12 Secretos detrás de la escena del ballet que demuestran que los bailarines son superhumanos
El ballet es una de las danzas más sorprendentes que existen. La destreza y elegancia que tienen sus bailarines sobre el escenario puede dejarnos completamente boquiabiertos. Pero detrás del telón también tienen varios trucos y talentos desconocidos para el resto de los mortales que pueden llegar a impactarnos mucho más.
En Genial.guru, descubrimos algunas maravillas secretas tras la escena del ballet y quisimos compartirlas contigo para que puedas sorprenderte tanto como nosotros.
1. Dedos de los pies con más fuerza que Superman
Para poder mantenerse perfectamente equilibradas sobre las puntas de sus pies, las bailarinas no solo se valen del apoyo que les proporciona la estructura de sus zapatillas. También entrenan intensamente por años con el único fin de fortalecer sus dedos y hacerlos capaces de sostener su peso durante varias horas. Mientras están en punta, todos los músculos de sus pies están comprometidos activamente y, de hecho, su dedo gordo del pie carga un peso equivalente al triple de su cuerpo.
A través de extenuantes ejercicios que pondrían a prueba la condición física de cualquier mortal, las profesionales de la danza logran desarrollar hasta el más pequeño de sus músculos. Solo así pueden conseguir el perfecto equilibrio y resistencia necesarios para brillar en el escenario como si no les tomara casi nada de esfuerzo.
2. La perfección puede costar algunas lesiones
Difícilmente veremos a un bailarín o bailarina reflejar molestia durante alguna presentación, pues “el show debe continuar”. Sin embargo, las lesiones son algo frecuente. Según comenta Víctor Ullate: “El ballet es una formación del cuerpo, aunque también habría que llamarlo deformación. Todo es muy antinatural por las posturas que hay que hacer”.
Estos daños, grandes o pequeños, deben ser atendidos con mucho cuidado por profesionales de la salud. El doctor Casal Grau explica que “el bailarín es un atleta, por lo que tiene que ser una persona sana, con un peso adecuado y tiene que estar muy bien entrenada”.
3. Deben tener cualidades casi de otro mundo
Las niñas que quieren dedicarse a este arte de manera profesional son medidas al entrar al conservatorio, en donde se da preferencia a quienes tengan una buena estructura ósea. Pero solo con gran disciplina y dedicación lograrán cumplir su sueño. Durante su estancia estudiantil, deben cumplir con intensos entrenamientos que dan como resultado un cuerpo sumamente fuerte.
Con el paso del tiempo, también adquieren una gran flexibilidad, especialmente en la espalda y la cadera. Su postura debe ser siempre excelente, sin exagerar las curvaturas naturales del cuerpo. A la vez, su cadera debe estar abierta y tener la capacidad para permitir la apertura de las piernas. Entre muchas otras cualidades que requieren gran dedicación para desarrollarse.
4. Los bailarines pueden cargar hasta 1000 kilogramos
Tal como lo lees, a lo largo de una sola presentación, un bailarín de ballet puede llegar a cargar hasta 1000 kilogramos con sus propias manos. Y es que entre acto y acto, tendrá que levantar a una bailarina ¡al menos unas 200 veces! Esto sin tener en cuenta el gran esfuerzo necesario para ejecutar el resto de su danza a la perfección. ¿Quién se atreve a decir que el ballet no es una tarea dura?
5. Una escoba en el periódico
Esta inusual frase es, en el mundo del ballet, una de las peores que se le pueden decir a un bailarín. Significa algo así como que “por tener dos pies izquierdos, en lugar de flores, recibirá una escoba envuelta en periódico” al terminar la presentación.
En algunas compañías muy tradicionales, incluso se lleva a lo literal y, durante la ovación del público, al bailarín que haya equivocado los pasos, se le arroja una escoba envuelta en periódico en lugar de un ramo de flores. Con este sarcástico regalo, el intérprete no solo podrá limpiar el escenario una vez que todos se hayan ido; también, quizá, pierda las ganas de cometer errores la próxima vez.
