13 Veces que una cita fue más desastre que romance

Historias
hace 11 horas

Las citas tienen ese algo mágico: la emoción previa, las expectativas, las mariposas en el estómago... y a veces, el giro inesperado. Porque por más que todo parezca ir bien al principio, no hay garantía de que la historia termine como en una comedia romántica.

En este artículo, recopilamos 13 historias reales de personas que salieron con ilusión... y terminaron deseando estar en cualquier otro lugar.

  • Estaba en una cita. Al final de la cena, el hombre pidió que dividieran la cuenta. Fue inesperado, porque me había pagado el taxi y me había comprado flores. Vale, pensé. Saqué la cartera, pero me dijo: “Espera, aún no hemos decidido quién paga”. Luego despejó la mesa y colocó el codo, haciéndome saber que estaba a punto de producirse una vencida. Perdí y pagué por los dos. © Ward 6 / VK
  • Fui a una cita. Nos vimos, paseamos, nos sentamos en el parque. Dijo que saldría a traernos algo bonito. Al final, el chico se ausentó durante 40 minutos, yo ya estaba a punto de irme. Sin embargo, regresó y despreocupadamente dijo: “Lo siento. Mi tía vive cerca y me invitó a cenar gratis. Vivo en una residencia universitaria, la cena escasea, así que no podía perderme semejante oportunidad”. © Cámara 6 / VK
  • Un chico me invitó a salir al parque. Afuera hacía calor y yo tenía una sed terrible. Mientras me compraba un refresco, le pregunté si él también necesitaba algo. Me miró como si estuviera enferma y gritó: “¡No puedo hacerlo! Mi madre no me dejaría salir con una chica que bebe esas cosas”. Salió corriendo. Tiene 27 años, vive solo y sus padres están en otra ciudad. Nunca había tenido una cita tan épica. © Caramel / VK
  • En nuestra primera cita, el chico me llevó a cenar a un restaurante. La ensalada que pedí llevaba tomates cherry. Le di un mordisco al tomate y su interior voló por los aires y aterrizó justo en el ojo del chico. A mí me pareció un fiasco, pero él se rio. De todos modos, tres meses después él y yo nos comprometimos. © Leslie Hammer / Quora
  • Conocí a un chico, yo tenía 19 años. En la sexta cita me invitó a su casa de visita. Me arreglé y fui allí tan hermosa. Me dijo que ahora vendrían sus amigos. Bueno, está bien, pensé, probablemente quiere que me conozcan. Y entonces llegaron dos hombres de unos 50 años y una mujer de la misma edad. Y los cuatro empezaron a atraerme a su negocio de cosméticos. Nunca había huido tan rápido de una cita, e incluso con una pila de literatura introductoria. © Not Everyone Will Understand / VK
  • Había estado intercambiando mensajes con un chico durante 2 años. Finalmente llegué a su ciudad y me invitó a una cena en un restaurante elegante. ¡Estaba muy emocionada! Me puse unos aretes elegantes y me maquillé los ojos, cosa que, por cierto, no había hecho nunca. Me recogió y fuimos al restaurante. Y entonces me di cuenta de que había olvidado cambiarme de zapatos. Llevaba mis chanclas de baño. Encima, no eran lisas, eran de color morado brillante con flores. Durante toda la cena intenté esconder mis pies cruzándolos bajo la mesa, pero me sentí como una idiota todo el rato. En nuestra siguiente cita, antes incluso de subir al coche, el chico me miró los pies y me ruboricé horriblemente. Todavía me lo recuerda y se ríe de mí. © Harshita Muralidhar / Quora
  • En nuestra primera cita, el chico me llevó a un bar de sushi. Pero odio el pescado crudo, así que me llevé pollo para no pasar hambre toda la noche. Resultó que los dos no comimos ese sushi, pero íbamos constantemente al baño. Cuando volví del aseo de señoras, el chico me quitó un trozo de pollo de la blusa y dijo: “Mmm, pollo. Y yo tengo empanadas”. Así supe que era el destino. © SITUATION / VK
  • Quedamos en vernos en la estación de metro. Sin embargo, el joven no se dignó a venir. Pero aparecieron su madre, su padre y su tía. Querían verme. Y yo me preguntaba por qué unos desconocidos me miraban con tanta atención. © VividIcyMAri / Pikabu
  • En la segunda cita, el chico se compró calcetines de lana en un supermercado porque no estaba preparado para el paseo por el parque que habíamos acordado. Lo curioso es que los eligió con tanto cuidado, como si realmente quisiera dar un paseo, pero en realidad volvimos al coche y nuestra cita terminó ahí. © Oído / Ideer
  • Un chico guapo me pidió una cita. Quedamos, dimos un paseo y fuimos a un sitio de comida rápida. Nos sentamos en una mesa, el chico dijo que aquí hacían unos helados deliciosos, y me pedió que lo esperara. Volvió con un solo cucurucho, que empezó a comerse él mismo. También dijo: “¡Gracias, Nadia, por guardarme el sitio!”. © Cámara 6 / VK
  • Era nuestra primera cita: cena en un restaurante, paseo por la ciudad. El hombre me pidió un taxi premium, eligiendo pagar con su tarjeta bancaria. Se detuvo un lujoso Mercedes. Casi chillé de alegría. Nos despedimos, subí al taxi y por el camino oí: “El pago con tarjeta bancaria se cambiará por efectivo”. © Caramel / VK
  • Un colega me pidió una cita. Me peiné, me maquillé y me puse un vestido nuevo. Al principio vi que le gustaba mucho, pero poco a poco su entusiasmo empezó a decaer. Estábamos paseando por el parque y yo no entendía qué pasaba. Al cabo de una hora, se me acercó una anciana y me dijo: “Vete a casa, estás manchada y todo el parque te ve”. Me había bajado la regla y llevaba un vestido blanco. A mi colega le dio vergüenza decírmelo. Corrí a casa aterrorizada. Ahora no me llama y ni siquiera me saluda en el trabajo. © No todo el mundo lo entenderá / VK
  • Un chico me pidió una cita. Me llevó a un restaurante bastante caro, ordenó todo tipo de manjares. Genial, pensé, ¡qué romántico! Al final trajeron la cuenta, y entonces me quedé desconcertada: el galán me pidió el teléfono, pero no para llamar, sino para dárselo a una casa de empeños para pagar la cena. Me dio pena, le di el teléfono y, al cabo de un par de días, reunió dinero y recompró el teléfono. Pero nunca volvimos a vernos. © Oído / Ideer

Si algo nos dejan estas historias es la certeza de que no hay cita perfecta garantizada, pero sí muchas anécdotas para contar.

Hay quienes encuentran en sus lugares de trabajo, el sitio perfecto para recopilar alocadas anécdotas. Mira este artículo y quizás te puedas identificar con alguna.

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