14+ Veces en que hacer el bien trajo recompensas inesperadas

Historias
hace 3 horas

Hacer el bien, sin esperar nada a cambio, muchas veces trae consigo recompensas inesperadas y hermosas. Cada vez que eso sucede, dan más ganas de seguir haciendo cosas buenas, porque ya hay suficiente negatividad en el mundo. Estas historias cálidas y conmovedoras demuestran que la bondad sí regresa, incluso cuando menos lo esperas.

  • Iba en el tranvía. No había mucha gente, pero casi todos los asientos estaban ocupados. En una parada subió un señor de unos 85 o 90 años, con una bolsa grande que claramente pesaba. Sin pensarlo, me levanté y le ofrecí mi lugar. Él me miró, sonrió y me preguntó: —¿Vas a bajarte o solo me estás cediendo el asiento? Le dije que simplemente se lo ofrecía. Se sentó con cara de satisfacción, asintió y empezó a revolver en su bolsa. Yo me giré y seguí pensando en mis cosas, cuando de pronto sacó un pequeño ramo de narcisos, me lo entregó y dijo: —Señorita, para usted, solo porque sí, para que tenga un buen día. Me quedé parada, con las flores en la mano, sin poder contener la sonrisa. El resto del día estuvo lleno de buena vibra, y esos narcisos ahora están en un florero, recordándome que la bondad puede ser así: sencilla e inesperada. © Habitación № 6 / VK
  • Iba por la calle cuando se me acercó una chica de unos 18 años con una maceta en las manos. Me dijo que necesitaba dinero urgente y que estaba vendiendo sus plantas. La flor era bonita, el precio razonable, y ella repetía que traía suerte. Pensé: “Bueno, ¿por qué no?”. Desde entonces, como si algo hubiera hecho clic: la planta echó raíces y decoró mi “cueva de soltera”; por fin terminé con un novio con el que ya no funcionaban las cosas; mi mamá se recuperó de una enfermedad; recibí una oferta de trabajo en la empresa de mis sueños; y empecé a correr por las mañanas con una chica con la que ahora soy muy amiga, hasta mi figura mejoró. ¡Todo eso en unos tres o cuatro meses! Hace poco volví a ver a esa chica; ahora repartía volantes. Me contó que las cosas iban mejor, aunque el dinero seguía siendo un problema. Recordé todo lo bueno que había pasado y le ofrecí trabajo en nuestra oficina. © No todos lo entenderán / VK
  • Cuando nuestra hija tenía 15 años, no queríamos que saliera por las noches con sus amigos. Así que le permitimos que invitara a sus amigos a casa. Comían, platicaban, veían películas y series. Uno de sus amigos tuvo un problema serio. En lugar de llamar a su papá, llamó a mi esposo. Él fue a la estación de policía, habló con ellos y logró que lo soltaran. Hoy ese chico ya tiene treinta años, tiene un buen trabajo y cada año me manda flores y le envía a mi esposo un buen regalo. Siempre dice que mi esposo le salvó la vida en ese momento. © Mamdarinka / VK
  • Estaba con mi novia en una función de cine nocturna, cuando vi a una pareja de ancianos caminando. El hombre me llamó la atención: llevaba un abrigo largo, bastón, gafas de sol (¡de noche!) y un sombrero tipo bombín. Hacía un viento tremendo, y de pronto vi cómo su sombrero salió volando hacia la calle. Él ni siquiera intentó ir por él; siguió caminando, quizá para no parecer ridículo. Yo no tengo mucho sentido cómico, así que salí corriendo, atrapé el sombrero y se lo devolví. Él me dio la mano para agradecer y en ella dejó un billete de 100 dólares. © Unknown author / Reddit
  • Una vez estaba en una larga fila en un local de comida rápida. El chico delante de mí llegó a la caja y se dio cuenta de que había olvidado la cartera. Sin pensarlo, le dije que yo pagaría. Se quedó en shock y me agradeció muchísimo. Quiso devolverme el dinero, pero le dije que no era necesario. Lo curioso fue que una chica estaba observando todo en silencio. Al parecer, decidió que yo era su destino. Hoy estamos juntos y hace poco compramos una casa. © clark_ent / Reddit
  • Soy la única mujer en mi equipo y tengo un sueldo bajo porque acabo de empezar. Un compañero suspiró y dijo:
    —Pobre, ganas una miseria y encima necesitas toallas femeninas, shampoo. Tengo tres hijas, sé lo caro que es.
    Se fue. Pero luego volvió con un fajo de billetes. Me dijo que había pedido al equipo que de cada sueldo aportaran un poco para mis necesidades básicas, y que nadie se había negado. Al principio no quería aceptar, pero insistieron. Cuando por fin me subieron el sueldo, les invité algo a todos. © Karamel / VK
  • Encontré una bolsa olvidada en el carrito del supermercado donde trabajaba antes. La abrí para buscar algún dato de contacto y logré identificar a la dueña. Estaba desesperada buscándola.
    Acordamos vernos en el supermercado para devolvérsela en persona. Cuando me la recibió, me dio un sobre con la indicación de abrirlo en casa. Al hacerlo, encontré 120 dólares. Era justo lo que me faltaba para completar la renta© sekmaht / Reddit
