14 Historias reales de suegras que se convirtieron en leyenda, para bien o para mal

Historias
hace 5 horas

Hay suegras que llegan con abrazos... y otras con opiniones no solicitadas. Aquí no estamos hablando de suegras simplemente complicadas, sino de verdaderas especialistas en transformar cualquier día común en una experiencia digna de terapia grupal. En las historias que verás a continuación hay un poco de todo lo que puede despertar una suegra. Algunas te harán reír, otras te harán decir “¡no puede ser!”, pero todas tienen algo en común: dejaron huella.

  • Hace un par de semanas me dieron el alta en la maternidad. Llegué a casa con el bebé, estaba un poco cansada y mi primer antojo posparto fue la comida rápida. Soñé con ella en la sala de partos. Así que metimos al bebé en la carriola y fuimos a la cafetería. Me comí una hamburguesa con papas como si fuera la primera vez: estaba riquísima. Pero mi suegra no me dejó disfrutarla. Llamó para saber cómo estaba y empezó a gritarle por teléfono a mi marido que yo era inadecuada y que debería comer avena con agua. ¿Alguien más en el siglo XXI piensa que las madres recientes necesitan dietas especiales? © Mamdarinka / VK
  • Decidí no cocinar nada para el cumpleaños de mi marido. Íbamos a invitar a sus amigos, y a todos ellos les encanta jugar a las consolas. Así que mi querido y yo preparamos un bufé con una gran variedad de aperitivos y varios tipos de bebidas. Lo estábamos pasando muy bien hasta que vino mi suegra. Dijo horrorizada: “María, ¿ni siquiera has cocinado tu arroz favorito para mi Alejandro? ¿Cómo puedes ser tan perezosa? Es el cumpleaños de tu marido”. © Mamdarinka / VK
  • Mi suegra tenía que venir de visita. Menudo desafío. Decidí prepararme. Limpié toda la casa, encargué comida a cocineros profesionales para que todo pareciera casero. Me vestí como solía vestirse mi suegra: modestamente, pero con gusto. He pensado en todo, no había nada de que quejarse. Pero entonces, ¡bang! No le gustaron los platillos con los que le serví el té. No hacían juego con las tazas. No intentaré complacer a nadie más. © Ward 6 / VK
  • Creo que mi suegra intenta volverme loca. Una vez estaba preparando una cena festiva, y cuando puse los platillos en la mesa, todos resultaron estar salvajemente salados en exceso. Entonces mi suegra me dijo que yo había salado los platillos cinco veces, ya que “se me olvidaba”. Y hace poco le pedí que recogiera a mi hijo de la guardería porque me retrasé en el trabajo, y mi marido estaba en un viaje de negocios. Llegué a casa a las 10 de la noche: mi hijo no estaba allí, y mi suegra estaba viendo la televisión. Monté un escándalo: “¿Dónde está el niño?”. Y ella dijo que me había llamado y me dijo que no podía recogerlo. ¡Pero yo recuerdo que ella no me llamó! No sé qué hacer, mi marido no logra persuadirla de ninguna manera. © Caramel / VK
  • Mi madre falleció cuando yo aún era adolescente. Mi suegra tomó su lugar. Siempre me cuidó, se preocupaba por mí como si fuera suya, me llamaba cariñosamente “hija”. Nos llamábamos todos los días, le confiaba más secretos que a mis amigas. Pero un día cometí un error. Olvidé que una madre siempre protege a su hijo. Mi marido en un arrebato me hizo mucho daño emocional, llamé a mi suegra llorando. Dije algo equivocado y ella se enfadó conmigo. Me dijo que si él lo había hecho, yo me lo merecía. Y que debería replantearme mi comportamiento. Fue como si tuviera una epifanía. Nadie puede sustituir a mi madre. © Caramel / VK
  • Mi futuro marido y yo llevábamos saliendo cerca de un año cuando decidió presentarme a sus padres. Yo me preparaba para el encuentro, preocupada, porque su madre era una autoridad para él. Nos recibió en la puerta y, al verme, dijo: “No me gustas”. Suspiré y le contesté: “Bueno, vamos a conocernos mejor. Quizá luego cambies de opinión”. Ella me miró y se rió: “Bueno, eres una chica valiente. Vale, ya veremos”. ¿Y saben qué? Fue el hecho de que yo no me acobardara, sino que respondiera con calma, con seguridad, lo que permitió que ella y yo nos comunicáramos con normalidad. Es más, ¡ahora ella y yo somos mejores amigas! Mi marido a veces bromea diciendo que conseguí ganarme su corazón con mi sinceridad y firmeza. © Mamdarinka / VK
  • Cuando empezamos a salir con mi futuro marido, quería causarle una buena impresión a mi futura suegra. Así que mentí diciendo que sabía tejer y le regalaba cosas tejidas. Las compraba yo misma en una tienda. Me pillaron cuando se me olvidó quitar la etiqueta del precio. Mi suegra, en vez de montar un escándalo, se me acercó, sonrió, me enseñó la etiqueta del precio y me dijo: “Una vez mi suegra descubrió de la misma manera que yo compraba platillos cocinados”. © Mamdarinka / VK
