15 Errores de ahorro que terminaron en un gasto diez veces mayor

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hace 3 horas
15 Errores de ahorro que terminaron en un gasto diez veces mayor

El deseo de ahorrar dinero es un impulso admirable. Pero algunas personas, en su intento por cuidar cada peso, terminan cruzando ciertos límites. En este artículo, decidimos recopilar casos tragicómicos sobre lo que puede causar la obsesión por ahorrar, con historias tomadas de fuentes abiertas. El texto demuestra lo importante que es mantener un equilibrio entre la economía y el sentido común. Adicionalmente, incluimos una historia positiva sobre cómo ahorrar en un vestido de graduación terminó siendo una decisión acertada, muchos años después.

  • Salía con un chico desde hace casi 3 años, y todo apuntaba a que nos casaríamos, hasta que ocurrió algo. Habíamos salido de compras un fin de semana. Antes de eso, él había estado usando aplicaciones para encontrar las mejores ofertas. Caminábamos por la tienda y decidí tomar unas medias para el trabajo, ya que las mías estaban ya bastante desgastadas. Las coloqué en el carrito y, de pronto, él exclamó: “¿Qué haces? ¡Ya tienes medias! ¿Para qué quieres unas terceras? ¡Eso no está en nuestra lista de compras! Y además, ¿comparaste precios en otras tiendas?” Y retiró las medias del carrito. Ese mismo día, preparé mis cosas y me fui a casa de mis padres. No estaba dispuesta a planificar la compra de unas medias con un mes de anticipación o esperar a que estuvieran en oferta. © Work Stories / VK
  • Fui al supermercado a comprar detergente y vi una promoción: “¡Lleva tres y paga dos!” Así que los compré. Al llegar a casa, puse el detergente nuevo en la lavadora, la encendí y seguí con la limpieza. Pero mientras estaba en el baño, limpiando el lavamanos, escuché un ruido extraño. Fui a ver, y no lo podía creer: ¡la lavadora estaba sacando espuma por todos lados! Había tanta que ya se estaba saliendo. Limpié lo que pude y, un rato después, fui a sacar la ropa de la lavadora, casi toda había quedado blanca. Y yo había metido ropa de color. Bueno, al menos ahorré... © Mamdarinka / VK
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  • Un amigo renovó su departamento e instaló un interruptor de luz dentro del baño. Según él, así iba a ahorrar, porque la luz no estaría encendida mientras entra o sale del baño. Nunca lo había visto tan sorprendido como cuando le dije que había pagado casi 400 veces más por cambiar el interruptor de lo que ahorraría en un año. Porque el gasto es mínimo: en un año se consumen apenas seis horas de electricidad. Y él ya les había pagado 800 a los obreros. © Overheard / Ideer
  • No pude quedar embarazada durante 6 años. Mi esposo y yo fuimos con todos los médicos posibles, pero nada funcionó. Todos, sin excepción, nos decían que estábamos sanos. Ya me había resignado. Hasta que un día, el karma decidió hacer de las suyas. Fui a una tienda de cosméticos y productos de limpieza, y decidí ahorrar un poco. Aproveché una promoción y compré mis toallas femeninas favoritas. Me abastecí para todo un año, porque ya casi no me quedaba esperanza de quedar embarazada. ¿Y adivinen qué? Ese mismo mes aparecieron las dos rayitas. Si alguien me hubiera dicho antes que solo tenía que provocar a la fuerza del universo. © Mamdarinka / VK
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  • Conozco a dos familias. La primera: compran champús caros, alfombras finas, sillones italianos, pero viven en un departamento de una sola habitación, sin remodelar. Y jamás han salido del país. La segunda: ahorran en todo, cargan sus teléfonos en el trabajo, compran al por mayor, se alimentan de arroz y pastas, y hasta evitan usar el baño en casa más de lo necesario. Pero, eso sí, visitan spas y resorts muy caros. Tan distintas, y aun así, cuando conversan, a ambas les encanta presumir su nivel de vida y dar lecciones sobre cómo hay que vivir. © Habitación N.º 6 | Historias anónimas / Telegram
  • Tengo novia, vivimos juntos ahora. Me mudé con ella desde otra ciudad y todo estaría bien si no fuera por un detalle que, para mí, es un gran problema: es extremadamente ahorrativa. Empecemos por mi mudanza: en lugar de hacer un viaje de 4 horas, tardé todo un día, porque eligió autobuses y trenes, más baratos que el avión. Compramos los víveres solo en días específicos, cuando hay promociones en los supermercados. ¿Y qué decir de los productos? Ya ni recuerdo la última vez que tuve en las manos un envase normal de champú. Todo lo que usamos son muestras: de perfume, champú, gel de baño, porque, según ella, las muestras salen más económicas. Yo no lo llamo ahorrar, lo llamo absurdo. Yo gano bien, y ella también gana bastante. Aun así, vivimos así. Hablé con ella, traté de explicárselo, pero no sirve de nada. Vivimos con mi dinero. Yo pago todo. Su salario lo ahorra, no sé para qué. Y si llego a hacer alguna compra sin aprovechar promociones, sin que ella lo sepa, el escándalo en casa está garantizado. © Work Stories / VK
  • Me encanta la ropa bonita y de buena calidad. No gano una fortuna, pero me alcanza. De cada salario trato de apartar algo para comprarme unos zapatos nuevos o un blazer. Y no me importa pasar el resto del mes comiendo verduras y cereales. Lo importante es que tengo un guardarropa increíble, armado con cariño y cuidado. Y por eso mismo, detesto compartir mi ropa. Viene mi hermana a quedarse a dormir y siempre me pide una bata o un pijama. Llega una amiga en una noche de verano solo con una camiseta: “Ay, préstame una chaqueta para llegar a casa”. Y así todo el tiempo. Algunas se pasan y me piden vestidos para una cita o zapatos para una sesión de fotos. Yo prestaría sin problema, de verdad, si cuidaran mis cosas. Pero no. Me paso meses esperando que me devuelvan unos tacones carísimos y, cuando al fin regresan, tienen los tacones desgastados y rayones en la punta. O me regresan un vestido después de una sesión de fotos, ¡y está roto! Empecé a decir que no, y ahora todos me ven como la egoísta a la que le importan más sus cosas que sus relaciones. Pero sí me importa. ¡Me da pena! Muchas de las que me piden ropa ganan más que yo y podrían comprarse ropa de la misma calidad, si no desperdiciaran el dinero. © Overheard / Ideer