  • Vivo sola en un edificio con paredes tan delgadas que puedes enterarte de todo lo que pasa.
    Arriba vivía una familia: mamá, papá y un niño de unos 7 años. Se peleaban todo el tiempo. Un día, escuché a la madre decirle al hijo:
    —Si tuviéramos a dónde ir, ya nos habríamos ido. Solo aguanta, te prometo que todo va a cambiar.
    Esa noche no pude dormir. A la mañana siguiente fui a su puerta y les ofrecí quedarse en mi departamento por un tiempo. No sabía cómo reaccionarían, pero la madre casi rompe en llanto.
    Vivieron conmigo casi dos meses. Mientras tanto, los conecté con una amiga que tiene una casa de campo y a veces necesita ayuda. Empezaron a trabajar allí, y el niño entró a la escuela local.
    Hace poco vinieron a visitarme con un pastel y me dijeron que su vida por fin está mejorando. Casi me pongo a llorar. © No todos lo entenderán / VK
  • Vi un cartel de un perro perdido en mi vecindario y me aprendí su carita. Unos días después, a varias calles de mi casa, ¡me lo encontré! Pensé: “No puede ser...”.
    Lo recogí y se lo devolví a su familia. Lloraron de la emoción y me lo agradecieron muchísimo.
    La semana siguiente empezó el nuevo año escolar y resultó que el padre de esa familia era nuestro profesor de inglés. Lo curioso es que no hice nada especial en clase, ¡pero me puso una nota altísima! © Unknown author / Reddit
  • Trabajo en un autolavado. Una mujer llegó con una llanta pinchada y sin gato. Conseguí uno prestado de los vecinos y le cambiamos la llanta. Cuando me preguntó cuánto era, le dije que nada. Se fue, pero al final del día volvió con una bolsa llena de cosas: pan integral (¡mi favorito!), embutidos y queso. Me sorprendió muchísimo. Compartí el jamón con un compañero, porque no iba a comer todo. Ahora mismo estoy cenando eso. Fue un gesto muy bonito. © ussuri125 / Pikabu
  • Esa mañana iba rumbo al trabajo: con sueño, con hambre. Saqué un pedazo de pizza del día anterior y empecé a comer. De repente me detiene un policía de tránsito. Pensé: “Listo, voy a llegar tarde”. Se acerca, mira por la ventana, duda un poco y me dice:
    —Disculpa, ¿me das un pedacito? Vengo de una guardia y no he comido nada. © Habitación № 6 / VK
  • Hace unos 10 años fui con unos amigos a esquiar, en plena ola de frío. Llevaba unos guantes de lana que me había prestado mi abuela, por si acaso. En la pista vi a una chica con unos guantes finísimos, tiritando de frío. Sin dudarlo, se los di y le dije:
    —Si nos vemos abajo, me los devuelves; si no, quédatelos de recuerdo.
    Nunca nos volvimos a encontrar y regresé a casa sin ellos.
    Esa misma noche, pinché una llanta en una carretera desierta. No tenía refacción y me sentí totalmente perdida. De pronto se detuvo un coche. Dos chicos bajaron sin decir nada, pusieron su propia llanta, me llevaron a una vulcanizadora, repararon la mía, la volvieron a colocar y desaparecieron sin aceptar ni un centavo. Solo dijeron:
    —Las chicas no deberían gastar en cambios de llanta. Mejor cómprate algo rico.
    Casi lloro de la emoción. Desde entonces, creo firmemente en el efecto boomerang: si haces el bien, de alguna manera regresa. © terribletomuch / Pikabu
  • Una mañana, durante una etapa de insomnio, fui al supermercado como a las 6:30. Al salir, me encontré con un conocido sin hogar. Me pidió unas monedas, y como sabía que realmente tenía hambre, le compré dos hamburguesas.
    Luego fui a una cafetería. Al bajarme del coche, vi un billete de 20 dólares en el suelo. Lo recogí, lo guardé pensando que era mi día de suerte, pero al volver, ¡había otro billete igual en el mismo lugar! Verifiqué mis bolsillos: el primero seguía ahí. Hasta hoy no entiendo qué pasó. © mappberg / Reddit
  • Entré a una cafetería y pedí un café. Al pasar la tarjeta, no pasó. Me di cuenta de que no tenía saldo y tampoco efectivo. La barista ya había servido el café, humeante y aromático. Detrás de mí había fila. Sentí una vergüenza enorme.
    Ella sonrió, lo entendió todo al instante y me dijo:
    —No pasa nada, tómalo, va por cuenta de la casa.
    Me quedé en shock. Pensé que bromeaba, pero no: simplemente me entregó el vaso y siguió con su trabajo.
    Al día siguiente regresé a pagarle. © No todos lo entenderán / VK

Bono:

  • Ayer salía a la autopista cuando un tipo en un Porsche verde fosforescente se me metió bruscamente, impidiéndome incorporarme al tráfico. Casi choqué, pero por suerte no venía nadie detrás y logré entrar a duras penas, a 32 km/h.
    Él, mientras tanto, voló a toda velocidad.
    Media hora después, había sido detenido por una patrulla. Reduje la velocidad y sí, era el mismo coche.
    ¡Karma! © TryingToSucceed / Reddit
Imagen de portada stefamerpik / Freepik

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