15+ Hechos honestos sobre el siglo XIX que se romantizan sin piedad en las películas

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hace 2 años

En gran parte gracias a las películas, en nuestras mentes se ha arraigado la idea errónea de que la vida de los aristócratas del pasado era un verdadero cuento de hadas. Cuartos de baño lujosos, bailes grandiosos y caballeros galantes podrían parecer un sueño. ¿Qué más se necesita para la felicidad? Sin embargo, la vida cotidiana de las damas nobles de la antigüedad, difícilmente, podría llamarse descuidada.

En Genial.guru decidimos averiguar si el siglo XIX fue tan maravilloso como se muestra en nuestras películas favoritas y descubrimos algunos datos curiosos sobre la vida de las mujeres del pasado.

  • En el siglo XIX, ni una sola dama salía de casa sin una caja vinagreta (“Vinaigrette”: una pequeña caja con una esponja empapada en perfume, aceites esenciales o vinagre). Con la ayuda de la cajita “refrescante”, enmascaraban los malos olores y también despertaban a las tiernas señoritas que debido a su impresionabilidad, podían desmayarse en cualquier momento o perder el conocimiento debido a un corsé demasiado apretado.
  • Las cajas vinagretas se llevaban en las retículas o se sujetaban al gancho para el cinturón llamado châtelaine. Las cajas estaban hechas de plata y oro, y decoradas con tallas y piedras preciosas.
  • Durante período de la Regencia, las damas no usaban ropa interior. A pesar de que los calzones ya existían entonces, eran prerrogativa de los hombres. Las mujeres de los estratos altos, por su lado, asistían a los bailes sin ninguna ropa interior.
  • La primera ropa interior, parecida más a unos pantalones cortos sueltos con una abertura en el área de la entrepierna, apareció solo en 1806 y comenzó a usarse en 1820.
  • Bajo vestidos ligeros parecidos a las túnicas antiguas, vestían blusas, corsé corto, medias y enaguas. Las blusas de lino y algodón evitaban que las telas caras se ensuciaran al absorber el sudor y el exceso de sebo.
  • Las enaguas también protegían el dobladillo de los vestidos de la suciedad. Caminando por la calle, las chicas levantaban el atuendo y todas las salpicaduras caían sobre la capa interior. Lavar la ropa era algo que requería mucho tiempo y era costoso, por lo que en la mayoría de los casos, solo se lavaba la ropa interior.
  • Además, la ropa interior no dejaba traslucir los materiales más finos como la muselina y la batista, con los que se hacía la mayor parte de las prendas.
  • Algunas mujeres humedecían sus faldas con agua a propósito para enfatizar las curvas del cuerpo con materia húmeda tanto como sea posible. Semejante práctica no era popular, y la reputación de estas damas estaba a la altura de su coraje.
  • En la era victoriana, una mujer embarazada se consideraba como un espectáculo que ofendía la moralidad pública. Por lo tanto, para evitar las miradas de soslayo, las damas ocultaban cuidadosamente su barriga creciente de la gente ajena con la ayuda de corsés especiales con cordones en los costados, lo que les permitía ajustar el apriete según sea necesario.
  • También se prescribía reposo durante el embarazo. Por lo tanto, otra razón para ocultar el embarazo era la renuencia de las damas a renunciar a las salidas sociales, aunque solo fuera por unos meses.
  • Tenían una actitud especial con respecto a la menstruación. Los médicos recomendaban a las mujeres descansar durante esos días. Y no solo físicamente, sino también mentalmente. Cualquier carga, y sobre todo mental, según los médicos, se asociaba con el riesgo de desarrollar enfermedades e incluso quedar infértil. Se recomendaba eximir a las adolescentes de la escuela para no dañar su salud. Y además, no se les permitía bañarse durante esos días, para protegerlas de la hipotermia.
  • Pero no todas las damas podían permitirse el lujo de permanecer inactivas durante un par de días, por lo que muchas continuaban haciendo las tareas domésticas en contra de las recomendaciones.
  • Algunos médicos consideraban que la menstruación era una enfermedad peligrosa que, si no se controlaba, podía conducir a la locura. Por lo tanto, a las mujeres a menudo se les recetaban sedantes.
  • Se creía que la casa es el único lugar seguro para una mujer. La etiqueta prohibía a las damas salir solas, por eso siempre estaban en presencia de acompañantes. Además, la etiqueta no les permitía quedarse fuera de casa por mucho tiempo, dar largos paseos por las calles de la ciudad, hablar con alguien e incluso mirar las vitrinas de las tiendas.
  • Y dado que el personal de servicio era el que, por lo general, se dedicaba a las compras, muchas amas de casa soñaban con simplemente ir a la tienda y poder elegir y comprar cosas. Esto continuó de este modo hasta que aparecieron las primeras tiendas análogas de supermercados, brindando a las mujeres un lugar socialmente aceptable y seguro para ir de compras.
  • La mayoría de los trabajadores de las nuevas tiendas eran mujeres. Y los precios eran fijos, para que las mujeres no tuvieran que regatear.

¿Cuáles de todos los hechos mencionados sobre la vida del siglo XIX te parecieron curiosos?

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