6. Cientos y cientos de zapatillas
Puede sonar exagerado, pero una bailarina profesional puede llegar a cambiar su par de zapatillas hasta unas 300 veces a lo largo de un año. Esto debido a que las largas sesiones de ensayo y las extenuantes presentaciones suponen un daño mayúsculo para estas piezas de calzado, por lo que deben cambiarlas y prepararlas para su uso frecuentemente.
En una semana, una bailarina puede usar y desechar hasta tres pares de zapatillas, e incluso hay ocasiones en las que un solo par se estropea antes de finalizar una presentación. Trata de imaginar cómo sería si pudiéramos reunir las zapatillas necesarias para una década de carrera en la misma habitación, ¡sería una pila monumental!
7. Una prenda más compleja de lo que parece
Los hermosos tutús que utilizan las bailarinas parecen prendas sencillas y muy ligeras. Sin embargo, casi nos caemos de la silla cuando supimos que, para coser un tutú de ballet, se necesitan entre 13 y 16 metros de tela de tul. Por si fuera poco, su elaboración puede llegar a tomar hasta 2 días enteros de trabajo, o incluso más. Nunca volveremos a ver la ropa de las bailarinas de la misma manera.
8. Hasta 5000 horas de ensayo
Una presentación de ballet dura, en promedio, cuatro horas, pero puede tomar hasta 5000 horas de ensayo y preparación de todo tipo antes de llegar a su estado final sobre el escenario. Y es que tanto los bailarines y bailarinas como todo el equipo involucrado trabajan muchísimo tras el telón para poder presentarnos un espectáculo perfecto y sorprendente.
9. Son grandes voladores
Si pudiéramos sumar la altura de todos los saltos realizados por los bailarines a lo largo de una presentación, descubriríamos que son capaces de levantarse hasta un total de 274 metros usando solamente la fuerza de sus piernas, lo cual es casi tan alto como la Torre Eiffel.
Si además tomáramos en cuenta el tiempo total que permanecen suspendidos en el aire durante todos esos saltos, podríamos descubrir que, efectivamente, los bailarines de ballet son lo más cercano que existe a humanos que vuelan sin ayuda de máquinas.
10. Tienen un alto umbral del dolor
Como resultado de sus intensos entrenamientos, los bailarines desarrollan una gran capacidad para resistir el dolor cotidiano del arte que practican. Usar zapatos de punta durante tantas horas puede ser muy doloroso, al igual que los músculos duelen después de practicar por tanto tiempo.
Por eso se dice que los bailarines de ballet tienen una tolerancia al dolor tres veces mayor que la de los civiles comunes y corrientes. Un pequeño dato curioso es que, además, deben mantener largas las uñas de sus pies para prevenir las uñas encarnadas y evitarse un poco de molestia adicional.
11. Los vestuarios no siempre fueron ligeros
Cuando comenzaron las representaciones de ballet, era difícil para los bailarines moverse por el escenario, ya que usaban atuendos sumamente pesados y ornamentados. Pero la bailarina Marie Camargo cambió eso en el año 1720 al acortar su vestido para que no cubriera sus tobillos.
Esa decisión cambió el mundo de la danza para siempre, puesto que la nueva ligereza del vestuario permitió que se hicieran movimientos de mayor complejidad. Actualmente, los vestuarios largos solo se usan para representaciones específicas, pero se cuida mucho que sean de una tela ligera para dar a los bailarines libertad de movimiento.
12. Las mujeres no podían bailar ballet
El ballet existió durante más de un siglo antes de que las mujeres pudieran participar en él. Y no fue sino hasta el año 1681 que se les permitió bailar en público por primera vez. Antes de eso, era completamente mal visto que una mujer pisara un escenario. En aquel tiempo, los papeles femeninos en las representaciones eran interpretados por hombres jóvenes que se preparaban exhaustivamente para hacerlo lo mejor posible.
Lo curioso de todo esto es que, con el paso de los siglos, la restricción se invirtió y la sociedad adoptó el estereotipo de que la danza era una “cosa para chicas”. Así que ahora tenemos historias como la de Billy Elliot, quien tuvo que luchar muchísimo para cumplir su sueño de bailar. Menos mal que esas ideas ya van quedando cada vez más fuera de uso.
Ahora que sabes todo esto, ¿crees que podrías dedicarte al ballet?