13 Historias sobre profesores que dan ganas de huir a África con los cocodrilos antes que asistir a sus clases

hace 2 años

Por supuesto, siempre hubo y siempre habrá profesores realmente excelentes que aman tanto su materia como a los alumnos. Pero existen desafortunadas excepciones: docentes que hicieron sufrir a más de una generación de estudiantes. Y sus prejuicios y el hecho de tener alumnos favoritos es solo el comienzo.

En Genial.guru encontramos historias de alumnos y de padres que sufrieron con tales profesores. Afortunadamente, muchos de los protagonistas de esta selección salieron del enfrentamiento con la frente en alto.

  • Octavo grado. Estaba enamorada de un chico. Él se enteró y empezó a fastidiarme. Un día estaba caminando y me empujó. Grité muy fuerte: “¡Déjame en paz!”, y agregué algo de blasfemia. Lo escuchó la profesora. Me agarró del brazo y me arrastró por el pasillo. Le expliqué lo que había sucedido, pero ella me hizo escribir una carta abierta disculpándome por usar palabrotas. Este incidente me mostró cómo tratan a los niños los adultos. También me di cuenta de que podía usar el poder de la palabra: esa carta resultó una verdadera obra maestra. © Michelle Martin Corson / Quora
  • Recuerdo cuando empezaron las clases de astronomía en la escuela. Fue interesante: perihelio, ascenso, todo eso. Iba aprendiendo rápido, en el primer examen resolví todo en 10 minutos y me puse a ayudar a los demás. Después de que todos en la clase obtuvieran al menos un 8, y yo fuera el único que obtuvo un 4 con la frase: “Obviamente hiciste trampa”, perdí el interés en la materia para siempre. © newList2018 / Pikabu
  • En tercer grado, fui castigado por tirarle a alguien una bola de nieve en la cara. Solo que no fui yo. Al principio, los adultos me trataban como a un bravucón, y cuando protesté, también me llamaron mentiroso. © Sean McKiernan / Quora
  • Había un profesor en la escuela que me hacía la vida imposible. Un día decidió hacer un examen. Por lo general, los maestros repartían las hojas con preguntas y vigilaban atentamente que no hiciéramos trampa. Pero ese día él simplemente repartió las hojas y salió del aula. Yo era un estudiante excelente y todos, por supuesto, corrieron hacia mí para ver las respuestas. Ya sabes: si delataba a mis compañeros, la clase me odiaría. Al día siguiente (como era de esperar), el profesor anunció que había descubierto un fraude masivo. Todos los que tomaron parte iban a ser castigados. También me castigó a mí diciendo que el que deja copiar tiene la misma responsabilidad que el que hace trampa. Recordando lo sucedido, me pregunto: ¿cómo supo que era yo? Ya que nunca me preguntó lo que había pasado. © Jeffrey A. Larson / Quora
  • En el último grado de escuela, era una alumna sobresaliente. La profesora de geografía se enteró de que tenía todas las notas perfectas y comenzó a fastidiarme. Me llamaba al pizarrón en cada clase, yo respondía todas las preguntas y ahí comenzaba: “¿Cómo se cultiva el arroz? ¿En qué mes florece el sakura?”. Al principio simplemente caí en estupor. Estaba hablando de la industria automotriz, y de repente me preguntaba sobre el arroz. Me acerqué a ella después de la clase y le pregunté directamente cuál era el problema. Ella, naturalmente, afirmó que no había ningún prejuicio. Solo que en la siguiente clase, saqué un 6 en un examen escrito correctamente porque le pareció que la tinta del bolígrafo era celeste en lugar de azul. © sungoesdown / Pikabu
  • Una vez saqué un 2 por mi trabajo de inglés, aunque ese día ni siquiera estaba en la escuela. © Tatiana Sugorova / Facebook
  • Por alguna razón, no le caía bien a la profesora de historia. Se la agarraba conmigo por nada. Anotábamos todo lo que decía en la clase e inmediatamente me pedía que me levantara y volviera a contar el resumen de 5 páginas. Mejor dicho, todo lo que habíamos anotado en media hora de clase. Y tenía que decirlo palabra por palabra. Los compañeros de clase trataron de defenderme, pero ella exclamó que si volvía a escuchar un solo chillido, nos pondría un dos. Al final, dejé de levantarme y bostezaba, mirándola a los ojos. Estaba furiosa, me ponía un dos cada clase. Pero después de que le dije que sus calificaciones no afectarían para nada mi vida futura y que si quería me podía poner incluso un uno, la maestra de alguna manera se calmó. Y en el certificado terminé con un 8 en historia. © Inni Kim / Facebook
