Los niños son ingeniosos: para hacerse la vida más fácil, utilizan una lógica a veces un tanto extraña. A los adultos de hoy no nos resulta fácil entenderlos, a pesar de que no hace tanto tiempo que nosotros mismos activábamos nuestros propios cerebros para enseñarles a nuestros padres a pensar de forma innovadora.
En Genial.guru estamos convencidos de que cada niño tiene sus propios trucos debajo de la manga que, de alguna manera, los adultos “aburridos” no aprueban, y nuestra selección de hoy lo demuestra.
- Una vez, cuando era niño, mis padres me regañaron por no prepararme para un examen importante. Entonces empecé a correr de habitación en habitación, parloteando todo lo que había aprendido antes. Mis padres nunca se enteraron de que simplemente los engañé dándoles material escolar viejo. ¡No tenían manera de saberlo! © tomixcomics / Reddit
- Cuando era niño, para ver si un huevo estaba suficientemente cocido, abría el balcón y lo dejaba caer. Por cierto, los vecinos se quejaban a menudo. © Oídoporahí / Ideer
- Mi hija: “Papá, tengo un secreto”.
Yo: “¿Qué es?”.
Mi hija: “¡No puedo decírtelo, es un secreto! Pero puedo mostrártelo”. © Ksjuha Djomina / Facebook
“Mi hijo está muy orgulloso de su trabajo del jardín”
A la izquierda: “Dibuja un objeto más alto que el gato”. A la derecha: “Dibuja un objeto más bajo que el árbol”.
- Crecí con mi padre. Era una persona muy estricta, lo controlaba todo, siempre sabía dónde estaba y con quién. Como resultado, me convertí en una niña bien astuta y traviesa. Mi padre apagaba el televisor sacándole el cable. Entonces robé el cable y le dije que se había perdido; compró uno nuevo, así que empecé a mirar el televisor tranquilamente mientras él no estaba. Mi padre no me daba dinero de bolsillo, entonces le decía que la entrada al circo costaba el doble, y usaba el dinero obtenido para ir a una cafetería con mis amigas. © Oídoporahí / Ideer
- De niño, mi madre siempre me regañaba por no lavarme las manos después de ir al baño. Entonces empecé a abrir la canilla y a mover el mango de un lado a otro para que sonara como si me estuviera lavando las manos. Mirando hacia atrás, creo que obedecer a la petición de mi madre y lavarme las manos habría sido mucho más fácil. © Atmos_v1 / Reddit
- Un día, cuando tenía unos cinco años, mi madre y yo fuimos a visitar a una amiga suya. La amiga estaba llorando porque había discutido con su novio, pero igual horneó un pastel para nosotras. Mientras mi madre la calmaba, me sentaron a la mesa a tomar el té. Masticando el delicioso pastel, le dije: “Nina, no llores. Lo único que tienes que hacer es cambiar de novio. Eres hermosa y horneas pasteles tan ricos, ¡lo lograrás en un abrir y cerrar de ojos!”. Desde entonces, a la amiga de mi madre le gustaba decir que, sobre los asuntos femeninos, necesitaba hablar solo conmigo. © Oídoporahí / Ideer
“Le dije a mi hijo que cerrara el paquete de papitas. Creo que cumplió”
- Yo, como mucha gente, tenía un diario cuando era adolescente. Por supuesto, mi madre lo encontró y empezó a leerlo. Cuando me enteré, me enfadé mucho, entonces decidí aprovechar la situación y empecé a escribir en él todo lo que yo quería tener; quería lograr que sintiera lástima por mí, escribiendo que agradecía mucho a mis padres por todo lo que tengo, que soy muy feliz, pero qué maravilloso sería si también tuviera un teléfono móvil, y que nadie sería más feliz que yo en el mundo. Ha funcionado. © timofeynch / Pikabu
- De pequeño me daban miedo los perros. Así que cuando iba por la calle y un perro venía corriendo hacia mí, ponía una cara triste, como si fuera a llorar. Y eso ayudaba. © Oídoporahí / Ideer
“Bueno, al menos la planta recibió agua de alguna manera. También mi hijo”
- Tenía un conocido, Sergio, cuando era niño. Un día venía de la tienda y lo vi pasar por delante de mi casa. Le grité: “¡Sergio! ¡Sergio!”. Cero atención de su lado. Pensé que no me había escuchado. Intenté alcanzarlo para saludarlo y le grité otra vez: “¡Sergio-o-o!”. Nada. Ya era una cuestión de principios, salí gritando y corriendo para alcanzarlo. Entonces se dio vuelta y descubrí que no era Sergio. Medio segundo fue suficiente para orientarme. Al darme cuenta de que estaba a punto de pasar vergüenza, miré por encima de la cabeza del tipo y seguí corriendo por delante de él gritando “¡Sergio!”; haciendo un círculo alrededor de la cuadra, corrí hacia la entrada de mi casa. Al parecer, yo era un niño bien astuto. © tsuman89 / Pikabu
- Para evitar comer las verduras, las metía todas en una servilleta y las hacía una pelota mientras mis padres se alejaban de la mesa. © crispinchicken / Reddit
- Cuando era muy pequeño, quería que mis padres me compraran un juguete caro. Así que una noche, cuando volví a poner en marcha mi petición, mi padre, para distraerme, tomó un cubo de Rubik y dijo: “Ve y ármalo. Luego hablaremos”. Nunca había sido capaz de armarlo, pero exactamente 10 minutos después, le llevé a mi padre el cubo totalmente terminado. Mi padre se sorprendió tanto que se le cayó el periódico de las manos, y yo me quedé pensando en lo genial que era tener un cubo de Rubik con cuadrados adheridos que se podían volver a pegar fácilmente. Al final, mi engaño se descubrió con bastante rapidez, pero obtuve mi juguete por mi astucia. © NePosledniyGeroy / Pikabu
- Tenía unos 14 años y me dejaron al cuidado de mi abuela, que vivía en el mismo edificio que nosotros. Ella venía a verme diez veces al día (literalmente), y cada vez me regañaba por algo, por ejemplo, por no lavar los platos, o por comprar chocolate y comerlo. En algún momento me cansé y dejé la llave en el ojo de la cerradura desde adentro para que ella no pudiera abrir la puerta desde afuera. Mi abuela se dio cuenta y casi tira la puerta abajo. Tenía miedo de que me regañaran, pero no abrí la puerta. Al final estuve encerrada y sin salir durante cuatro días seguidos. © strongasf*** / Pikabu
- Cuando era pequeña, mis padres me pedían a menudo que les dijera qué hora era. Tomaba un papel y un bolígrafo y me acercaba al reloj, y como no conocía los números, me limitaba a dibujar el reloj entero. © Oídoporahí / Ideer
- Cuando mi hijo perdió un diente, decidimos hacerle un regalo del ratón Pérez. Mi marido adjuntó una nota diciéndole que la próxima vez el ratón Pérez solo dejaría un regalo por un diente blanco resplandeciente. Así es como mi marido quería enseñarle al pequeño a cepillarse los dientes correctamente. Seis meses después, encontramos a nuestro hijo en la bañera con otro diente en la mano cepillándolo a más no poder para dejarlo reluciente. © Krishnaveni Kumbaji / Quora
¿Qué trucos utilizabas de pequeño? ¿Cómo reaccionaban tus padres a ellos? ¡Cuéntanos en los comentarios!