14 Usuarios que solo querían descansar en vacaciones, pero la vida tenía otros planes
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Es muy importante el rol que asumimos como padres en la etapa escolar de nuestros hijos. La forma en que los acompañemos condicionará en gran parte el modo en que ellos transiten este momento tan importante de sus vidas. Es aquí donde comienzan a perfilarse como futuros adultos, de allí que tengamos que estar a la altura y sacar a relucir nuestra mejor versión. Mira estos consejos, pronto será tu oportunidad de ponerlos en práctica.
Los niños siempre buscan la aprobación de sus padres y es perfectamente normal que nuestro primer impulso sea abrazarlos y decirles que son los mejores del mundo. Sin embargo, aunque el elogio siempre es positivo porque contribuye al desarrollo de la autoestima, sobreelogiarlos podría ser contraproducente.
Por ejemplo, no es lo mismo decirle a una niña “eres una reina, la mejor del colegio” que decirle “qué bien lo estás haciendo, eres muy inteligente”. Evita las comparaciones, esto puede llevar a que ellos todo el tiempo estén compitiendo. Si piensan que siempre tienen que ganar, cuando esto no ocurra se sentirán muy frustrados.
Controla tus emociones a la hora de comunicarte con tus hijos. No hay por qué gritar o discutir, tú eres la persona adulta y debes manejar tu temperamento. Conversa con ellos con tranquilidad, pregúntale cómo está, por qué cree que pasó lo que pasó. Este tipo de comunicación respetuosa y directa evitará problemas futuros y traerá paz a casa.
Intenta siempre ponerte en el lugar de ellos, ¿cómo te sentirías si tuvieras su edad y reprobaras una materia? Haz memoria, seguramente te ha pasado a ti alguna vez y hubieras agradecido mucho la comprensión de tus padres.
No es lo mismo ser la autoridad de la casa, que ser autoritario. Puedes delimitar reglas para tus hijos de manera amena, acompañando y dándoles seguridad. Debe haber un tiempo claro para las responsabilidades y para el ocio.
Es absolutamente normal que los adolescentes quieran hacer las cosas a su manera. Por eso los padres deben saber establecer límites sin coartar la libertad o las opiniones de sus hijos. Por ejemplo, establecer horarios para la comida, los descansos y el juego sirve para darle al niño un sentido de estabilidad y seguridad.
Los límites fijados por los padres hacen que un niño madure y entienda que no siempre se puede hacer lo que él quiera, lo cual le permitirá desarrollar su paciencia.
Como padre, tienes ciertas expectativas puestas en tus hijos, ya que quieres lo mejor para ellos. Esto debes transmitírselo de manera que se motiven a progresar y aprender. Por eso, cuando obtienen una buena nota, por más que no sea la mejor de todas, reconócelo, pero no con cosas materiales sino con tiempo compartido u otro tipo de recompensas. Así ellos crecerán con confianza y autoestima alta, preparados para los retos de la vida.
Conocer la escuela a la que asiste tu hijo es fundamental. Identifica cuáles son sus métodos para enseñar y evaluar. Entérate, además, de qué asignaturas tiene tu hijo y cuáles son sus formas a la hora de estudiar. También es importante que trates de ir a todas las reuniones de padres, así podrás conversar con las personas que educan a tu hijo día a día. Con toda esta información, será más simple comunicarse cuando haya algún problema.
Las condiciones para poder pensar y estudiar son importantes. Idealmente, debe ser en una mesa o escritorio ordenado y limpio. Puede ser un sitio especial de la casa o en la habitación de tus hijos. Si las distracciones están lejos, mejor aún. El sitio debe generarle ganas y concentración.
Puedes coordinar con tu hijo un horario fijo del día para resolver las tareas o estudiar. En lo posible que no sea de noche, ya que ambos estarán desmotivados y cansados. Tampoco tiene sentido que estos períodos sean muy extensos, porque no habrá atención ni motivación que resista. Debes ser realista, el descanso también es importante. Si todo es equilibrado, habrá menos problemas.
Las tecnologías no son el problema, sino el uso que se les dé y la función que cumplan en el proceso de aprender. Si el celular y la tableta lo acercan a contenidos educativos o aplicaciones académicas y le ayudan a resolver problemas, esto es positivo.
Bien usadas, las nuevas tecnologías pueden ser de mucha ayuda, ya que hacen que diversos materiales y conocimientos que hace un tiempo eran difíciles de ubicar hoy se hayan vuelto muy accesibles. Como adulto, tú puedes supervisar el uso adecuado de estos aparatos.
Supervisar es una cosa, hacerle las tareas, otra. Tu responsabilidad es la primera: debes acompañarlo, estar cerca por si surge algo, pero quien debe solucionar las cosas es tu hijo, no tú. Si en algún momento, por cansancio o por el motivo que sea, accedes a hacerle una tarea, estarás interviniendo en el proceso de aprendizaje. Los niños deben poder hacer sus tareas por su propia cuenta.
Los adultos deben dar el ejemplo porque los niños tienden a imitar a los más grandes. Si eres responsable y cumples con tus deberes diarios, inevitablemente estarás transmitiendo un mensaje a tus hijos. Sumado a esto, puedes cultivar todo tipo de buenos hábitos en ellos como, por ejemplo, la lectura o el cuidado de una mascota. Siempre piensa que no es lo que dices, sino lo que tus acciones le muestran a tu pequeño.
Los adolescentes, debido a la época que transitan, tienden a preocuparse mucho por el estatus que tienen y el respeto o autoridad con la que se los trata. Buscando convertirse en adultos, pueden rechazar aquello que les haga sentir como niños.
Al compartir información con tus hijos, si intentas tratarlos como si fueran adultos, al igual que tú, será más fácil que puedan asimilarla. Estarías dándoles el lugar que ellos están buscando sin hacerlos sentir que son unos pequeños que necesitan ayuda.