13 Visitas a restaurantes que se salieron de control (y no fue por la comida)

Humor
hace 4 horas

La gente va a un restaurante por el ambiente, la buena comida y la oportunidad de relajarse. Pero no siempre se cumplen esas expectativas. A veces, una simple salida a comer termina convirtiéndose en toda una aventura.

  • Estábamos en un restaurante en París. Hicimos nuestro pedido, pero la comida nunca llegó. Al final, llamamos al encargado, quien fue a buscar a la mesera. Ella insistía en que ya nos había atendido, que nos habíamos comido todo y que solo queríamos estafar para conseguir una segunda cena gratis. El gerente nos creyó, pero la sensación fue como si nos hubieran acusado de cometer un crimen. © Abogada77 / Reddit
  • Encargué comida para llevar en la pizzería que está cerca de mi casa. Llegué 15 minutos después y el chico del mostrador me dijo: “Lo siento mucho, se nos olvidó preparar tu pedido. ¿Quieres cancelarlo o prefieres que lo hagamos ahora? Tardaría unos 10 minutos”. Como todavía tenía hambre, le pedí que lo prepararan y me fui a dar una vuelta por una tienda cercana. Volví un rato después, pregunté por mi pedido, y el mismo chico, con cara de pena, me dijo: “¿Te importaría esperar otros 10 minutos?” Después de eso, me quedé ahí parado esperando casi 20 minutos más. Al final, me descontaron dos dólares de una cuenta de diez como disculpa. Nunca volví a ese lugar. © spobodys_necial / Reddit
  • Fuimos a almorzar con mi esposo. El café estaba vacío. Aun así, nos hicieron esperar diez minutos antes de llevarnos a una mesa. Se acercó un mesero, tomó nuestro pedido, y nunca volvió. Mientras tanto, llegaron más clientes, y vimos al mesero sentarse con unos amigos, o al menos eso supusimos. Llamamos a otro mesero. Tomó nuestro pedido de nuevo y nos lanzó los platos con mala cara. Corté el pollo y me sorprendió que no empezara a cacarear o a saltar del plato, de lo crudo que estaba. Volvió el primer mesero, le mostré el pollo y puso los ojos en blanco mientras decía: “¿Quieres que lo meta al microondas?” Le expliqué que lo quería bien cocido, no recalentado. Agarró el plato y se fue. Nunca más regresó con mi comida. Mientras tanto, mi esposo abrió su panecillo... y encontró una uña postiza adentro. Intentamos llamar la atención de alguien para pagar, pero después de 15 minutos simplemente nos levantamos y nos fuimos. © Unknown author / Reddit
  • Mientras me cepillo los dientes, tengo la costumbre de aprovechar para limpiar el baño. Y eso me llevó a vivir una situación bastante graciosa. Entré a un restaurante para lavarme las manos y justo me llamaron por teléfono. Me distraje con la conversación y, sin pensarlo, agarré una toalla de manos y empecé a limpiar el espejo, el lavabo, el mueble y hasta el jabonero. La cara que puso la señora de la limpieza al entrar fue simplemente inolvidable. Me regañó por “quitarle el trabajo”. © Habitación N.º 6 / VK
  • La esposa de mi hermano me invitó a un show de stand-up. Me dijo: “Hace rato que no ves a tu hermano, aprovechen”. Bueno, llegué un poco antes. El restaurante estaba casi vacío, y todo un ajetreo alrededor del escenario: ajustando luces, sonido.
    Dije a nombre de quién era la reserva y me llevaron a la mesa. Todo bien, el lugar elegante, una mesita en una esquina con sillones para cinco personas, todo ya listo. Me senté a esperar.
    Se me acerca una mesera y pregunta:
    —¿Qué va a ordenar?
    —La verdad, no sé. Estoy esperando a los demás. Ya que lleguen, decidimos. Soy traductor, así que llegué temprano para checar cómo está todo: si es seguro, cómo es el servicio, el ambiente en general.
