidad

La emocionalidad y la sensibilidad excesivas pueden ser un síntoma del trastorno histriónico de la personalidad, que comúnmente se conoce bajo el nombre de histeria. El deseo de atraer la atención hacia uno mismo es natural en una persona hasta que se deriva en ataques de ira y alteración. Una característica distintiva de esta disfunción es un discurso muy emocional y, al mismo tiempo, carente de detalles. Por ejemplo, a la pregunta “¿qué aspecto tiene tu madre?” se elaborará una respuesta más o menos así: “ella era muy buena”.

Otros signos de este desorden:

  • búsqueda constante de apoyo, aprobación y elogio de una persona con autoridad;
  • incapacidad de concentrarse en una sola cosa durante mucho tiempo;
  • emociones superficiales, que cambian rápidamente;
  • intolerancia a la procrastinación, combinada con el deseo de hacer algo constantemente.

Una de las excelentes maneras de contrarrestar la histeria es trabajar con un cronómetro. Hay que configurarlo por media hora, o una hora entera, y hacer una sola cosa durante todo ese tiempo. A pesar de la aparente simpleza del ejercicio, no será tan fácil de realizar: a las personas excesivamente emocionales les resulta muy difícil quedarse quietas. Y también es complicado para ellas ponerse metas concretas, porque generalmente sueñan con algo hermoso, pero incierto, por lo que una buena solución también será establecer objetivos específicos: lograr un ascenso dentro de 2 meses, aprender a preparar un risotto para el Año Nuevo, etc.

9. El perfeccionismo

Un perfeccionismo empedernido es el camino más corto al trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva. El desarrollo de esta enfermedad generalmente se asocia con el hecho de que la sociedad valora cualidades como la atención al detalle, la autodisciplina, el control emocional, la confiabilidad, la cortesía enfatizada, que suelen llevar a las personas a sobresforzarse. Y entonces estas cualidades maravillosas se convierten en una verdadera catástrofe: bloqueo emocional, dogmatismo, inflexibilidad psicológica.

Los perfeccionistas deberían alarmarse cuando descubren en sí mismos las siguientes tendencias:

  • renuencia a perder el tiempo en sí mismo por temor a volverse improductivo;
  • negación a tirar cosas innecesarias con la esperanza de que “sirvan para algo”;
  • miedo patológico de cometer un error;
  • la intención de hacer el trabajo de otros debido a la idea de que nadie más puede hacerlo igual de bien.

Es difícil para los perfeccionistas quedarse quietos, porque su forma de ser requiere de actividad inmediata y, por lo tanto, los psicólogos les recomiendan la meditación diaria. Servirá cualquiera de sus formas, desde un masaje hasta escuchar música con los ojos cerrados. Para consolidar el éxito, será útil registrar cuántas cosas se realizaron en los días con y sin relajación, y comparar. Esto convencerá al perfeccionista de que el descanso no es un obstáculo para la productividad.

10. Autoestima inflada

La autoestima inflada es mucho mejor que la autoflagelación, pero aquí también hay un límite. Sentir el encanto de saberse inteligente, bello y la mejor persona del mundo, no está lejos de terminar en un trastorno narcisista de la personalidad. Y a partir de allí, hay solo un paso a la depresión, a los sentimientos de inferioridad y a otras “maravillas” que padecen las personas que se han creído Napoleones:

  • cólera oculta o abierta en respuesta a cualquier crítica;
  • la costumbre de usar a las personas para lograr objetivos propios;
  • la expectativa de un trato especial hacia uno mismo (por ejemplo, si una persona así hace una fila, cree que todos deberían dejarla pasar primero, aunque ni ella misma sabe por qué);
  • fuerte envidia y sueños constantes de inimaginables riquezas.

El principal problema de un narciso es la discrepancia entre las expectativas y la realidad, con todas las consecuencias que esto conlleva: sentimiento de inutilidad propia, frecuentes cambios de ánimo, el miedo a terminar en una situación incómoda. Uno de los ejercicios para combatir este desorden es el de bajar la palanca de los deseos hasta un nivel realmente alcanzable. Por ejemplo: en lugar de aspirar a comprar un automóvil de lujo, conseguir esos hermosos zapatos de la tienda cercana.

Cuéntanos, ¿alguna vez te has encontrado en una situación en la que algún rasgo de personalidad te haya impedido a ti o a tus amigos llevar una vida normal?

Ilustradora Alena Tsarkova para Genial.guru

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