14 Mitos falsos sobre animales que tus padres y maestros te enseñaron
Uno de los mitos más comunes sobre animales es que a los ratones les encanta el queso. Surgió hace mucho tiempo, probablemente desde que la gente empezó a almacenar alimentos. Los ratones son visitantes habituales de los hogares humanos, donde buscan comida todo el tiempo. Las personas solían guardar los cereales en tarros de cristal y colgar la carne en lugares elevados. Pero dejaban el queso en las estanterías, un blanco fácil para todos los visitantes indeseados. En otras palabras, los ratones se lo comían porque no podían alcanzar nada mejor, pero es más probable que elijan un chocolate o alguna otra cosa dulce antes que un queso. ¿Quién puede culparlos?
En realidad, los flamencos no se paran en el agua sobre una pata para evitar enfriarse. Es una forma sencilla de ahorrar esfuerzos. Para nosotros los humanos, estar de pie sobre una pata es agotador. Pero para ellos es la posición más estable posible, teniendo en cuenta su anatomía peculiar. Esta postura no exige ningún esfuerzo muscular. Ahora estoy celoso. Uno de los mitos más extendidos y antiguos es que los avestruces esconden la cabeza en el suelo cada vez que se asustan. Hace mucho tiempo, los investigadores pensaban que los avestruces no eran muy inteligentes porque enterraban la cabeza sin ser conscientes de que el resto de su gran cuerpo seguía afuera, expuesto a los ojos de todo el mundo.
En realidad, los avestruces hacen esto cuando quieren tragar arena y piedritas para mejorar su digestión, o simplemente para darles la vuelta a los huevos que ponen en sus nidos. Y en esos casos, técnicamente no entierran la cabeza, sino que la acercan al suelo. Si no fuera así, los pobres no podrían respirar. No hay razón para pensar en un avestruz como un pájaro asustado. Al igual que otros animales, huirá si siente que se acerca un peligro y, en otras situaciones, luchará y se defenderá. ¡Y vaya que puede ser un ave agresiva! ¿Qué crees que es lo más grande que puede tragar una ballena azul? Bueno, estamos hablando del animal más grande que conocemos. Puede llegar a medir 30 metros de largo y a pesar 200 toneladas. Su corazón es tan grande como un auto, y su lengua puede pesar tanto como un elefante promedio.
Es fácil imaginar a una ballena azul tragando autos, personas y, tal vez, hasta barcos pequeños. ¡Pero es un error! Lo más grande que puede tragar es un pomelo. Su garganta no puede pasar más que el tamaño de un pequeño plato de ensalada. Las ballenas se alimentan de peces diminutos, plancton y crustáceos marinos, así que no necesitan una garganta más grande. Dicho eso, no seríamos capaces de sobrevivir a sus jugos gástricos: acabaría con nosotros en 15 segundos, algo similar a lo que duraríamos en el espacio sin un traje espacial. Así que no lo intentes. Los camellos no almacenan agua en sus jorobas. Estamos hablando de animales con una resistencia extraordinaria a condiciones bastante extremas. Pueden sobrevivir hasta cuando beben agua cada 8 o 10 días, pero no porque tengan un escondite secreto en el lomo. La razón es que, cuando tienen la oportunidad de beber, tragan 189 litros de agua de una sola vez.
La utilizan principalmente para reponer el 30 % de su peso corporal total, una cantidad que pueden perder por la deshidratación. Si bien pierden mucha agua, la recuperan rápidamente. Sus jorobas son el lugar donde depositan la grasa, pero no producen agua. El oxígeno que los camellos tendrían que inhalar les haría perder demasiada agua, ya que se evaporaría a través de sus pulmones. Por esa razón, utilizan la grasa como fuente de energía, cosa que los ayuda a sobrevivir en regiones áridas y en épocas de escasez. Es un mito que los osos hormigueros aspiran hormigas con su nariz, no van por la vida buscando hormigas y succionándolas con su largo hocico. Estos animales tienen lenguas muy largas: los osos hormigueros gigantes tienen una lengua de hasta 60 cm de largo con forma de espagueti. Además, está cubierta de ganchos espinosos y una saliva pegajosa que atrapa a las hormigas hasta 160 veces por minuto, lo que significa que comen hasta 20 000 insectos en un solo día. ¡Cuántos bichos!
