11 Hábitos ocultos de algunos genios que creían que eran la clave para tener una mente envidiable
No todos los grandes talentos consideraban que vivir detrás de una pila de libros los haría más inteligentes. Aunque a veces imaginamos a los genios como madrugadores estudiosos, en realidad algunas de las mentes más brillantes de la historia tenían algún hábito poco convencional que podría haber sido el secreto de su intelecto privilegiado: desde masajear cien veces cada pie hasta dormir solo en dirección al norte.
1. Albert Einstein dormía diez horas y tomaba siestas con una cuchara
El famoso científico que revolucionó la física tenía muy claro que es necesario un buen descanso para tener una mente brillante. Además de dormir por lo menos 10 horas, tomaba siestas de un segundo usando un método bastante particular.
Al momento de dormir la siesta, se reclinaba en el sillón sosteniendo una cuchara y colocaba una placa de metal debajo; de esta forma podía quedarse dormido por un segundo antes de ser despertado por el ruido de la cuchara al caer. De acuerdo con la ciencia, las personas que tienen más husos del sueño tienen mayor capacidad de resolver nuevos problemas, de usar la lógica en nuevas situaciones y de identificar patrones.
2. Bill Gates solo asistía a las clases en las que no estaba inscrito
El cofundador de Microsoft ha demostrado que siempre es bueno esforzarse por ampliar nuestro conocimiento. Cuando estudiaba en Harvard, no asistía a las clases en las que estaba inscrito y, en su lugar, se presentaba a aquellas en las que no lo estaba.
“Esto funcionó de una manera divertida cuando el examen final de la clase de combinatoria (a la que me inscribí) se realizó en el mismo lugar que mi clase de estudios del cerebro (a la que asistí y no me inscribí). Mis amigos de estudios del cerebro pensaron que era muy extraño que me sentara en el lado equivocado”, contó.
3. Virginia Woolf escribía de pie
Escribir no tiene por qué ser una tarea sedentaria. La talentosa escritora inglesa que nos trajo obras como La señora Dalloway o Una habitación propia, tenía un escritorio tan alto que debía trabajar de pie. Hay estudios que demuestran que evitar el sedentarismo puede aumentar el poder cerebral y la creatividad, ya que parece ser que pensamos mejor de pie que sentados durante horas.
4. Nikola Tesla se masajeaba los dedos de los pies
El ingeniero a quien le debemos inventos como la radio o el control remoto tenía una forma muy particular de estimular su cerebro. Todas las noches, Tesla solía apretar 100 veces los dedos de sus pies para estimular sus células cerebrales. Esta práctica, ahora conocida como reflexología, se basa en la teoría de que las zonas del pie están ligadas a los órganos y sistemas del cuerpo.
5. Leonardo da Vinci evitaba dormir más de dos horas
Se dice que el aclamado pintor no dormía más de dos horas al día repartidas en siestas de quince minutos. De esta forma, Da Vinci podía ganar seis horas extra de productividad al día. Esta técnica para dormir se conoce como sueño polifásico, y desde el siglo pasado, ha sido una forma en la que las personas intentan disminuir el tiempo que pasan en la cama.
Aunque esta forma de descanso puede ser beneficiosa para evitar la somnolencia cuando no ha quedado más remedio que no dormir por la noche, la privación del sueño realmente disminuye la productividad y causa problemas de salud.
6. Beethoven tomaba 60 granos de café y se mojaba la cabeza
El café es un gran aliado para mantenernos enfocados en una tarea, pues se ha comprobado que esta bebida puede aumentar nuestra capacidad de concentración y resolución de problemas. Y para Beethoven, parte de su ritual de preparación para ponerse manos a la obra consistía en contar exactamente 60 granos de café para lograr la taza perfecta.
Además, cuando estaba trabajando solía mojarse la cabeza con agua fría, probablemente para contrarrestar la circulación excesiva de la sangre en la cabeza provocada por su trabajo mental.
7. Agatha Christie comía manzanas mientras se bañaba
Para la reina del crimen, caminar o bañarse eran cosas aburridas. Por lo tanto, la autora prefería planear sus historias mientras hacía otras tareas. Por ejemplo, al bañarse pensaba mientras comía manzanas e iba alineando los corazones de la fruta en el borde de la tina. Incluso se le ocurrió una obra de teatro, La telaraña, lavando los platos. “El mejor momento para planificar un libro es mientras lavas los platos”, aseguraba.
De hecho, alrededor del 72 % de las personas tienen ideas creativas en la ducha, ya que el ambiente relajado permite que la mente divague libremente.
8. Thomas Edison se despertaba de repente
Para Edison dormir era una pérdida de tiempo, por lo que procuraba no dormir más de cuatro horas al día. Se cuenta que para recuperarse de sus largas jornadas de trabajo, dormía la siesta sosteniendo una bola de metal para despertarse apenas se quedara dormido.
Según un estudio, el estado entre la vigilia y el sueño es un punto ideal para la resolución de problemas. Se encontró que quienes tomaron una siesta y fueron interrumpidos durante la primera fase del sueño fueron tres veces mejores para encontrar la clave oculta del problema que aquellos que permanecieron despiertos.
9. Charles Dickens solo dormía mirando al norte
El escritor que nos trajo al famoso Oliver Twist procuraba dormir mirando hacia el norte, pues estaba convencido de que de esta forma su escritura mejoraría. Puede que le haya funcionado como efecto placebo, ya que en realidad dormir ubicado hacia el norte puede provocar dolores de cabeza y, por ello, lo mejor es que la cabeza apunte hacia el sur.
10. Igor Stravinsky se paraba de cabeza
Es común que alguna vez todos pasemos por un bloqueo creativo, pero el famoso compositor tenía un truco para mantener su creatividad por los aires. Se paraba de cabeza por unos cuantos minutos, pues aseguraba que de esta forma se despejaba el cerebro. De acuerdo con los practicantes de yoga, esta postura, llamada sirsasana en sánscrito, ofrece claridad mental y energía renovada, ya que devuelve la sangre al corazón y al cerebro.
11. Steve Jobs lloraba por cualquier cosa
El creador de Apple lloraba sin parar cuando estaba frustrado, pero también cuando estaba feliz. De acuerdo con las personas que trabajaron con él, era una persona muy sensible. El llanto nos permite liberar el estrés y el dolor emocional, lo cual es importante, ya que el estrés altera el funcionamiento del cerebro afectando la cognición, la capacidad de atención y la memoria.
¿Qué es eso que no puede faltar para ponerte en acción todos los días? ¿Cuál crees que es el secreto para que algunas personas lleven su intelecto hasta el infinito?