    La chica se fue, sin más. Pero al rato regresa la administradora, visiblemente entusiasmada: “¿Qué clase de invitados vienen? ¿De dónde vienen?”. Y yo, en lugar de decirle que estaba bromeando con lo del traductor, me dio pena desilusionarla y le digo: “Solo conozco a mi amigo que habla español, de los demás ni idea. Me dijeron que son esposas de unos extranjeros importantes”. Y la señora se fue toda nerviosa y entusiasmada. Cambiaron la vajilla, corrieron unas mesas cercanas. Me siento, me sonrojo y miro a mi alrededor, como si estuviera estudiando el ambiente. Cayó la noche y empezó a llegar la gente. Llamo a mi hermano y le digo: “Cuando lleguen, márcame. El restaurante está junto a un hotel de lujo en una zona de cabañas a las afueras. No es tan fácil encontrarlo”. Salgo a recibirlos, los acompaño, les explico todo. La esposa de mi hermano, fascinada con cómo todos estaban tan atentos, amables y delicados. Llegaron dos amigas más del trabajo, y todo el trato con el personal fue a través de mi hermano o de mí. Al final, pasamos una noche divertidísima, tanto nosotros como las chicas. Y el stand-up... pésimo. Un verdadero fracaso. © user5460142 / Pikabu
  • Fui a comer a una pizzería. Estaba disfrutando de una pizza deliciosa cuando, de pronto, irrumpieron unos adolescentes. Durante todo el tiempo que estuvieron ahí, no dejaron de gritar y reírse a carcajadas, como si estuvieran solos. Y encima dejaron todo hecho un desastre: salsa embarrada en la mesa, servilletas sucias por todos lados (en la mesa y en el suelo), vasos tirados con restos de bebida derramada. Me dio pena por las meseras, que claramente no sabían ni por dónde empezar a limpiar semejante desorden.
  • Una vez, paseando con la que ahora es mi esposa, entramos en el restaurante más elegante del momento. Todos nuestros amigos nos lo habían recomendado: “Les va a encantar, todo ahí es muy elegante”. Nosotros, ingenuos, pensamos: si dicen que es elegante, seguro será delicioso.
    Entramos: luces tenues, música suave, parecía un castillo medieval. Nos sentamos. Ella pidió panqueques con café. Llega el mesero. Me sirven mi plato y, de reojo, veo que a mi novia le colocan una olla en la mesa. De ahí, el mesero saca un “panqueque” con unas pinzas como de lavandería y empieza a agitarlo frente a su cara. Ella me mira como diciendo: “Haz algo, no entiendo nada”. Yo asiento, convencido de que así enfrían los panqueques para los clientes importantes. Ella, con un tic en el ojo, decide que no es correcto agarrarlo con las manos y toma el cuchillo y el tenedor. El mesero, sorprendido, dice: —¿Es su primera vez aquí? Eso es una servilleta caliente. Se toma con las manos, se usa y me la devuelve. Mi novia, dignísima, responde: —Lo sabía perfectamente. Solo quería probar su nivel de profesionalismo. Se limpió, me tomó la mano y me susurró:
    —Vámonos. ¡Qué vergüenza, casi desayuno una servilleta! © Unknown author / Pikabu
  • Quise celebrar mi cumpleaños en mi restaurante favorito, aunque rara vez hago algo especial ese día. Llegué con un vestido hermoso, y justo al entrar, alguien me tiró por accidente una jarra entera de agua helada. Pedí el platillo por el que me había enamorado de ese lugar, y no lo tenían. Lo peor es que vi cómo se lo llevaban a una mujer en la mesa de al lado. En ese momento, no tenía idea de que era el último día antes de que cerraran para siempre. © Bodymindisoneword / Reddit
  • Mis tíos no venían muy seguido de visita a la ciudad. Nunca antes había cenado con ellos.
