12 Costumbres de la Antigua Roma que, si no estuvieran escritas en los libros de historia, no creeríamos posibles

hace 1 año

Imaginemos que existe una máquina del tiempo que te permite viajar a una época que creías conocer, pero al llegar, nada es como te lo contaron. Esto es lo que más o menos podría pasar si pudieras viajar al floreciente Imperio romano, puesto que la historia muchas veces ha sido manipulada por quienes la han contado. Hoy en día, agradecemos a los historiadores por darnos su versión de los hechos, la cual, además de ser real, resulta emocionante.

En Genial.guru recopilamos para ti 12 hechos que pasaron en la Antigua Roma, los cuales pueden parecer tan extraños en la actualidad que suenan como meras anécdotas.

1. El tierno significado del nombre “Calígula”

Cayo Julio César Augusto Germánico, mejor conocido como Calígula, fue uno de los 12 césares que gobernaron el antiguo Imperio romano, y es ampliamente recordado por haber sido un emperador “loco” e incluso cruel. Dada su infamia, uno podría relacionar su apodo con todo, menos con algo tierno o lindo. No obstante, este le fue otorgado por sus padres. Desde que el emperador tenía apenas tres años, su destino era claro. Sus papás lo vestían como un soldado, poniéndole incluso unas botas de guerra en miniatura. Ver a un niño tan pequeño luciendo tal atuendo debe haber sido algo divertido y tierno, por lo que, desde esa edad, siempre llevó el apodo Calígula, que literalmente se traduce como “Botitas”.

2. El emperador que dejó de gobernar para seguir sus sueños

© ZazaSRB / Wikimedia Commons, Album Online / East News

Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto, un emperador de orígenes humildes que fue conocido por construir una “nueva casa para el Imperio”, decidió retirarse de su cargo después de 20 años de gobernar para finalmente seguir sus sueños de cultivar vegetales en su pueblo de origen.

Gracias a su personalidad fuerte, su energía y su genio para la administración, Diocleciano, hijo de un esclavo liberado, logró hacer una carrera en el ejército romano. Su desempeño en este fue tan notorio que, cuando alcanzó el rango máximo, se predijo que sería emperador algún día. Eso fue efectivamente lo que pasó cuando el gobernante anterior a él falleció.

A partir de entonces, Diocleciano hizo un gran trabajo como emperador, pero luego de 20 años, decidió abdicar y convertirse en agricultor. Tiempo después, cuando uno de sus cogobernantes iba a volver a la política, le sugirió que hiciera lo mismo, pero Diocleciano le respondió: “Si pudieras ver el estado de mis coles, entenderías la imposibilidad de tu sugerencia”.

3. La orina era mucho más valiosa de lo que podríamos haber imaginado

Durante el siglo I d. C., de la mano del emperador Nerón surgió el impuesto a la eliminación de orina, denominado Vectigal urinae. El decreto fue derogado poco tiempo después; sin embargo, este impuesto fue retomado por Vespasiano en el año 70 d. C., con la diferencia de que, esta vez, recayó en el transporte de la orina.

En la Antigua Roma existían los “pozos ciegos” en los urinarios públicos, donde los desechos líquidos eran recolectados y posteriormente vendidos para distintos procesos químicos como el curtido de cuero, la producción de ropa de lana y la lavandería. Estas actividades resultaban altamente rentables para quienes transportaban y vendían la orina. Por ello, el emperador decretó tal impuesto.

4. El caballo con el rango más alto en Roma

akg-images/EAST NEWS

En uno de los tantos episodios de “locura” del emperador Calígula, se dice que planeó nombrar a su caballo, Incitatus, cónsul, e incluso enviaría invitaciones en nombre del animal al resto del senado a banquetes donde lo encontrarían vestido con mantas violeta y adornado con collares de piedras preciosas.

Según el historiador Dion Casio, el caballo incluso contaba con sus propios sirvientes y era alimentado con avena mezclada con pequeños copos de oro. De acuerdo con él, otro título que el animal tuvo fue el de sacerdote.

Más tarde, investigaciones revelaron que el caballo nunca fue realmente nombrado cónsul, pero se dice que el lujoso trato que tuvo fue parte de una elaborada broma de Calígula con el objetivo de ridiculizar al senado. Más que una señal de locura, esta era una sátira que implicaba que incluso un animal podía hacer el trabajo de un senador.

5. El peculiar uso que se les daba a las gallinas en la Antigua Roma

Los romanos tenían la tradición de “predecir” si la fortuna de un pelotón militar sería favorable o no con gallinas. En aquellos tiempos, las aves que servirían como oráculos eran cuidadosamente criadas por sacerdotes, de ahí que se las denominara “Gallinas sagradas”.

La manera más común de descifrar los designios que revelaban las gallinas era examinando cómo se comportaban cuando se les presentaba comida. Si comían de buen grado, se auguraba una campaña exitosa. Si rechazaban los alimentos, en cambio, nada bueno les esperaba. Si esto pasaba, todos los planes se abandonaban.