“Tejí estas toallitas reutilizables, que se pueden usar como paños de cocina, estropajos, posavasos o agarraderas.”

  • Mi amiga no gasta en manicura ni pedicura, va como modelo para distintas técnicas. Cuando en el salón de mi manicurista buscan modelos, siempre le escribo para que reserve una cita. Los precios allí son más altos que el promedio y la calidad del servicio es excelente. A las modelos solo les cobran el material, o a veces ni eso. ¿Para qué desaprovechar una oportunidad así?
  • Me fui de vacacionesItalia. Compré el pasaje más barato, sin equipaje incluido, y para poder llevar más cosas sin tener que pagar extra, tuve que ingeniármelas. Además de vestirme como cebolla (en capas), llevé una funda impermeable para el celular y la llené de mini chocolates para regalar a mis amigos. La escondí debajo de la sudadera. También llevé una almohada de viaje para el cuello y la rellené con tops y shorts que no me cabían en el equipaje de mano.

“En lugar de tirar el rascador del gato y comprar uno nuevo, pedí 90 metros de cuerda de sisal por 17 dólares y la reemplacé yo mismo.”

  • Hace medio año decidí llevar un estilo de vida más económico. Empecé por lo simple: en invierno comencé a comprar productos no perecederos, de esos que pueden guardarse sin problema. Los conseguía en ofertas y descuentos. En primavera preparé un pequeño huerto en la casa de campo. Planté de todo: cebolla, perejil, pepinos, tomates, zanahorias, además de papas. Pero la mayor decepción vino del huerto. Por el calor, casi todo se secó. Lograba ir a la casa cada dos días (con suerte), aunque eso no era suficiente para un riego adecuado. Los primeros en marchitarse fueron los pepinos y los tomates, después el resto. Invertí muchísimo tiempo en ese huerto y, al final, coseché menos papas de las que había sembrado, y del tamaño de un garbanzo. Los granos y las conservas tampoco resultaron. En la avena y el arroz aparecieron bichos. Un cuarto de los frascos se hinchó (como las latas de piña en conserva o arvejas). Tampoco logré ahorrar en eso. © admin / y-story
  • Mi esposa va regularmente a hacerse la manicura. Siempre me ha parecido una completa tontería. Un día decidí acompañarla para ver en qué se iba el dinero. Mientras esperaba, una chica me aplicó loción en las manos y me dio un masaje. La sensación fue tan placentera que me relajé por completo. Me sacó todo el estrés del cuerpo. Entonces le propuse a mi esposa que nos hiciéramos ese tipo de masajes de manos el uno al otro, por turnos. Detalles así ayudan mucho a sobrellevar el estrés diario. Y quién sabe, tal vez así sus visitas al salón se vuelvan menos frecuentes. © Original-Arm-7176 / Reddit
  • Cuando era niña, no teníamos dinero. Mi mamá me llevaba con ella a la central de abastos a comprar comida. Compraba fruta barata, de la que estaban a punto de desechar, galletas rotas con descuento y cosas por el estilo. Yo pensaba: cuando sea grande, voy a comprar en cualquier tienda, sin tener que contar cada centavo. Y bueno, crecí, tengo un buen trabajo y gano bien. Pero en mi hora de almuerzo corro a la central de abastos a comprar frutas golpeadas, conservas rebajadas y galletas partidas. No me parece lógico gastar de más en comida. © Habitación N.° 6 | Historias anónimas / Telegram