Abren los hormigueros con la ayuda de sus garras y hacen el resto del trabajo con la lengua. No tienen dientes, así que simplemente tragan los insectos que atrapan. Puede que las películas te hayan dado una falsa sensación de seguridad cuando de dinosaurios se trata. No: quedarte muy, muy quieto no podría salvarte de que un tiranosaurio furioso venga por ti. Es un mito que el rey de los dinosaurios tenía mala visión: estas bestias podrían haber visto mejor que los lagartos actuales. Tenían una excelente percepción de la profundidad, algo presente en animales actuales como las águilas y los halcones. Y si por algún milagro el rey de los dinosaurios no pudiera verte o pensara que eres solo un pequeño árbol o algún otro objeto inmóvil, también contaba con un sentido del olfato bastante bueno, así que... La mejor opción sería correr. A diferencia de lo que los científicos creían, los tiranosaurios no podían alcanzar los 53 km/h.
Considerando su anatomía, no eran capaces de superar una velocidad de 19 km/h. Cualquier velocidad superior les habría causado daños graves en los huesos. Sin embargo, esto no les impidió dominar el mundo animal. Había muchos dinosaurios mucho más lentos que ellos, así que la comida no era una preocupación. Otra idea errónea es que los búhos pueden girar la cabeza ni más ni menos que 360 grados. Este giro tiene su límite: 270 grados en una dirección. Como pueden girar 270 grados a la izquierda y a la derecha, los búhos cuentan con un rango de movimiento de 540 grados. No te preocupes: si tocas las alas de una mariposa, no perderá su capacidad de volar. A pesar del mito común que dice lo contrario, sobrevivirá. Las alas de las mariposas tienen escamas. Al tocarlas, algunas de ellas pueden desprenderse. Pero eso no es algo malo, también se desprenden de forma natural. Gracias a las escamas, pueden escapar más fácilmente si se quedan atascadas en una telaraña.
El siguiente mito ha inspirado muchas películas, libros y escenas de series de televisión, pero no: los lobos no aúllan a la Luna. Suelen aullar por la noche, es cierto, pero porque es el momento del día en que están más activos. También miran hacia arriba mientras aúllan, ya que esto ayuda a que el sonido se disperse. De esta manera, otros lobos los escucharán a unos 9 u 11 km de distancia. Y por eso aúllan en primer lugar, para comunicarse entre sí. Hacen sonidos específicos para una determinada situación: por ejemplo, para ayudar a un lobo que perdió su manada a encontrar el camino a casa. Casualmente, la luna está ahí mientras los lobos se comunican. Las jirafas solo necesitan 30 minutos de sueño al día: ¡otro mito! Duermen unas 4 horas y media diarias. No es tan raro para las especies de animales que están más activas durante el día. Los estudios también demostraron que las jirafas no suelen dormir más de 11 minutos seguidos.
Muchos creen que los topos son ciegos. En realidad, estos pequeños mamíferos excavadores sí pueden ver, aunque su visión es muy pobre y solo está adaptada para reconocer la luz. También son daltónicos. Cuando buscan comida y navegan por la oscuridad del subsuelo, confían principalmente en su tacto y su olfato. Su sentido del tacto es agudo, por lo que pueden percibir las vibraciones de los movimientos cercanos. Esto los ayuda a evitar el peligro o a encontrar su próxima comida más fácilmente, como milpiés, gusanos, ciempiés y otros invertebrados. ¡Delicioso! Son muy rápidos cavando: pueden excavar unos cuantos centímetros por minuto.
En invierno, los animales hibernan no porque haga demasiado frío para estar afuera, sino porque no hay suficiente comida. Cuando un animal está hibernando, su ritmo cardíaco, su temperatura corporal, su respiración y otras actividades metabólicas disminuyen considerablemente para conservar energía. Las ardillas, los murciélagos, las tortugas, las serpientes... todos ellos hibernan durante el invierno, lo que les permite ahorrar energía para otras estaciones en las que son más activos y pueden conseguir más comida. Incluiría a los osos, pero no son “verdaderos hibernadores”. Si intentas despertar a un oso durante el invierno, cuando crees que está durmiendo, podrías pasar un mal momento.
Aunque sí se ralentizan; en otras palabras, duermen durante largos períodos de tiempo. Dicho eso, no descansan todo el invierno, y es fácil despertarlos mientras duermen, ¡así que no lo hagas! No te creas los mitos: las tijeretas no ponen huevos en tus oídos. Sí, a pesar de lo que muchos creen, no les interesan, o al menos no hay pruebas de que quieran entrar. Prefieren pasar el rato en lugares oscuros y húmedos, como bajo la corteza de los árboles o en el suelo. Así que tus oídos están fuera de peligro.