6. Las monedas servían para más que pagar cosas

Las primeras monedas romanas, las cuales surgieron en el siglo IV a. C., mostraban los rostros de distintos dioses en una cara, e imágenes de animales, símbolos y la naturaleza en la otra. No fue hasta el año 44 a. C. que se plasmó la cara de una persona en ellas. El primero en aparecer en las monedas fue Julio César y, a partir de entonces, todos los gobernantes empezaron a hacer lo mismo.

De hecho, esta comenzó a ser la manera más simple de comunicar quién estaba gobernando en ese momento, dado el bajo nivel de alfabetización de la época. Cada vez que llegaba un nuevo emperador, se descontinuaba el diseño de la moneda del momento y se la cambiaba por una con el rostro del gobernante actual. En una cara se plasmaba al emperador, y en su reverso sus más grandes hazañas y aspiraciones.

7. Aún podemos ver la influencia romana en el calendario

El calendario moderno tiene sus raíces en el calendario romano, específicamente el que fue creado por Julio Cesar. Cuando comenzó a gobernar, el emperador se dio cuenta de que el calendario necesitaba una reforma; debido a que este seguía el ciclo lunar, había desfases con el paso de las estaciones.

Fue entonces cuando, bajo el consejo del astrónomo Sosígenes, creó un calendario alineado con el ciclo solar, en el que el año comenzaba en enero, en lugar de en marzo, y al que se le añadiría un día a febrero cada cuatro años, implementando así el año bisiesto. Como fueron los romanos quienes crearon este calendario, las denominaciones de los meses fueron escogidas para honrar a sus dioses y gobernantes. Por ejemplo, tras la muerte de Julio César, se cambió de nombre al mes “Quintilis” por “Iulius” (julio), y se hizo lo mismo con el mes “Sextilis”, que cambió a “Augustus” (agosto) por su sucesor, Augusto César.

Posteriormente, se descubrió que un error de cálculos habría añadido 10 días al calendario para mediados del siglo XV, por lo que se eliminaron los días extras y se instauró el calendario gregoriano, que corregía los errores del juliano, pero que conservaba sus principios.

8. Comían carne podrida

Los romanos tenían una dieta muy variada (quienes podían permitírsela, claro). Entre algunos de los alimentos que consumían de los que se tiene registro se ha encontrado que a menudo gustaban de platillos agridulces, para los que utilizaban miel para endulzar y pescado fermentado para lo agrio. A estas preparaciones les agregaban muchas salsas y condimentos, con la esperanza de esconder el sabor a carne podrida.

9. El origen del nombre de uno de los filósofos más famosos

Muchos apodos y apelativos de emperadores y figuras públicas de la Antigua Roma se debían a un específico tipo de folclore y para expresar la opinión general que se mantenía sobre esa persona. Los que han sobrevivido hasta nuestros tiempos lo han hecho gracias a historiadores y registros documentales históricos de aquellas épocas.

Pero el caso del filósofo Cicerón es muy particular, puesto que “Cicerón” no era un apodo propio, sino un cognomen, que básicamente se trataba de un apodo que pasaba de generación en generación. En su familia, el primero que lo recibió fue uno de sus ancestros, el cual tenía una característica física especial: una verruga en la punta de la nariz parecida a un garbanzocicer en latín.

10. La comida podía ser un indicador de estatus social

En la Antigua Roma, la carne, especialmente el cerdo y el pescado, era un artículo bastante costoso. Por eso, la mayor parte de la población sobrevivía con una dieta a base de cereales y vegetales como trigo, cebada, garbanzos, lentejas, lechuga, col, entre otros. De hecho, los banquetes como forma de entretenimiento eran una práctica exclusiva de la élite de la sociedad, y una buena forma de demostrar y presumir la riqueza y el estatus.

11. Los romanos inventaron la comida callejera

Análisis arqueológicos de ciudades como Ostia Herculano revelaron que puede que los romanos hayan inventado lo que hoy conocemos como comida callejera. En estas zonas se han hallado sitios similares a tabernas, que pudieron ser el equivalente a un puesto de comida con un horno para preparar y vender alimentos a los transeúntes. Estos lugares eran ideales para comprar comida de paso, dado que apenas tenían espacio para que los comensales pudieran comer en el establecimiento.

12. Los romanos de clase alta tenían una dieta que podría resultar escandalosa para los estándares actuales

La dieta de los miembros de la clase acomodada de la Antigua Roma podía ser muy variada, incluso extravagante. Investigaciones apuntan a que algunos animales exóticos como flamencos, loros y cigüeñas formaban parte de la alimentación de los romanos de clase alta. Además, se dice que la comida era de los grandes placeres de esta sociedad, y que muy rara vez se utilizaban cubiertos. En su lugar, las personas comían con las manos desnudas.

¿Si pudieras viajar en el tiempo, a qué época irías? ¿Por qué?

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