  • En primer grado, pasé mucho tiempo internado en el hospital. Allí leí mucho y simplemente me fascinó Albert Einstein. Mi madre me regaló el libro El universo de Einstein. Tenía 6 años, así que había muchas cosas que no lograba entender y era muy chiquito para darme cuenta de que la mayoría de los adultos tampoco las entendían. Entonces regresé a clases y comencé a preguntarle a la profesora las cosas incomprensibles del libro. En lugar de decir: “No sé”, se enojaba y me echaba al pasillo. Sí, me castigaban por hacerle preguntas a la profesora. © Leslie Cage / Quora
  • Mi amigo me pidió en el recreo que lo dejara copiarse. Entregamos los cuadernos, a él le pusieron un 8 y a mí un 4. Me quedé boquiabierta. Mi amigo era el alumno favorito de la profesora. Como resultado, le dije que no era justo y que teníamos que contarlo todo. La maestra corrigió las calificaciones: a él le puso un 6 y a mí un 4. © one.oldpc / Pikabu
  • Les desagradé a muchos profesores incluso antes de poder causar impresión alguna. Mi hermana mayor era una estudiante perfecta. Educada, tímida, una alumna excelente. En comparación con ella, yo era una decepción con mis habilidades promedio. Mi hermano, por su parte, faltaba a clases e insultaba a los compañeros. Sus antiguos profesores desconfiaban de mí. Ninguno de ellos pensó que yo podría ser simplemente yo mismo, una persona diferente. Nuestra familia se mudó a otra ciudad cuando tenía 15 años. Y nunca más tuve ese tipo de problemas con los profesores. © Scott Barthel / Quora
  • Tuve una profesora “especial” de dibujo técnico. Yo dibujaba con mucho cuidado y correctamente, pero ella no me ponía notas que superaran un 8. Un día me quejé con mi mamá y ella me dijo: “¡Entonces no te estás esforzando lo suficiente!”. Emocionada, le dije: “¡Bueno, entonces haz tú mi tarea, demuestra que puedes hacerlo mejor!”. Mi madre, que era una dibujante profesional con 30 años de experiencia, que había dibujado un millón de proyectos, decidió darme una lección y dibujó mi tarea por mí. ¡Al día siguiente le mostré el cuaderno decorado con un 6! Desde entonces, mamá no tuvo más preguntas. © Alya Kashina / Facebook
  • Era una alumna sobresaliente. Y luego apareció una profesora de historia a la que no le caía bien por alguna razón que solo ella entendía. Constantemente trataba de bajarme las notas. Una vez me llamó al pizarrón y me preguntó cuándo había nacido Catalina la Grande. Dije el año. Y me pidió que dijera el mes. Dije el mes. Entonces me pidió que dijera la fecha. Le dije en qué fecha había nacido. ¡Entonces preguntó qué día de la semana era! Ahí sí me pudo atrapar: nadie lo sabía. Después de esa situación, sin pensarlo dos veces, fui con el director y le dije que a partir de ese día iba a tomar clases de historia en casa de manera particular. © Victoria Golubovskaya / Facebook
  • Hay personas que tienden a clasificar a una persona después de conocerla por primera vez. Así era mi profesora de matemáticas. Nos mudamos a una nueva ciudad, nueva escuela, todo era nuevo. Era el primer día de clases. La primera clase era de matemáticas, e inmediatamente me llamaron al pizarrón. Por supuesto, estaba un poco confundida. “Todo está claro contigo, tienes un 8”, concluyó la profesora. Y no importaba lo que hiciera a continuación, siempre me ponía un 8 diciendo: “Está copiado, sin resolver completamente, hay errores”. Y yo necesitaba tener buenas notas en matemáticas para mi futura admisión, así que decidí esforzarme. La profesora apretaba los dientes mientras me ponía 10 en una pequeña columna del boletín. Imagínate mi asombro cuando me anunciaron un 8 de promedio a mitad de año. ¿Cómo puede ser? Mi amiga y yo corrimos para ver el boletín, y había varios 8 en las columnas libres entre mis calificaciones. Estaba tan sorprendida que ni siquiera dije nada. Aun así, aprobé el examen de ingreso a la universidad con un 10. © Maya Bell / Facebook

¿Qué historias de injusticia escolar conoces tú?

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Que te hagan pagar por lo que no hiciste sin dejarte explicarte o sin creerte es tan injusto...

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