  • Me fui con mi marido fuera de la ciudad durante una semana, le dejé nuestra gata a mi suegra. Cuando llegamos a casa no notamos nada raro. Al cabo de un tiempo, la gata empezó a comportarse de forma extraña, ¡y un par de días después empezó a parir! Fuimos a pedir explicaciones a la suegra. Resulta que esta mujer de buen corazón trajo el gato de un vecino. Y el resultado de esta actividad fueron “unos gatitos maravillosos, que sin duda regalará, pues habrá gente amable”. Ella no nos lo dijo, porque “bueno, de alguna manera no surgió el tema”. A mi pregunta sarcástica: “¿Le gustaría llevarse un gatito para su casa?”, — la amable mujer movió sus manos de forma nerviosa: “Oh, ¿qué voy a hacer con él?” © Caramel / VK
  • Hace poco vino a visitarnos mi suegra. Tenemos muy buena relación con ella, nunca ha interferido con sus consejos en nuestra familia. Antes de su llegada, caí enferma. No tenía fuerzas para limpiar el piso ni para preparar la cena. Pero no me molestaba, la verdad. Por fin llegó mi suegra. Y lo primero que hizo fue regañar a su hijo por no limpiar mientras su mujer estaba enferma. Se suponía que ella iba a estar con nosotros dos días, yo tenía tantas cosas planeadas, así que me sentí muy disgustada por haber caído enferma. Así que durante esos dos días mi suegra cuidó de mí y pasó tiempo con sus nietos. Y en cuanto me recuperé, fuimos directamente a ver la ciudad según el plan que había preparado. Mi suegra se quedó un par de días más, así que tuve tiempo de enseñarle los mejores lugares. © Mamdarinka / VK
  • Cuando estaba embarazada, mi suegra vino un día y sacó un juguete viejo y grande. Me alegré: era precioso, hacía mucho tiempo que no veía uno igual. Le pregunté: “¿Lo tenías guardado en tu casa?” Su respuesta me mató: “Estaba paseando al perro por la noche y vi que alguien lo había puesto en el vertedero. Miré: estaba limpio, solo le faltaba un anillo”. Me dieron ganas de gritarle. Todavía no me lo puedo quitar de la cabeza. © Mamdarinka / VK
  • Mi suegra me molestó desde el primer día. Desde que nos conocimos, no he tenido una buena relación con ella, siempre le disgustaba algo, se quejaba en voz baja de mí, con mi propio marido. Pensé que nunca podría llevarme bien con ella. Pero después de que tuvimos un hijo, mi suegra cambió más allá del reconocimiento. Se volvió muy cariñosa. Siempre ayuda, acepta amablemente quedarse con su nieto, nunca dice una mala palabra. Por eso estaba tan enfadada: ¡porque no tenía nietos! © Mamdarinka / VK
  • Quedé embarazada de mi tercer hijo. Empecé a hablar con mi suegra sobre la posibilidad de que me ayudara a cuidar a sus nietos, yo iría a trabajar a tiempo parcial. Mi suegra lleva mucho tiempo jubilada, mi madre trabaja, definitivamente no tiene tiempo. Entonces, mi suegra me dijo: “Me quedaré, pero cobrando”. Me quedé sorprendida. Le pedí cuidarlos para ganar dinero, y ella me pidió dinero. ¿No se supone que las abuelas deben ayudar? ¿Para qué sirven las abuelas? Se lo conté a mi marido, le dije: no le voy a dejar ver a sus nietos para nada por lo que dijo. © Mamdarinka / VK
  • Hace unos años tuve una complicada operación de espalda. La operación duró cinco horas, pasé varias horas recuperándome de la anestesia y luego tuve una larga recuperación en el hospital. Y en casa tuve que pasar mucho tiempo descansando y haciendo todo tipo de ejercicios. Entonces, me sorprendió mi suegra. Al salir del hospital vino a visitarme con un “regalo”. Era una regadera de cinco litros. Me la entregó con estas palabras: “Bueno, no podrás regar el huerto con una grande, así que aquí tienes una pequeña”. © Mamdarinka / VK
  • Un día me desperté y no estaban en casa ni mi esposo ni nuestro hijo de 7 meses. Había una nota de mi marido diciendo que se había llevado a su hijo de paseo. Cociné la comida, pero seguían sin volver. Mi esposo no contestaba al teléfono. Entonces me di cuenta de que no había cosas de bebé en casa. Llamé a mi suegra. Me dijo que yo era una esposa y una madre indigna, así que ahora mi marido y mi hijo vivirían con ella. Me quedé de piedra y llamé inmediatamente a la policía. Recuperé a mi hijo, pero me divorcié de mi esposo y le prohibí que se acercara a mí y a mi hijo. © Mamdarinka / VK

En todas las familias siempre hay una que otra historia anecdótica, pero las que verás en este artículo son tan dramáticas, que quizá merecen su propio documental:

Comentarios

Recibir notificaciones
Aún no hay comentarios. ¡Puedes ser el primero!

Lecturas relacionadas