    Pero esta vez fuimos a un buen restaurante un viernes por la noche. Estaba lleno de gente.
    Esperamos la comida mientras charlábamos. Cuando finalmente nos sirvieron los platos, mi tío pidió hablar con el encargado. El administrador se acercó y mi tío empezó a quejarse del servicio, diciendo que todos estábamos molestos por haber esperado tanto tiempo. Insistió en no pagar la cuenta, pero al final llegó a un “acuerdo” y nos dieron tres postres gratis. Cuando el administrador se fue, mi tío empezó a presumir de cómo había conseguido los postres sin pagar. Me dio mucha vergüenza. © marry_me_sarah_palin / Reddit
  • Una vez fui a un restaurante muy popular. Acababa de cumplir 21 años y mi hermano mayor se ofreció a invitarme. Nunca he sido fan de los restaurantes, pero acepté porque él quería ir y tener un gesto conmigo. El mesero fue terrible. Tenía una actitud tan arrogante, como si no perteneciéramos ahí. Pedí una ensalada de atún, y él respondió: “¿Eso es todo? ¿Eso es lo único que va a pedir?” Con un aire muy presuntuoso. ¡Pues sí! ¡Eso costaba 28 dólares! Incluso hoy en día sigue siendo caro. Al final, lo que recibí fueron cuatro mini pedazos de atún, unos cuantos chícharos y un chorrito de vinagre balsámico. Nada de ensalada. Eso fue todo. Literalmente, solo eso. © Unknown author / Reddit
  • Un día estaba disfrutando de mi comida en una zona de restaurantes al aire libre, sin prestarle atención a nadie. Había poco espacio; las mesas y sillas estaban muy juntas. ¡Y de repente sentí que alguien me lamía la oreja izquierda! Y, además, respiraba de una forma muy extraña. Me quedé completamente paralizado por la sorpresa. Al final, me di vuelta y vi a un perrito pequeño parado en la silla justo detrás de la mía (las sillas estaban colocadas respaldo con respaldo). El perrito se apoyaba con las patitas en el respaldo de mi silla y me miraba con muchísima curiosidad, mientras sus dueños se habían alejado un momento. © Habitación N.º 6 / VK
  • Fui con mi novia a un restaurante. Me puse un traje azul marino, camisa azul y corbata negra. Pensé: “Nada mal, me veo bastante bien”. Llegamos, nos sentamos en la mesa. Y entonces todos, los camareros, los clientes y los guardias de seguridad, me miraron con desconcierto. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que llevaba exactamente el mismo uniforme que los guardias de seguridad. Había un montón de trajes y camisas idénticos, todos con corbata negra también. © Unknown author / Pikabu
  • A mi esposa la llamó un excompañero del colegio. Le dijo: “Oye, estamos aquí con los chicos en un restaurante. No nos alcanzó para pagar. A todos los que llamo, no están en casa. ¡Ayúdame!”
    Mi esposa, que tiene un corazón enorme, agarró dinero, dejó todo lo que estaba haciendo y se fue directo al restaurante. Cuando llegó, no podía creer lo que veía. En la entrada la recibió una multitud de excompañeros con un saludo en coro. ¡Todos con dinero en la mano! Resulta que a un par de bromistas se les ocurrió reunir al grupo de la escuela de una forma bastante peculiar.
    Llamaron uno por uno con la misma historia. Y lo más increíble: nadie se negó. Intenta hacerlo de la forma tradicional, con avisos y organización. En dos meses no juntas ni a la mitad. Con suerte llega un tercio, y el resto, siempre “ocupadísimo”. Pero esta vez, como ya estaban ahí, pues acudieron todos al restaurante en grupo. © adedas / Pikabu

Entre tantas risas y anécdotas curiosas en restaurantes, no faltan los momentos en que una alergia cambia el rumbo de la noche — pero eso, ya es otra historia.

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