“Hice un rascador para gatos con materiales reciclados. A mis gatos les encanta.”

  • Mi tío siempre ha sido un experto en ahorrar. En su familia no compran azúcar: reúnen los sobrecitos que reparten en distintos locales. En los restaurantes de comida rápida, incluso se puede pedir más azúcar. Y para los regalos, solía buscar muestras gratuitas de distintas marcas, o bien las compraba a mitad de precio. Así que, cuando me trajo como regalo unos sobres de muestra de jabón, mi mamá quedó completamente sorprendida.
  • No diría que mi familia y yo vivimos en la pobreza, pero tampoco tenemos grandes lujos. Por la constante falta de dinero, empecé a trabajar como taxista después de mi trabajo principal. Ahora, al menos, tenemos algo de dinero extra y ya no dependo de un horario fijo. Aunque también hay desventajas: pasajeros problemáticos y un cansancio brutal. Mi esposa, por su parte, encontró una forma poco común de ahorrar en el presupuesto familiar: empezó a cocinar platos muy económicos, pero sabrosos. Si hierve carne, con el caldo hace sopa y la carne la convierte en algún guiso o pastel. Últimamente, en casa abundan los pasteles salados, empanadas, pan casero, bollos con azúcar, todo tipo de trenzas dulces y donas. Casi todos los días prepara algo delicioso. Los platos favoritos de los niños son los rastegái de arroz con cebolla y la kulibiaka de tres capas. También empezamos a comprar más col, zanahorias y papas. En otoño volvimos a hacer conservas. A los niños les encanta la repostería, y yo también adoro los dulces caseros. Solo me da pena mi esposa, que después de trabajar se pasa casi toda la noche en la cocina, solo para que todos los niños coman. © admin / y-story

Bonus

  • Cuando estaba por terminar la escuela, no teníamos nada de dinero. Comíamos solo cereales, ahorrábamos en todo, y hasta hablar del baile de graduación nos daba miedo. Pero el vestido era necesario. Mi mamá miró las cortinas del dormitorio, suspiró y dijo: “Tendrás tu vestido”. Lo cosió ella misma con su vieja máquina de coser. Quedó espectacular. Nadie se dio cuenta de que eran cortinas; todos lo elogiaban. Después ingresé a la universidad, estudié marketing con beca y me gradué con honores. Pero, poco después, mi mamá perdió su trabajo. Entonces recordé aquella cortina y le dije: “Cose vestidos, yo los vendo”. Ella empezó, yo creé las redes sociales y organicé las ventas. Ahora trabajamos por encargo, cada vez tenemos más clientas. Mi mamá está feliz, y yo también. Y todo comenzó con aquel vestido hecho de cortinas. © Not everyone will understand / VK

Como podemos ver, a veces el deseo de ahorrar puede provocar conflictos en las relaciones e incluso llegar a romperlas, además de generar problemas innecesarios. Pero, en otras ocasiones, se convierte en un impulso para consumir de forma consciente, y las personas les dan una nueva vida a las cosas en lugar de desecharlas.

Puedes leer algunas ideas realmente inteligentes para ahorrar, compartidas por nuestros lectores, en otro de nuestros artículos, disponible en este enlace.
¿Y tú? ¿Qué métodos usas para cuidar el presupuesto familiar o personal? ¡Cuéntanos!

Este artículo tiene únicamente fines de entretenimiento y no constituye asesoramiento financiero, médico ni de ningún otro tipo profesional. Antes de tomar cualquier decisión financiera, se recomienda consultar a un especialista calificado.

Imagen de portada Mamdarinka / VK

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